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Germán Vargas Lleras

Lo que tendremos que reconocer es que nuevamente esta reforma está contagiada de ideología.

Se prendieron esta semana todas las alarmas en torno al aún desconocido proyecto de ley de reforma de la salud. No podía ser de otra manera, pues, a diferencia de otros proyectos de altísimo impacto para la economía, la industria o la política, lo que está en juego ahora es nada menos que la vida de los colombianos. Por eso mismo uno esperaría que este proyecto se tramitara con todo rigor, con toda profundidad en sus análisis económicos, técnicos y administrativos y, sobre todo, en lo referido a su impacto en la prestación oportuna y con calidad de los servicios de salud.

Por desgracia, todo apunta a que no será así. Ya el Gobierno ha anunciado que este proyecto se defenderá, léase “tramitará”, en las calles, o sea, suplantando o, en el mejor de los casos, en paralelo al escenario del Congreso, en clara demostración de desconfianza hacia la institución que tiene la responsabilidad constitucional de estudiar temas trascendentes para el país y aprobar sus regímenes y reformas. Sobre el proyecto, cuyo texto aún no se conoce, ya hay, por ejemplo, un llamado a las enfermeras para salir en su defensa este 14 de febrero.

Qué falta de respeto con las personas pedirles que salgan en defensa de lo desconocido. El anunciado proyecto se presentará en la plaza pública, en medio de arengas, tal vez el lugar menos adecuado para un estudio objetivo de las propuestas. Y como si fuera poco, este, como los otros proyectos de la agenda, se tramitará con mensaje de urgencia, es decir, a las carreras, evitando en lo posible los espacios y tiempo para la discusión y análisis.

Desde su posesión en agosto, la ministra Corcho no ha hecho cosa diferente a recorrer el país agitando y ambientando su reforma. Aseveró que tocaba acabar con el sistema actual. Para precisión, lo refiero textualmente: “Acabar con este sistema de salud y construir otro en el que la vida y la salud de quienes tienen dinero no valga más que la vida y la salud de quienes no lo tienen”. En el marco de esa estrategia ha difundido información falsa, como aquella relacionada con el fallecimiento de millones de colombianos por mortalidades evitables, o cifras amañadas sobre las deudas y situación financiera del sector. Incluso dijo que nuestro sistema era uno de los peores del mundo, en contravía de todos los estudios y mediciones de prestigiosos centros mundiales que señalan el nuestro como uno de los buenos sistemas de salud del mundo.

No me referiré en esta oportunidad al contenido del proyecto de reforma, pues no sería serio opinar sobre un borrador que está circulando. Pero sí considero pertinente recordar que he sido uno de los principales impulsores de una reforma del sector. Después de 30 años de operación, es mucho lo que hemos aprendido, y muy claras las mejoras por introducir al régimen. En proyecto presentado planteé, por ejemplo, la generación de un sistema único donde todos los colombianos tengan acceso a los mismos servicios de salud, instaurar el modelo de medicina familiar, implementar un modelo integral de atención, fortalecer la red pública en el nivel básico en más de 600 municipios y asegurar y dignificar el recurso humano en salud, entre muchas otras estrategias y objetivos. En todos estos aspectos se debe y se puede avanzar, pero sin hacer trizas un sistema que ha mostrado enormes bondades que son hoy en día reconocidas por 7 de cada 10 usuarios del sistema.

Puestas las cartas sobre la mesa, lo que tendremos que reconocer es que nuevamente esta reforma, como todo lo de este gobierno, está contagiada de ideología. Lo que no gusta es que haya empresas privadas involucradas en la prestación de servicios de salud; lo que no les gusta es que pueda derivarse alguna utilidad económica de esta actividad; lo que no gusta, en últimas, es que no sea el Estado el único administrador, gestor y responsable de la salud en el país.

A los colombianos no nos pueden ocultar que el Estado ya fracasó, y de manera protuberante, como prestador y administrador del sector. A volver al antiguo Instituto de Seguro Social con toda su corrupción, politiquería, pésima administración, y ese sí responsable de millones de muertes evitables, es a lo que el país le tiene pavor. Yo los invito a que lo digan de frente y dejen de engañar en materia tan grave y reconozcan que al final aquí la salud es lo de menos.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 28 de enero de 2023.

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