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Luis Felipe Henao    

Es un insulto para quienes sí se acogieron al proceso victimizar a ‘Santrich’ y a ‘Iván Márquez’.

Victimizar a ‘Santrich’ y a ‘Iván Márquez’ es totalmente absurdo en estos momentos y lejos de generar algún beneficio termina burlándose de los miles de excombatientes que sí creyeron en el proceso de paz y nunca volvieron a las armas. Si bien ‘Santrich’ estuvo varios meses privado de la libertad por orden de captura con fines de extradición, fue la propia JEP la que detuvo su extradición y la Corte Suprema la que le dio la libertad, por lo cual lo sucedido demuestra que contó con todas las garantías.

Otra cosa es que luego de obtener la libertad haya decidido, de manera totalmente voluntaria, volver a las armas. Victimizar a una persona que huyó libremente del proceso de paz es un insulto, no solamente para la administración de justicia, sino también para los ex combatientes que se acogieron de manera pacífica al proceso. La situación de Iván Márquez es aún más absurda, pues en su caso siempre estuvo en libertad y en cambio se negó incluso a presentarse a la JEP con el absurdo argumento que su comparecencia fue voluntaria.

Además, calificar de ‘entrampamiento’ la actuación de la Fiscalía en el caso ‘Santrich’ es ridículo. La entrega vigilada de drogas es un procedimiento absolutamente legal contemplado en el artículo 243 de la Ley 906 de 2004, por lo cual cuestionar en este momento que la droga haya sido o no entregada por la DEA o la Fiscalía solo demuestra el desconocimiento sobre el derecho procesal penal.

Sin embargo, más allá de eso, lo que quedó totalmente demostrado es que ‘Santrich’ accedió a la realización de un tráfico de drogas, cuestión que no hace una persona que realmente tiene una intención de reincorporarse a la sociedad. Qué dirán entonces los miles de ex miembros de las FARC que dejaron las armas para hacer proyectos agrarios lícitos cuando el presidente no considera grave que ‘Santrich’ accediera a traficar con drogas.

Asimismo, atribuir al Gobierno de Iván Duque toda la responsabilidad por la existencia de las disidencias es falso y demuestra una peligrosa demagogia del discurso del actual gobierno. Carlos Ruiz Massieu, representante especial del secretario general de Naciones Unidas y jefe de verificación de la ONU en Colombia, reconoció que por lo menos un 5 % nunca se desmovilizó ni firmó acta de sometimiento ante la JEP. Ese porcentaje, que además es normal en cualquier proceso de paz del mundo, no se acogió a la desmovilización por falta de garantías ni porque no creyera en el Estado, sino simplemente porque consideró más favorable dedicarse de lleno al narcotráfico, tal como lo están haciendo en muchas regiones del país como el Pacífico o los Llanos Orientales.

Luego del Acuerdo Final se formaron 2 tipos de disidencias: unas de manera inmediata que fueron las disidencias que nunca compartieron el deseo de llegar a la paz como la de Gentil Duarte, la Dagoberto Ramos, la Jaime Martínez, y otras, que se generaron por personas que en el fondo nunca quedaron contentos con el Acuerdo Final, como Iván Márquez.

Igualar estas 2 situaciones es totalmente errado, así como también lo es igualar la situación de ellos a la de los firmantes del Acuerdo de Paz, que ahora miran atónitos cómo la gente que se ha dedicado durante estos 6 años al narcotráfico ahora puede volver feliz a la legalidad y, además, conservando el 40 % de su patrimonio ilegal. Mala estrategia, señor presidente, pues por intentar legitimar la paz con los nuevos en un proceso incierto de pronto los antiguos se pueden devolver a las armas.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 27 de septiembre de 2022.

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