En 2021, Rusia vendió a Europa petróleo y gas por valor de unos cien mil millones de dólares, según estimaciones de William Jackson, economista de Capital Economics. Ese gas no solo sirve para calentar los hogares europeos, sino que es también responsable del 20 % de la generación eléctrica y de buena parte del consumo industrial. Pero no todo el gas de Europa proviene de gasoductos. Ni siquiera de Rusia.
La interdependencia entre Rusia y Europa en términos energéticos y de ingresos es absoluta y, sin embargo, no está tan claro quién tiene más que perder si se interrumpen las exportaciones. ¿Por qué? Aunque en 2019 Rusia firmó un contrato de suministro de treinta años con Pekín, necesita ingresos para construir su segundo gasoducto, Power of Siberia, a China y el 85 % de sus exportaciones por gasoducto van a Europa y el 45 % de las que vende licuadas. ¿Quién depende más?
Veamos uno de los ases más importantes que tiene Europa: la capacidad de regasificación de España, con siete de las veintidós plantas instaladas en el continente, lo que le convierte en el mayor exportador de gas natural licuado (GNL) europeo. España dispone, además, del suministro más diversificado de toda la Unión Europea. Mientras algunos países europeos dependen casi al cien por ciento de Rusia, España importa gas de una quincena de mercados, con Argelia como principal proveedor en 2021 (con el 42,8 %, gracias a su conexión directa por el gasoducto Medgaz, que atraviesa el estrecho de Gibraltar), seguido de Estados Unidos (14,4 %) y Nigeria (11,5 %). Las entradas de Rusia no alcanzaron el 9 %.
En definitiva, España dispone de algo más de un tercio (35 %) de la capacidad de almacenamiento de GNL en la Unión Europea y el Reino Unido. Tras España se sitúa, precisamente, Reino Unido, que concentra el 22 %; Francia, 14 %; Bélgica, 6 %, e Italia, 5 %.
Un reciente informe del think tank Bruegel remarca que España podría llegar a importar hasta 40 teravatios hora al mes pese a que solo consume 30 TWh. Pero no sería suficiente. En ese mismo informe se afirma que Europa solo podría vivir sin el gas ruso si se reduce la demanda entre un 10 % y un 15 %.
Aun así, hay otra opción: poner sobre la mesa los quinientos millones de euros que costaría el gasoducto varado entre España y Francia por Cataluña para dejar de pagar a Rusia unos trescientos millones diarios solo en gas. España tiene dos interconexiones con Francia por el norte (País Vasco y Navarra), que permiten entregar unos 8 bcm anuales (8.000 millones de metros cúbicos de gas), mientras que con el paso del este se podría llegar a 17 bcm.
Moody’s acaba de advertir que la deuda rusa ha pasado del bono basura a rozar el impago y que su economía se enfrenta a una recesión del 7 % este año y más el que viene. ¿Puede Putin prescindir de esos cien mil millones al año?
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 10 de marzo de 2022.