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César Salas Pérez                                                                                          

Ya nada sorprende en esta desgracia de desgobierno Petro, quien afanosa y angustiosamente, casi que de rodillas, le implora a un despistado Joe Biden que le otorgue el indulto al terrorista sanguinario alias “Simón Trinidad “antes que culmine su presidencia.

La excusa de esta barbarie es la misma en tratándose de peligrosos delincuentes arropados bajo el manto delincuencial de la paz total, y es que Trinidad “puede jugar un papel fundamental en el esclarecimiento de la verdad” según el embajador de Colombia en EEUU. ¿Cuál verdad? si ni siquiera se ha abierto el oscuro capítulo de la Farc-politica.

Pero esta lucha política no es nueva, viene desde Santos y su rendición al cartel de las Farc con la falsa paz, debido a que en su momento, el pedido de liberación de este desalmado narcoterrorista fue una de las principales solicitudes de los jefes negociadores de la guerrilla en Cuba para firmarle el papelito y tomarse la foto argumentando dizque el fin del conflicto armado en Colombia.

Esa vez, la diplomacia criolla fracasó porque si algo tienen los Estados Unidos es que bandido investigado y sentenciado por su justicia y bajo sus leyes, difícilmente, vuelve a ver la luz del sol. Contrario a lo que sucede aquí, una justicia, lenta, politizada, selectiva, con jueces y magistrados corruptos, quienes pagan favores a quienes los eligen y persiguen a aquellos osados que los denuncian.

Sin embargo, las movidas de esta justicia selectiva jamás pararon su curso y es así que la JEP, a través de sus salas de amnistía o indulto (SAI), otorgó la amnistía a este guerrillero por el delito de Rebelión, el pasado 24 de junio/24.

Para las autoridades americanas esto no es realmente importante en un caso ya sentenciado porque demostrado quedó en el juicio, que este sujeto fue condenado por su responsabilidad en el secuestro de tres ciudadanos gringos y actualmente ha pagado veinte años de una condena de sesenta años. De lo que no se percatan los genios de las leguleyadas en Bogotá para torcerle el cuello a la ley y favorecer pillos es que el punible de secuestro NO es amnistiable.

Por obvias razones, lo que está en juego para Petro, su Fiscal General de bolsillo y su cuadrilla de jueces y magistrados de altas cortes activistas no es tanto la connotación jurídica sino más bien el aspecto político porque importante sería para un gobierno de bandidos que uno de sus más grandes bandidos como este excomandante de las Farc, logre su libertad y regrese al país o a ser ministro de Defensa, Canciller o gestor de paz.

Eso si sería para Petro un gran golpe de opinión dentro de su mundillo subversivo del favorecimiento y lavada de cara a las peores escorias humanas del delito que tanto daño le han hecho a Colombia. Èl lo sabe y por eso ruega al octogenario y desprestigiado Joe que se apiade y le conceda el milagrito a sabiendas que, desde el veinte de enero próximo con la llegada de Trump a la Casa Blanca, esa clase de solicitudes tan deshonrosas como hostiles no tendrían siquiera el más mínimo gesto de diplomacia alguna.

Así las cosas, esto nos deja varias reflexiones a quienes creemos en la libertad, la democracia y el imperio de las instituciones; la primera de ellas es que no queremos a los delincuentes en las calles sino en una cárcel pagando por sus delitos.

Que la búsqueda de la paz no puede seguir siendo la excusa perfecta para ceder soberanía a los violentos y permitirles cogobernar desde el centralismo capitalino de la casa de Nariño.

Una reflexión muy importante es que a este presidente jamás le ha importado solucionar los graves problemas del país como el desempleo, el hambre, la pobreza extrema, la inseguridad desbordada, el desarrollo social con enfoque territorial, la inclusión de los excluidos, el respeto por los que piensan distinto, minimizar la corrupción, la educación financiada hacia los más vulnerables, entre tantos líos que vivimos, a este desgobierno lo que francamente le interesa es quedarse en el poder indefinidamente, complacer a todos los delincuentes y aliarse con ellos para que lo blinden en sus deseos más antidemocráticos de estatizar la sociedad en absoluto y convertir la republica en su régimen privado. Para la muestra, abogar por la libertad de un sanguinario que antepuso sus torcidos ideales frente a derechos sagrados como el de la vida, la libertad, la paz y tantos otros derechos vulnerados bajo la grosería del esperpento de la Rebelión, la sedición o la asonada, viejas prácticas de la guerrillerada.

Una reflexión más es que este delincuente sabe de la ubicación de muchas de las millonarias caletas de las Farc escondidas en plena selva, el fulano conoce de las claves secretas para acceder a las jugosas cuentas bancarias del antiguo secretariado Farc en los paraísos fiscales del mundo y que esto es una exigencia a Petro de alias “Timockenko” del partido comunes.

Una reflexión no menos importante es que confiamos no tanto en el saliente Biden sino en el poder y seriedad que representa la justicia americana que debería rechazar de inmediato esta absurda solicitud de indulto urgente para aportarle a la verdad acomodada de la insurgencia (para eso están las teleconferencias desde las cárceles). Traer al país a este genocida sería un bochornoso acto de revictimización a miles de victimas que dejó este miserable en más de tres décadas de agitada vida criminal.

Publicado en Columnistas Regionales

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