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El curioso mensaje de Petro al presidente electo Donald Trump Destacado

Eduardo Mackenzie                                                                                                      

A Gustavo Petro le cayó probablemente el cielo en la cabeza cuando supo, el pasado miércoles, que el expresidente Donald Trump había ganado de nuevo, y con un excelente margen, la elección presidencial de Estados Unidos.

El dramaturgo Esquilo murió cuando le cayó una tortuga que volaba en las garras de un águila, como lo había profetizado el oráculo de Delfos. Eso dice la leyenda.  En lo de Petro no hubo muerto y tampoco profecía, pero el desespero del presidente colombiano sí fue evidente.

El mensaje que le envió el 6 de noviembre a Donald Trump muestra ese estado psicológico. No fue un elogio ni una felicitación sincera. Fue una mueca de cocodrilo, una muestra de altanería y despecho. Con errores de sintaxis y ortografía, Petro escribió en X: “El pueblo estadounidense ha hablado y se le respeta [sic]. Felicitaciones a Trump por su triunfo. El dialogo [sic] norte/sur sigue vigente y la realidad del colapso climático hará que giré [sic] alrededor de su solución. La única manera de sellar las fronteras es con la prosperidad de los pueblos del sur y el fin de los bloqueos. La posibilidad progresista en EEUU no podía aplaudir el genocidio de Gaza.” (1)

Lo que flota en ese texto de Petro es el decálogo del “Sur global”, no las aspiraciones de Colombia. Allí aparece, en filigrana, las principales ambiciones del grupo de los BRICS, mediante los sintagmas “diálogo norte/sur”, “colapso climático”, “fronteras”, “el fin de los bloqueos” y “genocidio de Gaza”. Solo le faltó a Petro “la gran transformación del mundo”, la expresión preferida de Pekín.

La nueva administración Trump tiene una prioridad y ésta no es solo doméstica, como algunos quisieran, es internacional. Es combatir las metas del llamado “Sur global”, esa nueva entidad que fabricó en todos estos años, con ayuda de la nueva religión wokista y decrecionistas universitaria americana y con el apoyo eminente del partido demócrata americano, las palancas, como dicen en Pekín, “para superar a Estados Unidos”, y sembrar, en cada estado norteamericano, el declive industrial, la migración masiva e ilegal, el odio, la miseria, la drogadicción, el desempleo y la inflación.

Esos factores crearon un clima de polarización extrema y guerra civil larvada en Estados Unidos. Esa agenda monstruosa, piloteada por China y Rusia, con sus acólitos de circunstancia, Sudáfrica, India y Brasil, creó el caótico panorama americano e internacional que conocemos. Esa perspectiva hay que derribarla, si Estados Unidos quiere volver a ser el líder del mundo libre.

La victoria indiscutible de Donald Trump abre la posibilidad de una reorientación vigorosa en ese sentido y de una recuperación del papel central de la más fuerte democracia del mundo.

Desgraciadamente, el presidente colombiano Gustavo Petro no está en condiciones de inscribir a Colombia en la nueva dinámica.  En su mensaje del 6 de noviembre el insiste en su línea anti sionista y antisemita al machacar la impostura del “genocidio en Gaza”. El pretende que el presidente Trump renuncie a su promesa de control de fronteras, que vuelva a la política insensata de Barack Obama y Joe Biden de abandonar a Europa, Israel y América Latina a los peores excesos del narco-comunismo, de tratar de apaciguar el terror islamista en lugar de combatirlo, de negociar y pagarle a Irán para que no se dote del arma nuclear, lo que le permitió a Teherán financiar el desarrollo de ejércitos criminales y de ocupación en el Líbano y Gaza (Hezbollah y Hamas) y de ignorar los avances ruso-chinos en el continente africano.

Trump sabe que un repliegue americano para atender únicamente los problemas internos equivale a cometer un error estratégico. China trata de sembrar la división en los países de la OTAN y reforzar el frente antioccidental en los cinco continentes. En África, ese plan existe desde la llegada de Xi Jinping hace 12 años al poder. En septiembre pasado, China prometió a 53 países africanos 50 millardos de dólares durante la novena cumbre China-África en Pekín. América Latina también está en la mira del PC chino.

Ese Sur global continua y busca atrapar otros países (2). El intento de Putin de incluir a Venezuela en la lista de países asociados a los BRICS fracasó, por ahora, por firme veto del Brasil en la reciente cumbre de Kazán.

En ese contexto, los problemas de Colombia son un reflejo del caos global. La opinión pública abomina las pretendidas “reformas” con las que Petro está estrangulando la vida en Colombia: deterioró deliberadamente las excelentes relaciones de Colombia con Estados Unidos y con Israel, para alinear caprichosamente al país con el Sur Global, está en plena desorganización de las Fuerzas Armadas y de Policía, obstaculiza la lucha contra la producción y tráfico de drogas con su línea de “paz total”, desestimula la libre empresa, la ganadería y la agricultura, destruye la industria petrolera y gasífera de Colombia, desmantela el sistema de salud y los fondos de pensiones, viola la Constitución a su antojo, sobre todo pisoteando las normas sobre la independencia de la justicia y la libertad de expresión y de prensa.

¿Cómo reaccionará ante esa catástrofe el nuevo gobierno del presidente Trump? ¿Se mostrará insensible y adoptará la línea Clinton-Obama de indiferencia maquillada en prudencia diplomática?

Nada de eso es pensado ni insinuado por Petro en su mensaje. Solo le interesan a él los puntos claves de los BRINCS: el “diálogo norte/sur sigue vigente”, etc.

Trump no dramatiza la temática del cambio climático y defiende la producción de hidrocarburos. Petro, no obstante, le saca la cantaleta del “colapso climático”.

El lenguaje provocador de Petro en su mensaje a Trump tiene un objetivo: mantener la distancia y la ruptura con Washington, lo que será bien visto por Moscú y Pekín. El presidente colombiano no da muestras de querer avanzar en el nuevo contexto. Es cierto, Trump nunca simpatizó con el exguerrillero. La prensa colombiana desempolva en estos días el ácido y profético comentario de Trump de 2020: “Joe Biden es una marioneta de los castro-chavistas como el Loco Bernie, AOC [Alexandria Ocasio-Cortez, figura del ala más izquierdista del partido demócrata americano] y la amante de Castro, Karen Bass. Biden es apoyado por el socialista Gustavo Petro, un gran perdedor y exlíder guerrillero del M-19. Biden es débil en cuanto al socialismo y traicionará a Colombia”. Y refiriéndose a los colombianos Donald Trump concluyó: “¡Siempre estaré con nuestros amigos colombianos!”.

El analista Michael Shifter cree saber que “la agenda de Trump no prioriza a Colombia” y que solo habrá tensiones con Bogotá por el narcotráfico. Esperamos que el equipo del presidente Trump vea no el árbol sino el bosque pues lo que está en juego es la estabilidad de todo el continente.

(1).- https://twitter.com/petrogustavo/status/1854156283525341339

(2).- En 2023, el Brics fue ampliado con países como Irán, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Etiopía y creó la categoría de “país asociado”.

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Ilegítimas condecoraciones

Eduardo Mackenzie

Gustavo Petro entregó este 5 de noviembre medallas inmerecidas a unos ex guerrilleros del M-19 diciéndole a Colombia en esa ceremonia que ya no hay diferencia moral --y que tal vez nunca la hubo--, entre los implacables agresores del M-19 que jamás se arrepintieron de los crímenes que cometieron y sus víctimas.

El cuestionado jefe de Estado condecoró ese día a 116 oficiales, suboficiales, infantes de marina, soldados profesionales, agentes de la Policía y personal civil de la fuerza pública. En ese acto condecoró también a ex combatientes del M-19 que prestan servicio ahora como agentes de la oficial Unidad Nacional de Protección (UNP).

Poner en pie de igualdad a ex miembros de organizaciones narcoterroristas con los agentes de la fuerza legítima del Estado no será jamás, aunque él lo pretenda, un “ejemplo de paz”. Será siempre un acto de subversión del derecho, y de humillación descarada a quienes defienden con su vida la sociedad y la ley.

Los que conspiraron, atacaron a mansalva y llevaron a la muerte a miles de colombianos inocentes, incluso si se hubiesen arrepentido de sus crímenes y pedido perdón a la sociedad pueden aspirar a ser indultados o amnistiados, pero no puestos en el mismo espacio moral, político y jurídico de los defensores de las libertades. Decir lo contrario es una muestra más de la perversión mental del ocupante de la Casa de Nariño. Así juega él con la dignidad de la fuerza pública y de las tradiciones republicanas de Colombia.

Ante esa nueva arbitrariedad del gobierno no basta la indignación ciudadana de rutina. Debemos pedir al menos que esas medallas inmerecidas a los del M-19 sean devueltas. Si les queda a ellos una gota de dignidad, o de respeto por Colombia, tendrán que devolverlas. No exigirles eso nos convierte en cómplices de esa iniquidad. Por eso les decimos: deben devolver esas medallas, si medallas hubo.

Tenemos que exigirles ese gesto, aunque a ellos no les guste y se hagan los sordos. ¡Devuelvan las condecoraciones! Los del M-19 no son ni nunca fueron héroes de la patria. Estaban en esa banda castrista para asesinar, secuestrar y mutilar a colombianos inocentes. Son indignos de esos honores. Cada vez que gritemos ¡Fuera Petro! deberíamos agregar con fuerza: “¡Devuelvan las medallas!”. Las condecoraciones inventadas por Petro son grotescas. Desháganse de ellas cuanto antes.

Publicado en Columnistas Nacionales

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