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Luis Felipe Henao    

Pasamos de exportar café y petróleo a sicarios, terroristas y secuestradores.

En la mayoría de sus discursos románticos, el presidente Petro saca pecho con su famosa frase “Colombia es una potencia mundial de la vida”. Lo cierto es que las erráticas políticas del Gobierno Nacional están convirtiendo a nuestro país en todo lo contrario. Tristemente, en la actualidad somos una “potencia mundial de las drogas y el delito”.

Hace unas semanas la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) publicó el reporte mundial sobre drogas (‘World Drug Report 2023’), que señala conclusiones terribles para Colombia y la lucha contra las drogas. La primera es que en la última década los cultivos ilícitos se han multiplicado por 4, pasando de 48.000 a 204.000.

La segunda es que “los pueblos indígenas y otras comunidades locales están atrapados en el nexo delictivo de la cuenca del Amazonas; son víctimas de desplazamientos, envenenamiento por mercurio y otras consecuencias graves para la salud”.

La tercera es que los grupos dedicados al tráfico de drogas están “cada vez más fragmentados y gestionan únicamente determinadas partes de la cadena de suministro”, lo cual ha implicado que esos mercados tengan una estructura multinacional.

La cuarta es que “los mercados ilegales de drogas se están transformando a gran velocidad y, en algunas regiones, de forma drástica, debido a un predominio cada vez mayor de las drogas sintéticas”, lo que está inundando al mundo de todo tipo de drogas.

Esta situación explica fenómenos muy graves, sin precedentes, que se están presentando en la región y que son recogidos por ‘The Economist’ en el artículo ‘Parts of Colombia are now awash with cocaine’, en el que explica las causas y los efectos de la superproducción de droga en nuestro país. ‘The Economist’ explica cómo la llegada de Petro al poder ha disparado la producción de coca, manifestando que “todo lo que Petro ha hecho hasta ahora es frenar los esfuerzos de erradicación de la coca del Gobierno”. Asimismo, la entrega del país a las disidencias, al Eln y a las ‘bacrim’ en microprocesos de paz, que no va para ningún lado, ha disminuido las acciones de la Fuerza Pública en los territorios contra el narcotráfico. Por otro lado, el proceso de producción de cocaína se ha hecho más eficiente, al pasar de 6,5 a 7,9 kg por hectárea, situación que, sumada a la sobreproducción, ha hecho que los precios por kilo se redujeran de 70.000 a 38.000 pesos.

El efecto de esta situación es bastante paradójico. Mientras que el gobierno Petro saca pecho por la reducción de precios de la coca, miles de familias que se dedicaban a la siembra están pasando hambre porque el Gobierno no cree en la política de sustitución de cultivos y por ello ya no tienen ninguna alternativa. Esta situación es un caldo de cultivo para que muchas personas ingresen a grupos ilegales o se dediquen a la minería ilegal y a la deforestación, que avanza miles de hectáreas todos los años.

Mientras tanto, la situación en la región se está agravando progresivamente. Expertos en política criminal hablan de una “colombianización de la zona”. Tristemente, nuestro país ya no solo es el principal exportador de coca y marihuana del mundo, sino que además lo es de sicarios. Los principales sospechosos del cruel asesinato del candidato a la presidencia del Ecuador Fernando Villavicencio, así como también los responsables del asesinato del presidente de Haití y del fiscal paraguayo Marcelo Pecci, son colombianos.

El asesinato de Villavicencio fue ordenado por el cartel de Sinaloa a sus socios en el Pacífico colombiano para evitar que un candidato de derecha que anunció fortalecer la lucha contra el narcotráfico llegara al poder. La violencia del narcotráfico es común denominador entre las elecciones en Colombia y las elecciones en Ecuador.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 14 de agosto de 2023.

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