Se tiene que debido a sus incoherencias nadie sabe a ciencia cierta quién es este sujeto. Tiene un don para camuflarse y mostrar lo que no es. Le gusta la justicia, pero sólo cuando le conviene, porque cuando lo investigan a él, esta pasa a ser un eje de persecución y de complots. Se vale del indulto con el que fue favorecido hace 3 décadas para posar como un ángel, cuando dicho indulto es un acto político que no entró a revisar de fondo las pruebas judiciales que pesan en su contra y que, dicho sea de paso, son demoledoras.
Lo más preocupante es que Colombia parece no tener claridad acerca de su rol como guerrillero. Si asesinó, torturó o secuestró con sus manos, es un desconcierto. Cínicamente, Petro quiere que pensemos que se dedicaba a la poesía y que no era más que un muchacho incomprendido, lo que resulta difícil de creer teniendo en cuenta los alcances del M19, un grupo terrorista que manipulaba a los jóvenes parar cometer actos atroces.
Como si valerse del cuestionable indulto no fuera suficiente, Petro también se escuda tras la figura de la caducidad, como es el caso aberrante de las bolsas repletas de fajos de dinero que le entregó el corrupto contratista Juan Carlos Montes -y hoy anda interponiendo tutelas para censurar a quienes lo cuestionan-, tal como lo hizo la alcaldesa de Bogotá, quien con toda razón sindicó al petrismo de incitar al caos social. ¿Imaginan lo que pasaría si a la máxima magistratura de la nación llegara un tipo que sólo respeta las decisiones judiciales que le son favorables?
Petro es un campeón tendiendo mantos de duda frente a situaciones que no le son favorables a sus intereses personales. Si pierde una elección democrática, entonces hubo fraude. Así lo afirmó cuando perdió contra Duque por más de dos millones de votos. Sin embargo, cuando ganó la alcaldía de Bogotá por un apretado margen, no dijo lo mismo. Para él, la solución a la pobreza consiste en asfixiar a las familias más pudientes de Colombia con impuestos, cuidándose, eso sí, de excluirse él y a sus multimillonarios parientes políticos. Él, habla y fustiga al nepotismo, olvidando que su hijo es diputado, cargo al que llegó cabalgando sobre los votos de la ‘Colombia Humana’. Estamos ante la manifestación más incuestionable de incoherencia.
Como si fuera poco, a esto se suman sus ínfulas de ánimo confiscatorio; ha mencionado algunos de sus objetivos, pero lo cierto es de ser presidente, nos expropiará a todos los colombianos.
Amenazó a Uribe con “comprar” con dineros públicos la finca ‘El Ubérrimo’ y a la familia Ardila con apropiarse de los terrenos del ingenio ‘Incauca’. Si se atreve a notificar de esa manera al jefe de la oposición de su gobierno y a una de las familias de empresarios más atildados y adinerados del país, con propiedades y empresas legítimas, ¿qué se puede esperar para el resto de colombianos que no tienen poder político, ni presencia mediática? El único pecado de estos empresarios ha sido trabajar honestamente y generar empleo en una sociedad que se presume respetuosa de la libre empresa y la propiedad.
Petro menciona una “compra forzosa” -nada diferente a una expropiación-, bajo el argumento de que estas tierras son, según él, “improductivas”. Preguntémonos: ¿Por qué no hace referencia al más de millón de hectáreas asignadas a grupos indígenas? Que demuestre entonces que dichos predios sí son productivos. Si lo que realmente le preocupa es la acumulación de bienes, ¿por qué no insiste en la entrega total de propiedades que las Farc continúan teniendo? Evidentemente, Petro no va llegar a gobernar de manera ejemplar, mucho menos justa. Sólo busca una oportunidad para ajustar cuentas con quienes lo han confrontado. La historia demuestra que todos los tiranos empiezan expropiando propiedades y continúan expropiando la libertad. Petro no es solo un político tradicional de izquierda. Si llega a la presidencia será un despiadado dictador socialista.
@jarizabaletaf
https://www.losirreverentes.com/, Bogotá, 16 de octubre de 2021.