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César Salas Pérez   

Como están las cosas, emigrar a América Latina es como cambiarse de camarote en el Titanic. Chile, en manos del comunismo, Argentina degradada por el neocomunismo, Brasil sosteniéndose con un enfermo Bolsonaro y la sombra de Lula Da Silva que aparece de día y de noche rondando el poder; Perú, en tan poco tiempo sumido en el caos con un aprendiz que hasta vergüenza da; Ecuador, con Lasso en la mira para ser investigado y encarcelado por la oposición, su único pecado, ser de derecha.

Venezuela, con el 95% de sus ciudadanos pasando hambre y necesidades. Ya todo está escrito sobre la lamentable historia de ese país y mientras no caiga Maduro y el cartel de militares corruptos que gobiernan y saquean este país, todo seguirá siendo como es.

Y nuestra Colombia, pese a los malos ejemplos del vecindario, se siente seducida por el socialismo Petrista y con ganas de probar la fórmula del cianuro lento, elegir bandidos y terroristas para sacrificar la democracia y las libertades de todo un pueblo entero.

Desde la última década, el panorama migratorio ha cambiado drásticamente, y el número de inmigrantes en la región aumentó en casi un 70%, lo que se traduce en que cerca de 40 millones de personas viven fuera de sus países de nacimiento y más de la tercera parte son Venezolanos huyendo del desastre de la revolución Bolivariana Chavista- Madurista por cuenta de la pobreza crónica, la inestabilidad política y social, la corrupción de este nido incrustado de piyuelos, la precariedad del empleo y la barbarie del régimen para arrasar con lo poco que queda de fuentes de empleo formal, la riqueza de sus recursos naturales y las reservas internacionales.

Sin embargo, otro factor que influye como fenómeno migratorio es la asimetría en la distribución de los beneficios ofrecidos por la economía internacional o globalización tanto en países receptores como emisores de migrantes, es decir, en la relación migración crecimiento y migración desarrollo.

Es que la migración no es un fenómeno que se produce al azar, sino que está arraigado a relaciones históricas, políticas y económicas.

Suramérica no tiene grandes diferencias salariales, el idioma es el mismo y la idiosincrasia no dista mucho entre unos y otros. Pero en la actualidad lo que busca el migrante es asegurar un salario, estar en un territorio tranquilo y huir del caos institucional de los gobiernos de izquierda.

Ciertamente, las verdaderas causas determinantes de la migración son tanto de expulsión como de atracción mínima. La primera, como ya se dijo, por los lamentables gobiernos de izquierda, y la segunda, por lograr conseguir un mínimo de paz y tranquilidad en territorio ajeno.

Por lo anterior, no cabe duda que, solo la extrema miseria es la que obliga a la gente a abandonar su patria. Y es que la teoría del “Estado de bienestar” tiene cansada a millones de personas por sus ataques al libre mercado, precisamente, por avalar el subsidio y la limosna, y acrecentar los cordones de miseria y desigualdad y privilegiar a un grupo selecto de comunistas tan inverosímiles en su discurso como en su praxis del poder.

Nuestro continente es azotado por la migración. Chile se dispone a cerrar fronteras, Colombia desplaza sus nacionales y colateralmente, privilegia la revolución Chavista abriendo puertas a cuanto venezolano disponga llegar y establecerse.

Se desprecia a la derecha, pero nos preguntamos ¿Por qué no hay migración masiva hacia países comunistas como si la hay hacia países prósperos capitalistas?

Simple, porque casi nadie es estúpido y la miseria no tierne amigos sinceros. Agrégale que nadie emigra para empeorar, solo para mejorar. Cualquiera que desee mejorar su nivel de vida y sea migrante no puede caberle en su cabeza irse a un país comunista.

Señores progresistas y Petristas, el capitalismo no es una receta mágica. Sencillamente funciona y depende de cada país el implementarla de buena o mala manera. Contrario sensu, el socialismo que no ha funcionado ni funcionará porque su fin es la dictadura y el sometimiento del pueblo, su ideología termina chocando de frente con la naturaleza del ser humano y solo puede ser aplicada mediante la represión y la anarquía.

D. Trump fue indagado del por qué abomina el socialismo y lo dijo con una demoledora frase: “Los estadounidenses esperan salir a pasear a su mascota, no comérsela”.

En Colombia, donde abundan los derechos más que los deberes, hay millones despreciando sus libertades y proclamándose como seguidores del socialismo, pero a la hora de estudiar o emigrar del todo, prefieren países europeos de corte capitalista y a Estados Unidos, no precisamente, a Cuba, Venezuela, Irán, Rusia, Corea del Norte o Nicaragua. No es casualidad, es doble moral.

El testimonio de millones de venezolanos es contundente: Extrañan comer tres veces al día, tener servicios públicos domiciliarios, anhelan tener una vida y empleo digno, sueñan con darle una esperanza de vida a sus hijos, volver a su patria, restablecer sus vidas, vivir en libertad y en democracia, no tener corruptos dictadores en el poder y esperar la muerte con la frente en alto.

Vivir como un cubano de a pié y no como un turista en un buen hotel sería la mejor vivencia para hacer reaccionar a tanto incauto que piensa que la izquierda es la solución de todos los problemas.

La migración en América Latina es nuestra propia implosión y el comunismo su causa principal.

Publicado en Columnistas Regionales
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