Sabemos que la política es el arte que nos define como ciudadanos y que la ideología se puede estructurar a partir de unos valores y una forma de pensar.
Por eso desde tiempo atrás, escoger si eres de derecha o de izquierda, depende en gran medida de la diferencia de enfoque a la hora de cómo gobernar una nación.
Muchas personas suelen hablar de ambos conceptos o denigrar de ellos, pero pocos saben cuál es su origen. A partir de la Revolución Francesa de 1789 ocurrió una de tantas revueltas que en su momento cuestionaba el poder de la monarquía y quería acabar con los privilegios de la Aristocracia. Entonces, los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente tuvieron que votar sobre el veto real, es decir, si el Rey de Francia quien era Luís XVI, debía tener la capacidad de rebatir cualquier Ley, aunque hubiera sido aprobada por mayoría en el parlamento.
Fue así como durante la votación, los nobles y el clero (La Gironda), se situaron a la derecha del presidente de la Asamblea, mientras que los revolucionarios contrarios al veto real (La Montaña), se situaron a la izquierda. Los indiferentes, se situaron en el centro, como cometas que se acomodan a la brisa del viento de mayor intensidad.
Eso es el centro hoy en día, un híbrido que se acomoda a su mejor postor.
Desde allí, nació la dualidad política e ideológica que con el pasar de 232 años hasta nuestros días, están más vivos que nunca. Por ejemplo, en la siempre maravillosa Francia, los Republicanos de derecha y los socialistas de izquierda; conservadores y laboristas en el Reino Unido; populares y socialistas en España; Republicanos y Demócratas en Estados Unidos; y Colombia, conservadores y liberales. Hoy, la Democracia, libertad y el orden VS el progresismo, la subversión, la impunidad y el delito.
Cuando revisamos la historia leyendo verdaderos textos de grandes autores, descubrimos que la democracia, la libertad, la institucionalidad, la moral y las buenas costumbres, la seguridad, el orden, el bienestar social, el imperio de la Ley en su estado de Derecho, la libre empresa, la propiedad privada, el desarrollo económico, el empleo, la educación y el medio ambiente, son el recetario que representan la derecha en cualquier país del mundo. Los gobiernos de derecha suelen hacer sus propuestas y programas a partir de estos componentes.
Por su parte, la izquierda, desarrolla sus ideales a partir no tanto de sus creaciones filosóficas sino más bien desde los errores de los gobiernos de derecha y de las malas interpretaciones y ejecuciones de los gobernantes de derecha.
Esta matriz ideológica izquierdista, converge en sacar provecho del descontento popular, de la instrumentalización de sus liderazgos para destruir sobre lo construido, reinventar lo que ya existe y perpetuarse en el poder así se degenere en dictaduras, regímenes violatorios de DD. HH, represivos y multiplicadores de miseria y muerte para sus gobernados.
La interpretación de las ideas depende de cada país, por ejemplo Suecia o Finlandia que son bastante desarrollados y se convirtieron en modelos sociales, económicos, políticos y culturales en la órbita mundial, han roto con los esquemas sectarios del viejo comunismo fracasado de la extinta Unión Soviética, si bien combinan sus propuestas y programas desde la esfera socialista, jamás permiten su autodestrucción con falsos liderazgos caudillistas y embaucadores, debido, precisamente, a que la sociedad y el Estado de bienestar son un complemento del individuo, de sus libertades y la iniciativa privada, como el motor económico del aparato productivo.
La izquierda conquista por los oídos, pero esclaviza con su ejercicio arbitrario del poder. Sus portavoces y clientelas acuden a la utopía, al sentimiento, el prejuicio, el partidismo y la emotividad con miras a un giro mental ciudadano, cayendo en una paradoja que él mismo padre del comunismo C. Marx mencionó alguna vez como “La miseria de las ideologías”. Sus ideas desembocan en miseria.
En el plano eminentemente local, la libertad ciudadana de elegir ideología es un imperativo de decisión personal. Pero antes de decidir es muy necesario el ejercicio comparativo entre un país como Colombia que goza de Democracia, con elecciones para escoger sus gobernantes, que proclama la libertad de pensamiento y de palabra, y que pese a sus tachas e inconvenientes, tiene una estructura político- Administrativa referenciada; mientras que un país como Venezuela que desde 1998 escogió el socialismo como su forma de gobierno, hoy se encuentra en la penumbra, anclada en el tiempo, con un régimen despótico, usurpador de las instituciones, gobernado por una banda delincuencial y genocida que sometió a su pueblo a niveles míseros, al desplazamiento forzado, una patria hermosa gravemente enferma, excesivamente pobre y una sociedad casi que muerta.
El gran ex primer ministro británico W. Churchill (1874- 1965) dijo alguna vez: “La Democracia es el peor sistema de Gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás”.
Eso significa la derecha, Democracia y más democracia. Libertad y más libertad.
Mientras que la izquierda, con sus maquillajes y falacias pareciera recordar a A. Hitler cuando afirmó que “Con humanidad y democracia nunca han sido liberados los pueblos”.
Más bien con progresismo puro y duro te deshumanizan y te roban tu democracia y libertades para caer en el libertinaje que es otro tema muy diferente.
Colombia es un país de derecha, así lo dice su historia republicana. Es un orgullo serlo, profesar y defender sus ideas; votar por sus candidatos. ¿Por qué, entonces, no lo decimos con valentía?