La siguiente táctica que le está dando muy buenos resultados es el hecho de desprestigiar las instituciones, generar un ambiente de absoluto descredito y desprecio por la ley, la autoridad, el orden y el respeto al Estado de Derecho.
Sin embargo, en sus oscuros propósitos, sigue avanzando y gracias a la complacencia del congreso, viene tomando el control de esa institucionalidad que tanto aparenta detestar tal y como viene sucediendo con su Fiscal General de bolsillo, con el electo Procurador General un viejo negociante del poder quien sabe perfectamente de trueques, componendas burocráticas y permutas del “ yo te elijo y tú me eliges”; de las nuevas ternas en altas cortes para lograr mayorías y la declaratoria de exequibilidad de sus caprichos legales, sobre todo, en la Corte Constitucional que daría su bendición a las reformas, y de aprobarse su reelección, pasaría sin ningún lío en ese mismo desprestigiado tribunal.
Así las cosas, el siguiente y definitivo movimiento en el ajedrez presidencial es el de declarar un estado de excepción estable y duradero. Ya quedò demostrado que en dos años de mandato, el país está en un desorden total, viviendo el mismo caos en orden público de finales los noventas e inicio de milenio, con una clase política silenciosa y dominada por las corruptelas y las reparticiones de poder.
Pero ¿cuál es el objetivo del supuesto caos institucional premeditado? Simple, el objetivo es otra forma grosera pero efectiva para desviar la atención de la opinión pública sobre los diferentes e innumerables escándalos de corrupción en todo el Estado buscando poner a hablar a analistas y a la gente de a pie solo para distraerlos y soportado en argumentos poco creíbles como ‘los golpes blandos, los golpes de Estado‘ y vender su teoría de presidente perseguido al que quieren tumbar y al que no han dejado gobernar.
Reitero, esa estrategia de victimización y de caos institucional provocado tiene un segundo objetivo y es que los violentos sigan ganando terreno para desembocar en el objetivo fundamental que trazó desde qué llego al poder, declarar en menos de un año un Estado de excepción estable y duradero que lo controle todo y postergar el debate electoral del 2026 con la excusa perfecta dolosa, el deterioro del orden publico. Así conseguiría este lunático fantasioso atornillarse en el poder.
Hacia allá es que se dirige, lo ha buscado, lo ha trabajado, ha perseverado y toda su agenda la ha venido ejecutando, pero la miopía de muchos en este país y la tóxica ‘mermelada’ del erario ha mantenido a muchos en un estado de amnesia pura, como es el caso de congresistas prepagos, poderosos empresarios, medios de comunicación haciendo propaganda favorable, académicos siguiendo el juego en favor del comunismo. Uno de los resultados de todo esto es que ese negocio sellado entre gobierno y delincuencia ha venido avanzando a pasos agigantados, por esto es que la mano laxa y blanda del Estado para combatirlos está prohibida, por esto es que las FFMM y la Policía son convidados de piedra en el respeto y acatamiento de las normas superiores de brindar seguridad y asegurar la pacífica convivencia a los ciudadanos en toda Colombia. Por esto es que indefensos uniformados andan con sus lápidas atadas al cuello. No se pueden defender, menos aún, ejercer su autoridad. Hasta este punto hemos llegado gracias a este señor que ostenta el poder.
Ampliando mi teoría del estado de excepción estable y duradero, diría que es un mecanismo utilizado por el gobierno nacional para enfrentar anormalidades, como el estado de guerra exterior, el estado de conmoción interior y el estado de emergencia por motivos de orden social o económico. Alguno de estos dos últimos es el que decretaría Petro para legislar y reemplazar el actual congreso.
Inicialmente, no tendría inconvenientes para pasar por el control jurídico en la Corte Constitucional porque con mayorías ya resueltas sería declarado exequible. Posteriormente, superaría con gran facilidad el control político en un parlamento arrodillado y obediente ante el gobernante de turno, y finalmente el control contencioso- administrativo convertido en un trámite más y de poca monta.
Lo grave de esta declaratoria es el poder absoluto y descontrolado que tendría el ejecutivo para expedir a su antojo todos los decretos legislativos que le asegure suspender las elecciones del 2026, aprobar su reelección y quedarse en el poder indefinidamente. Muchos dirán que es un atrevimiento opinar de esta manera, solo les diría que este es el camino más expedito que tiene Petro para burlar la institucionalidad y no volver a soltar la presidencia.
Pensemos en un momento en lo que lleva de gobierno y vemos el país sumido en la absoluta miseria, en la inseguridad total, con una tasa de desempleo de dos dígitos al alza, con un deterioro en todos los frentes, sin salud ni educación, con unas reformas regresivas e ideologizadas haciendo transito normal en comisiones y plenarias del congreso y con más problemas que soluciones.
Otro punto crítico es que para sostenerse bien arriba, el presidente terminaría por legitimar todas las vías de hecho que sean necesarias y como ya lo manifesté, con una fuerza pública desmoralizada y atada de pies y manos que le impediría en definitiva, repeler el desorden y el caos institucional, social y económico que se vive en el país.
Un estado de excepción estable y duradero es lo que anhelan los enemigos de la libertad y la democracia para burlarse de todo un país y de toda una vida republicana.