Es necesario dejar sin piso efectivo a los políticos tradicionales que abandonaron a sus electores por mermelada, en las próximas elecciones para corporaciones municipales y departamentales. Los ciudadanos tenemos que construir un movimiento cívico y patriótico alrededor de los pocos grupos políticos minoritarios en el Congreso y fuera de él para ejercer una oposición participativa y activa que ejerza presión al gobierno nacional e impedir a toda costa la implantación del neo comunismo en nuestros territorios libres.
En efecto, el mapa político de Colombia reiteradamente señala cuáles regiones tienen arraigo en la libertad, la justicia y la democracia, en el respeto de las instituciones y en su orgullo patriótico, nuestra historia, nuestros logros y nuestra grandeza. Son regiones con cultura política republicana, sin embargo, el centralismo impide su desarrollo y su autonomía hasta el punto de que la misma política se maneja desde las élites de Bogotá que han corroído los fundamentos de la democracia incluso la Registraduría del Estado Civil que tiene dueño y fácilmente obedecerá a un dictador.
Esta manipulación de nuestro pueblo libre es intolerable, se perdió la democracia, se vive una democracia aparente, y si no despertamos todas las elecciones en adelante serán una farsa.
Las regiones pues tienen que organizarse para transformar la relación gobierno central y regiones hasta lograr la autonomía regional con presupuestos acordes con sus capacidades de tributación y reduciendo el tamaño del gobierno central, lo que significa un gran movimiento popular de unión de regiones o de unión de los pueblos libres de Colombia. Nuestro desarrollo no puede seguir sujeto a la intermediación corrupta de congresistas con el gobierno central.
La oposición desde las regiones sí tiene identidad nacional y tiene la fuerza suficiente para ejercer presión para el cambio que empodere a los pueblos libres de Colombia y que impida el sometimiento al neo comunismo que aglutina todas las agendas destructoras de la sociedad colombiana: el apetito desaforado de recursos tributarios para impulsar la creciente dependencia del Estado y eliminar los sólidos sistemas de salud y de pensión vigentes que garantizan los servicios a toda la población, la socialización del campo que destruye la iniciativa privada y produce hambruna, la penetración de capitales extranjeros en sectores estratégicos como los de energía y de la tierra para el control de la población, la educación ideologizada, la politización de la justicia y de la policía, la ideología de género, el aborto, la eutanasia etc, todo lo cual arrasa con los fundamentos de la civilización y el complejo edificio institucional del cual depende el desarrollo armónico de la sociedad.
Los colombianos merecemos tener el control de nuestra libertad ateniéndonos a la fuerza de un movimiento regional que impida cada paso tendiente a implantar el modelo neo comunista.
El Partido Centro Democrático ha sido un movimiento político de opinión, de participación activa en el Congreso y en su primer gobierno con una gran contribución a la estabilidad democrática y el progreso, pero ahora requiere de su consolidación convocando a la participación vigorosa de los pueblos libres de Colombia que se han quedado sin representación para que hagan frente al amenazante poder alcanzado por el neo comunismo desde la Presidencia de la República y sus siervos en el Congreso. En tal propósito debiera trabajar en alianza con todas las fuerzas de oposición en cada municipio, ciudad y departamento para lograr mayorías en las corporaciones públicas regionales hasta rescatar la Presidencia y las mayorías en el Congreso. El pueblo colombiano se crece en la lucha, los empresarios le apuestan a un horizonte de esperanza, las condiciones están dadas para liderar y empoderar la opinión pública de oposición, hoy, silenciosa, dispersa y débil de cada ciudadano libre de Colombia atemorizado con justificada razón.