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 Mario García Isaza*                                         

Si no en su totalidad, dada su exagerada duración, pudimos observar la ceremonia inaugural de los juegos olímpicos que se desarrollan en París. Ceremonia en la que hubo, sin duda, elementos bellísimos de arte, de cultura, de alegría, de historia hermosamente simbolizada. Pero ¡ay dolor!, esa magnificencia y riqueza quedaron enlodadas para siempre por la asqueante bufonada con que un grupo de personajes ultrajó a los millones y millones de espectadores del mundo entero. La ridícula y estrafalaria reproducción que quisieron hacer de la Última Cena, la obra inmortal de Da Vinci, más allá de no tener ni un ápice de gracia, fue una bofetada, no solo al cristianismo sino a la decencia y al respeto.

No tardaron, bendito sea Dios, las reacciones de protesta contra semejante exabrupto. Menciono algunas de esas reacciones. Monseñor José Ignacio Munilla, Obispo de Orihuela-Alicante, reflexionó sobre ese hecho aberrante no solo en un comentario escrito sino en su homilía de este domingo 28 de julio; destacó el prelado la dimensión de auténtica y sacrílega blasfemia que tuvo la farsa, e invitó a hacer gestos y actos de desagravio. La Conferencia Episcopal de Francia, se pronunció de modo inequívoco; reconociendo que en la ceremonia hubo cosas bellas, lamentó que hubiese también “una promoción continuada de la ideología LGBTI” y que se hubiera “humillado los sentimientos de los cristianos, al simular la Última Cena con drag queen y travestis…” y que “la ceremonia hubiera incluido, desafortunadamente, escenas de irrisión y burla del cristianismo”

Varios Obispos de los Estados Unidos ha manifestado también su repudio a la infamia. Elon Musk, propietario de la red social Twitter, califica la burda escenificación como “extremadamente irrespetuosa”. Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, afirmó que esa ridícula actuación “refleja la decadencia y desintegración de Occidente”. El escritor y filósofo Miguel Quintana Paz, ante la altisonante declaración:” Esto es Francia”, del presidente Macron, le dio un enfático mentís, así: “No, lo de anoche no es Francia, sino su decadencia, que tú capitaneas como su degenerado en jefe”. Y Luis Ventoso afirmó en El Debate: “En su afán de ser originales, convirtieron la ceremonia inaugural en un tostón de aroma woke, estúpida mofa del cristianismo”. Hay un portal, — Peticiones Católicas— que está recogiendo firmas para exigir al COI (Comité Olímpico Internacional) que pida perdón por las ofensas y que el hecho tenga consecuencias…

Se han alzado y siguen alzándose, pues, voces de protesta y reclamo ante la procaz vulgaridad con que se nos ofendió en el acto inaugural de los Olímpicos. Y yo no dejo de preguntarme: ¿Y aquí?… ¿Quién, entre nuestros pensadores, periodistas, dirigentes, pastores, se ha erguido para protestar?… Se nos ofende, se escarnecen nuestros valores religiosos y morales, y somos perros mudos. ¡Qué pesar!

* Mario García Isaza, c.m. Ibagué.

Publicado en Columnistas Nacionales

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