El contraste no puede ser mayor. Mientras en noviembre del año pasado más de 4,5 millones de estadounidenses renunciaron de manera voluntaria a sus trabajos, en Colombia hay 2,7 millones de personas que no han logrado encontrar trabajo. En Estados Unidos hay muchas vacantes que no han podido suplirse (10,6 millones) y aquí no hay suficientes para atender la gran demanda. Sin duda, son grandes las paradojas del desarrollo.
Si bien los dos países son muy diferentes, estas cifras reflejan las grandes diferencias que se presentan actualmente en el mercado laboral. En el país del Norte las personas renuncian porque buscan mejores condicionales salariales o quieren un cambio de vida. Pero en Colombia no muchos se pueden dar ese lujo porque conseguir trabajo no es tarea fácil.
Según el Dane, la desocupación en el país llegó a 10,8 % en noviembre pasado. Si bien la tasa de desempleo está en descenso, 2,5 puntos porcentuales menos que hace un año y muy por debajo del histórico del 21,3 % en mayo de 2020, cuando el país afrontaba una parálisis en su economía por la pandemia del covid-19, se mantiene en un nivel elevado, más cuando estamos en un proceso de recuperación del aparato productivo. Para la población migrante de Venezuela el desempleo está en 23,6 %.
En el año que finalizó la economía registró un rebote y creció a una tasa cercana al 10 %, uno de los mayores incrementos en América Latina. Para este año se prevé que el producto interno bruto (PIB) tenga una variación del 5 %, una cifra favorable que hace renacer el optimismo en torno a que estamos dejando atrás la peor recesión y que nos adentramos en una sostenida recuperación económica, que es la base para que se creen más puestos de trabajo y disminuya la informalidad.
Aunque en el mercado laboral se han recuperado en los últimos meses miles de los empleos, todavía queda un millón para estar en los niveles de ocupación que se tenía antes de la pandemia. Cabe recordar que en noviembre de 2019 el nivel de desempleo fue de 9,25 %, una meta a la que el país debería apuntarle este año y que confirma que hay un camino largo por recorrer.
Claro que el ministro de Trabajo tiene unas cifras mucho más optimistas que las del Dane. Dice él que mientras en noviembre del 2019 teníamos afiliados a seguridad social a 10.057.000 personas, en diciembre de este año ya estamos en 10,2 millones de afiliados. Es decir, según el ministro, se habrían ya recuperado más de los trabajos que se perdieron durante la pandemia.
Pero, además, se necesita superar la gran brecha de género entre hombres y mujeres y las diferencias abismales de desempleo en los jóvenes. Las cifras son dramáticas. Mientras la tasa de desempleo para los hombres en noviembre pasado fue de 8,3 %, para las mujeres ascendió a casi el doble, con 14,5 %. En los jóvenes con edades entre 14 y 28 años el desempleo llegó a 18,8 %. Y en este grupo nuevamente se observa la diferencia entre hombres y mujeres ya que para los primeros la desocupación fue de 14,1 % y en las mujeres llegó al 25,3 %.
Al respecto de estos grupos el gobierno nacional tiene un gran reto para promover la contratación en las empresas, lo que redundará en beneficios económicos y sociales. Generar empleo para los jóvenes evitaría que miles de muchachos sigan deambulando por las calles sin mayor futuro.
Aunque el presidente Duque lanzó a mediados del año pasado el programa Camello sí hay, que otorga un subsidio del 25 % de un salario mínimo a quienes contraten a jóvenes de entre 18 y 28 años, se espera que el mayor impacto se vea reflejado en este año.
Aunque desde hace mucho se habla de la necesidad de hacer una reforma laboral que flexibilice y disminuya los costos para las empresas, lo cierto es que algunas lo están haciendo por la puerta de atrás con la vinculación de personas con contratos de prestación de servicios. Por eso es necesario que el tema se ponga de manera abierta sobre la mesa y se revisen tantas cargas que pesan sobre muchas nóminas. Cabe recordar que, además de la seguridad social (aportes a salud y pensiones), las empresas deben pagar parafiscales, como son aportes a las cajas de compensación familiar, al ICBF y al Sena, que varios analistas han pedido eliminar desde hace años.
El debate seguirá abierto. Lo que pase en el mercado laboral durante este año dará luces sobre si es cierto que un salario mínimo muy elevado y cargas sobre la nómina pesan tanto a la hora de generar empleo o si la reactivación económica es la verdadera solución al alto desempleo.
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 08 de enero de 2022.