En Estados Unidos, el alza de los precios ha alcanzado ya el 6,2 %. Se trata del mayor rebrote inflacionista de los últimos 30 años. De momento, parece que las causas se circunscriben a la existencia de unos misteriosos cuellos de botella que están elevando los costes de muchos factores productivos, pero el riesgo es que ese bucle termine infectando al resto de la economía. Cuanto más se prolongue, más probable será que los precios de otras mercancías o los salarios de los trabajadores terminen aumentando. De momento, los bancos centrales aseguran que todo está bajo control. Lo mismo decían en los 70.
El Banco Central Europeo y el Banco de Pagos Internacionales de Basilea han explicado esta situación por la fuerte contracción de la inversión en 2020, a consecuencia de la pandemia, y la mutación en la composición de la demanda mundial. Hemos pasado a comprar más bienes manufacturados y menos servicios que antes de la pandemia, lo que ha tensionado una oferta inadaptada para ello, afirman. Demanda más alta que la oferta, igual a inflación, indican los economistas.
Hay opiniones para todos los gustos, pero de producirse la estanflación (estancamiento más inflación) podría ser incluso peor que en los 70, puesto que aquella depresión se produjo tras 20 años de crecimientos y de desarrollo inconcebibles hasta entonces. Ahora, la economía global se enfrentaría a la crisis más debilitada que nunca, tras la devastación de 2008 y la generada por la pandemia.
Otros oráculos, como el fondo Black Rock, consideran que, aunque los precios han subido en todo el mundo, el coste de las materias primas se ha disparado y la inflación estadounidense ha alcanzado un máximo de 13 años, “no hay riesgo de estanflación al estilo de la década de 1970”.
Sin embargo, hay ya demasiadas coincidencias y no conviene quitar hierro al asunto porque cuando el aumento en el nivel general de precios no se equilibra con la demanda, el consumo se hunde y arrastra a la producción. Una ecuación que genera más desempleo y que es muy complicada de superar porque si se drena otra vez la economía, se genera más alza de los precios, y si se suben los tipos de interés, se pone freno al crecimiento. Por eso, cuidado. No conviene menospreciar uno de los mayores enemigos de la economía libre. Conviene no volverse avariciosos.
https://www.elcolombiano.com/, Medellín 16 de noviembre de 2021.