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Carlos Salas Silva                                                                               

Me han preguntado, en estos días, si estoy contento con el triunfo de Trump a lo que respondo: Sí, si estoy contento.

Sin fanatismos, de los que podrían haberme acusado en caso de que hubiese perdido Trump, lo afirmo con cabeza fría, esa que se tiene cuando se ha estado del lado del que finalmente sale elegido, y con la convicción de que podemos soñar un mundo mejor, uno en el que el patriotismo estará por encima del globalismo, en el que las libertades serán las que rijan en cuestiones económicas y en el desarrollo de los pueblos y de los individuos. Un mundo sin una agenda impuesta por unos burócratas, en el que no vamos a seguir cayendo en las manipulaciones de la ONU y su caballito de batalla que es la temible OMS. Un mundo con menos guerras como quedó demostrado en la anterior administración de Trump. Por otro lado, una región en la que los criminales del tal socialismo del siglo XXI van a verse a gatas para mantenerse en el poder. En el que nuestros países podrán retomar el rumbo hacía el desarrollo. Y muchas cosas más que harán grande de nuevo a América con lo que a sus aliados les podrá brindar la colaboración para que nos hagamos grandes también. Milei y Bukele ya lo han expresado, con mucha fe, en sus mensajes de felicitaciones al recién elegido presidente de los Estados Unidos de América. 

En esas condiciones, vamos a tener el reto de llevar a la presidencia a quien realmente represente nuestros intereses y asuma con responsabilidad la misión de sacarnos del atolladero. Siendo las cosas de ese tamaño, no volveremos a ver montarse al poder a especímenes como el mamarracho, que conocemos hasta el hartazgo, y que muchos querríamos nunca haber sabido de su miserable existencia.

Escuché que es preferible el escepticismo al optimismo, argumentando que es muy dolorosa la decepción. Por ahora la euforia que siento me hace ver el futuro con optimismo y no pienso en decepciones. Digno de admiración ha sido el empeño con el que un empresario se les ha atravesado a los políticos del país más poderoso del planeta y se ha hecho elegir de nuevo a pesar de todos los ataques desde distintos sectores con el que buscaron o encarcelarlo o matarlo. Ojalá no ocurran nuevos atentados porque ahí sí sería la debacle.

A mí, un colombiano del montón ¿qué le puede importar ese señor Trump? Resulta que sí, me importa y mucho. Tengo el pálpito de que si no le hubiesen robado las anteriores elecciones Petro no habría sido presidente de Colombia. Con eso me sobra y basta para ser trumpista. Me felicité por el trumphio y le di mis Kamalencias a los derrotados. No he llegado al extremo de deleitarme, como muchos en YouTube, con la lloratón de los vencidos que son el hazmerreír por sus ridículas manifestaciones de dolor. Admito que he visto uno que otro haciendo el show, pero no ha sido de mi agrado. Me parece del peor gusto, a cada cual le corresponde decidir de qué manera se muestra como mal perdedor.

Ahora el compromiso es nuestro. Que nos sirvan de ejemplo los gringos que en esta ocasión han dado muestras de salud mental al elegir al mejor y no permitir otros cuatro años del desastre del gobierno Biden-Harris, aunque dudo mucho que fueran ellos los que realmente gobernaran. Acá no tenemos un Trump, ni un Milei, ni un Bukele. A pesar de eso, no pierdo la esperanza de que sabremos escoger el mejor así no tenga la más mínima idea de quién pueda ser ¡Qué vaina!

KienyKe

Publicado en Columnistas Nacionales

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