Acabo de ver un largo documental de la Deutsche Welle en el que diversos políticos y algunos profesores juzgan su paso por la jefatura del Gobierno alemán. En general, son muy favorables. Desde el presidente de Rusia Vladimir Putin, el menos entusiasta, pasando por el expresidente de EE.UU. George W. Bush y el ex primer ministro de Gran Bretaña Tony Blair, hasta el expresidente de Francia Françoise Hollande, opinan sobre la señora Merkel. La única crítica negativa (y no forma parte de las declaraciones de los cuatro jefes de Estado mencionados) es que resultaba demasiado “dubitativa”.
Yo pondría ese rasgo de su personalidad como algo positivo que le queda de su formación científica. “Solo sé que no sé nada”, dijo Sócrates en un Diálogo de Platón. Aspiro a que el jefe del Estado en el que yo viva, dude constantemente. La duda es una señal de inteligencia. Me aterra Stalin, que sabía de música para silenciar al compositor y pianista Dmitri Shostakovich, uno de los más relevantes del siglo XX. Y de biología, al extremo de declarar que el pseudocientífico Trofim Lysenko tenía razón. O Hitler, que estaba absolutamente seguro de que asesinando a todos los judíos de Europa se solucionaba la mayor parte de los problemas del planeta. Temo a los que hablan ex cátedra. Como no dudan, tienen licencia para matar. Hay que dudar de todos y de todo para que no nos maten.
Ser “dubitativa” y pragmática le permitió a Ángela Merkel asumir uno de los reclamos de los Verdes, y pasar de ser una defensora de la energía producida por plantas atómicas a proponer el cierre de todas las que utilizaban la energía nuclear en el plazo de 10 años. Las últimas seis se clausurarán en 2022.
¿Cómo se convenció de que era negativo y peligroso para su país algo que generaba un alto porcentaje de la energía eléctrica de Alemania, pese al ejemplo de Francia, donde el 70% tiene ese origen y hasta es un significativo renglón de las exportaciones galas? La catástrofe japonesa de Fukushima I, sucedida el 11 de marzo de 2011, fue la clave.
Ese día, tras experimentar un fortísimo terremoto (de magnitud 9) la planta ardió y contaminó la atmósfera, Merkel decidió en ese momento alejarse a la mayor velocidad posible de la energía atómica y apostar por otros modos de producir electricidad.
Por ejemplo, la eólica, la solar o la fotovoltaica. Incluso, la energía , recientemente asociada a una compañía de la India, que permitiría tener automóviles o casas dotadas de electrodomésticos autosuficientes, sin necesidad de cargar baterías, porque se sabe del ilimitado bombardeo de neutrinos con que el sol nos regala constantemente día y noche.
Pronto podríamos ver los primeros autos Car PI circulando por el mundo. Las carrocerías absorberán los neutrinos, unas partículas subatómicas sin apenas masa, que recorren el espacio a casi 300.000 kilómetros por segundo (la velocidad de la luz).
Se discutía, incluso, si existían o no los neutrinos, y si era verdad que millones de ellos constantemente atraviesan la Tierra y todo lo que hay en ella, incluidos nosotros mismos, hasta que en 2015 le fue concedido el Premio Nobel a Arthur B. McDonald de Canadá y a Takaaki Kajita de Japón, por haber descubierto y pesado la masa del neutrino, de forma totalmente independiente uno del otro.
Como se sabe, desde Albert Einstein, que la energía es igual a la masa por el cuadrado de la velocidad de la luz (la única fórmula que recuerdo de mi pobre bachillerato), de manera que -según entiendo- la masa de los neutrinos podría ser una fuente inagotable de energía si se conseguía atrapar y acumular convenientemente. Eso, precisamente, es lo que se podría conseguir hoy en día gracias a los alemanes. Ojalá lo logren.
https://cnnespanol.cnn.com/, 05 de octubre de 2021.