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César Salas Pérez                                                   

La otrora empresa estatal más rentable de este país va camino a la quiebra.

Y no es un simple titular de esta columna de opinión, es la cruda realidad dentro de un análisis detallado  de los resultados de quienes la dirigen desde su gobierno corporativo, de sus dramáticos reportes en cuestión de ganancias y utilidades, de los altos costos por extraer crudo, del pobre desempeño de su valor accionario tanto en la bolsa de valores de Colombia como en la bolsa de Nueva York, de la caída notoria de sus reservas y la escasez de nuevas licencias de exploración más por sesgos ideológicos del actual gobierno que por otras variables, y lamentablemente es preciso decirlo, por no estar lo suficientemente preparada y adaptada para los desafíos de la famosa transición energética que se quedó en el discurso y no en la estrategia.

Por supuesto que es bastante amplio el abanico de dificultades que atraviesa actualmente la empresa insignia del país, sin embargo, veremos los más destacados. Para empezar, su actual presidente enfrenta investigaciones por haber sido el gerente de la campaña Petro presidente en el 2022, tema relacionado con la violación de los topes de financiación de esa campaña. Su premio fue dirigir ‘ la gallina de los huevos de oro’ así el señor no tuviera ni idea de hidrocarburos, finanzas macro, ética profesional y credibilidad personal. Ahora bien, su gobierno corporativo no ha gozado de estabilidad y las fichas en puestos claves duran muy poco y el trabajo empresarial de marca mayor, es flor de un día.

En cuanto a sus pobres ganancias y generación de utilidades, es evidente que los resultados son negativos, lo que afecta directamente el patrimonio de los colombianos que en sí son el 90 por ciento de los propietarios de la compañía. Preguntándole a alguien que sabe del tema me ha dicho que el margen bruto de utilidad llamado EBITDA no alcanzo siquiera el 20 por ciento a corte mayo de 2024 y que esta caída genera dos problemas gravísimos para el porvenir de la estatal, uno, en la perdida de la autosuficiencia petrolera, y dos, en la perdida de soberanía energética del país. Una empresa que no es rentable estará en la obligación de pedir ayuda a otras empresas que si son rentables, de lo contrario, en un santiamén, estará condenada a la quiebra.

Ahora recuerdo las palabras de la filósofa exministra de Minas, la señora Vélez, hoy en la diplomacia, cuando decía que lo más conveniente para la economía del país era su ‘decrecimiento económico’.

En cuanto al pobre desempeño de su valor accionario en la BVC como en la bolsa de Nueva York pues es transmitirle al mundo que la empresa no goza de buena salud financiera y que se sostiene más por el ahorro y buena gerencia de su pasado porque si se comparan sus índices de reposición, éstos eran superiores al 100 por ciento, mientras que en su actual gerencia, la empresa vale cada vez menos porque simplemente se está consumiendo a si misma. Agreguemos un ingrediente mucho peor, la inversión en el mantenimiento de su infraestructura productiva cada vez disminuye y la empresa envejece. En resumen, la empresa está oxidada cada vez más, por ende, no es autosuficiente en materia de hidrocarburos.

El siguiente punto es ver cómo el sesgo ideológico de Petro le declaró la guerra a la exploración y explotación de nuevos yacimientos petroleros, un doctrinario enceguecido más por el odio al sector empresarial disfrazado en doctrinas pseudo ambientalistas y climáticas que ni siquiera potencias como China o EE.UU. aplican, aun siendo los grandes contaminadores del mundo. El gran perdedor de esta barbarie progresista/socialista, nuestro sistema productivo. Ojalá algún comunista algo sensato le dijera al oído a Petro en medio de sus juergas, bacanales y agendas privadas que sin Ecopetrol es imposible financiar un nuevo modelo energético y medioambiental, es así de simple.

Cuando el incompetente insulta la objetividad y se burla de la realidad, disimula hablando de cambios de modelos en los medios de producción acudiendo en este caso, a la importación de crudo y de gas que atienda el servicio público domiciliario, del sector eléctrico y vehicular desde una dictadura mafiosa, genocida y tramposa, la del sátrapa Maduro. Mejor dicho, quien se robó a Pdvsa y la quebró ahora será quien nos exporte gas y crudo, será quien supla lo que podemos hacer, es increíble pero es la barbarie petrista.

Nadie se atreve a hablarle a manera de consejo al alcoholizado mandatario colombiano de lo desastroso que esto implicaría, una disminución enorme en los ingresos de divisas por exportaciones tradicionales, la caída dramática de ingresos fiscales por regalías, el aumento de los costos por volvernos importadores, una factura cinco veces más cara para los colombianos, la perdida de miles de empleos, un marcado empobrecimiento que implicaría quedarnos sin divisas, y en términos generales, la destrucción del mayor activo del país llamado Ecopetrol.

Lastimosamente, la empresa es hoy por hoy un antro de politiquería que se utiliza para el revanchismo a opositores y trampolín financiero para la reelección de Petro.  El dato de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) en el primer semestre de este 2024 es sepulcral, se producía más petróleo antes de pandemia (2020) que en el 2024. Conforme a las pobres reservas internas, habrá suministro asegurado de crudo hasta el 2029 y de gas hasta el 2028. Se imaginan la crisis que se nos viene en materia de hidrocarburos y peor, sin estar preparados para ir a Marte, vivir del turismo con casi la mitad de Colombia plagada de coca y guerrilla, ser aliados del grupo terrorista Hamás, odiar a media Colombia, tratar de asesinos a quienes critican y no comparten el credo Marxista/ Chavista de Petro y de los que dicen en todo lado a manera de coro ¡Fuera Petro!

Solo derrotando en las urnas esta corriente grosera de verso y prosa, se salvaría el país y la joya de la corona, Ecopetrol.

Publicado en Columnistas Regionales

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