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Enrique Peñalosa    

En discursos del Cauca y el Valle dice lo que va a hacer. Los colombianos debemos prestar atención.

Petro sabe de poder: cómo llegar a él y cómo quedarse ahí. Sabe que la gran mentira, la intimidación y la violencia son medios tan eficaces o más que los argumentos racionales y el apoyo popular en elecciones para llegar y mantener el poder. Él tuvo plena confianza en esos métodos parte importante de su vida. Petro tiene claro y presente cómo llegaron y se quedaron Hitler, Franco, Fidel Castro y hermano, Sadam Hussein, Chávez-Maduro, Ortega, Puttin, Erdogan.

Con todo y la gravedad del daño que va a hacer el gobierno Petro con numerosas medidas económicas, eso solo distrae de la principal amenaza que representa Petro para Colombia, que es la destrucción de la democracia, para perpetuarse en el poder.

En discursos recientes en el Cauca y el Valle dice claramente lo que va a hacer. Los colombianos debemos prestar atención.

Según Petro, el primer obstáculo para que su gobierno pueda cumplir su mandato democrático, son todas las normas e instituciones de nuestra democracia, que no han sido hechas para beneficio de las mayorías, sino para favorecer a una oligarquía explotadora y corrupta. "Los procedimientos construidos y escritos a través de normas, durante décadas… normas hechas por los privilegiados del Estado".

Aunque Petro acusa repetidamente a una oligarquía que "ha gobernado a Colombia en los últimos dos siglos, llenándose de privilegios, de dinero, de fortunas, extraídos de la injusticia social", nunca dice quien específicamente hace parte de la mítica omnipotente hipercorrupta oligarquía. Solo dice: "¿Qué es la oligarquía? Los hijos de los esclavistas". Y todos los funcionarios del Estado (excepto los que él ha nombrado) solo sirven a esa oligarquía: "funcionarios que tienen el corazón en la codicia, en el bolsillo, a ver si se llenan de billetes". Y como los funcionarios que sirven a los oligarcas están enquistados en todas las instituciones y las controlan, no es posible reformarlas. Eso hace "que no se produzcan los cambios, a pesar de que el presidente quiera".

Por todo lo anterior, en la visión que plantea Petro, el Estado, sus instituciones y sus normas (la Constitución y las leyes) no son legítimos. No hay entonces justificación ética o política para protegerlas o defenderlas. Todo en su discurso indica que, para él, lo que tiene legitimidad democrática no es el Congreso elegido y menos aún la Justicia. No es con ellos que va a hacer los cambios: es con la gente en la calle, "es convocando a la población a las calles, a las plazas públicas, para construir colectivamente el país que queremos". "Lo que queremos es un millón de personas saliendo a la plaza pública". Es "esa legitimidad" basada en "ríos de gente que salgan a apoyarme" a lo que el invita, a "que se apropien del poder", a hacer "una redefinición de la democracia".

Su proyecto no es solo para Colombia, sino para América Latina y a veces incluye también a Norteamérica. Les dice a los indígenas del Cauca que no pueden quedarse en el tema regional pequeño. "Este gobierno tiene que ser de multitudes y ustedes están para convocar esas multitudes en toda Colombia y en toda América Latina".

Petro sabe que esas manifestaciones masivas y acciones populares azuzadas por él pueden llegar a incluir violaciones de la Ley. Para Petro es esencial que el Ejército y la Policía no actúen contra los que cometan delitos con el objetivo del "cambio" y que respalden su gobierno. Ningún policía o soldado hace parte de la oligarquía opresora. Repite varias veces en su discurso que el pueblo no debe luchar contra el pueblo "uniformados por el Estado, uniformados por la insurgencia, matándonos…". Sus ministros de Defensa y Justicia trabajan en neutralizar a policías y soldados, a la vez que Petro busca persuadirlos de que ellos no deben actuar como guardianes de la Ley y las instituciones, sino como parte del pueblo explotado.

Petro pretende distinguir entre el Estado y sus instituciones y "su" gobierno. ÉL es el gobierno que representa al pueblo. El Estado y sus instituciones sólo son instrumentos al servicio de la oligarquía que impiden que él, en toda su genialidad, transforme a Colombia, a América y al mundo. Pero claro, para eso va a requerir más tiempo. Lo que se interpone ante la necesidad de tener más tiempo como líder supremo, es el plazo definido por la Constitución y la ley. Pero esas son normas ilegítimas de un Estado al servicio de la oligarquía, que no es menester acatar. Solo hay que obedecer la verdadera democracia, que es el pueblo. Y no el pueblo que vota, sino el que sale a las calles. "El Gobierno del cambio se volverá del cambio, si hay pueblo en la calle".

Como complemento a lo anterior, hace unas semanas Petro anunció que su gobierno destinará un billón de pesos anuales a pagar a jóvenes excriminales o en riesgo de convertirse en criminales. Sobra decir que esos exdelincuentes, o delincuentes en potencia, a sueldo de Petro, lo van a defender beligerantemente. Que se cuiden quienes participen en manifestaciones anti-petristas en un futuro, de esas milicias, preocupantemente reminiscentes de las milicias bolivarianas (Venezuela), camisas pardas (Alemania hitleriana), camisas negras (Italia de Mussolini).

Petro está montando el andamiaje y nos está contando exactamente lo que va a hacer. Nosotros, personas comunes y corrientes, no alcanzamos a imaginar lo que pueden hacer algunos en el poder. Defenderemos mejor nuestra democracia si tenemos presente qué la amenaza.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 18 de octubre de 2022.

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