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Juan Lozano           

Si sigue la impunidad se deberá modificar la JEP.

Me alegra mucho por Colombia que gracias a una buena labor de Estado haya cesado el examen preliminar de la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad cometidos en el conflicto armado interno, y que ya no estemos en una oprobiosa lista de países reconocidos globalmente por la precariedad de su sistema judicial.

Gran triunfo para el presidente Duque, la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, el fiscal Francisco Barbosa y nuestro sistema judicial, y una derrota sensible para quienes estaban empeñados en seguirle sacando jugo político a la permanencia del país en esa lista, acusando al Gobierno de ser favorecedor de narcoparamilitares y genocidas.

Gran triunfo para la vilipendiada Justicia y Paz de los tiempos de Uribe, tan furiosamente criticada por laxa por quienes desde La Habana, Venezuela y Bogotá aplaudieron a la aún más laxa JEP, cargada de beneficios, prerrogativas, obsequios y cortesías para tenebrosos narcoguerrilleros criminales de lesa humanidad. Justicia y Paz, en efecto, ha proferido 66 sentencias y ha condenado a 560 postulados.

Gran triunfo para la controvertida JEP, que resulta, sin lugar a dudas, favorecida por el acuerdo suscrito entre el presidente Duque y el audaz fiscal Karim Khan, quien dio un respaldo contundente a la JEP en procura de blindarla institucional y presupuestalmente, a pesar de que aún no ha proferido ninguna condena en ninguno de los macrocasos abiertos y de que no ha estado prioritariamente interesada, al igual que el acuerdo firmado entre Santos y las Farc, frente a los graves crímenes de lesa humanidad referidos al reclutamiento forzado y al abuso sexual de niñas y niños a manos de miembros de las Farc.

Gran triunfo para mi antiguo profesor de derecho Eduardo Cifuentes, presidente de la JEP, pues, sin duda, su trayectoria y solvencia fueron determinantes para generar la confianza del fiscal Karim Khan en la JEP. Cifuentes es, sin duda, un hombre respetable. Respetarlo como lo respeto no me impide, sin embargo, expresar algunas glosas acerca de su interpretación sobre el acuerdo suscrito entre el presidente Duque y el fiscal Khan.

Con elocuente júbilo, como el de un director técnico cuyo partido gana la Copa Mundo, el doctor Cifuentes ha salido a cacarear un triunfo concediéndole al acuerdo unos alcances que no tiene ni puede tener. Se equivoca al jugar al coco que asusta niños de brazos con amenazas como “si se insiste en obstruir el camino de la JEP, la CPI intervendrá”. No, doctor Cifuentes. La CPI intervendrá si la JEP sale con un chorro de babas en alguno de los macrocasos abiertos. La pelota ha quedado en la cancha de la JEP, y la verdad se sabrá en el momento de proferir las condenas.

Por esa razón también resulta equivocado decirle al país que la JEP será intocable e invulnerable. Dice Rafael Nieto Loaiza que la JEP no está por encima de la Constitución. Y anoto yo que mucho menos puede estarlo un acuerdo sui géneris suscrito entre un gobierno y un fiscal de la CPI.

Si, por ejemplo, la JEP sigue alargando la impunidad de los reclutadores y violadores de menores, tanto el pueblo soberano como el Congreso pueden introducir las modificaciones que consideren adecuadas para que la JEP no se convierta en un tribunal de impunidad. Faltaría más, apreciado doctor Cifuentes, que los colombianos hubiésemos sido despojados de nuestras atribuciones soberanas para modificar una institución si esta deviene en inoperante.

En lo que coincido es en que el futuro lo debemos mirar con optimismo y que la audacia del fiscal Khan de suponer que una institución que aún no despega va a surtir a plenitud sus frutos debe ser retribuida con el compromiso de todas las instituciones del Estado y de las fuerzas ciudadanas de luchar para que los crímenes de lesa humanidad, a pesar de las irrisorias sanciones que se les podrán imponer, no vayan a quedar en la total impunidad.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 31 de octubre de 2021.

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