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Alfonso Monsalve Solórzano

El artículo que escribí la semana pasada sobre la visión de la amenaza inminente que tiene nuestra democracia, como consecuencia de la política de Petro de impulsar asambleas y cabildos populares para respaldar sus reformas y poner en marcha una asamblea constituyente por fuera de los mecanismos constitucionales para hacerla, este sí, un verdadero golpe nuestra democracia, causó entre mis amigos optimistas cierto malestar.

Es una reacción entendible, claro está, porque piensan el país desde su adhesión a los valores democráticos liberales que implican respeto a las instituciones establecidas legítimamente y a las reglas de juego establecidas por la Constitución del 91, que incluyen el acatamiento a los procedimientos fijados para elegir los gobernantes mediante elecciones periódicas, la convicción arraigada de que la división de poderes, su autonomía y colaboración armónica entre ellos, funciona; el acatamiento a la ley; el respeto escrupuloso y la garantía incondicional de las libertades fundamentales por parte del gobernantes. Mis amigos, desde las cómodas sillas de sus bibliotecas o salas de sus casas o apartamentos ubicados en zonas urbanas todavía seguras, en una de las cuales también habito, piensan que todos, en este país, son como ellos. Miran, como escribió Mao en una de sus famosas metáforas, que tanto nos gustaban, a ellos y a mí, el cielo desde el fondo del pozo y creen que aquel tiene la dimensión de éste.

Cuando se volvieron liberales, pensaron que todos los colombianos actuaban como tales liberales y olvidaron lo que aprendieron y aprendí del ABC de esa doctrina revolucionaria:

a) La única verdad que plantean, es la que sirve a la revolución.

b) Todo método, el que sea, es bueno, si sirve a la revolución. No hay más límites éticos en la acción revolucionaria. Hay que utilizar y combinar métodos legales, como la participación en elecciones, utilizar el congreso y penetrar el poder judicial; pero también, la lucha armada, el terror, la asonada.

c) La estrategia militar consiste en librar una guerra popular en la que, c1) se crean bases de apoyo y zonas liberadas a partir de las cuales avanza el control territorial,  c2) se rodea las ciudades desde el campo y en las ciudades y en ella, tomar militar y políticamente la periferia para llegar al centro; c3) en la medida en que se obtiene el control de un territorio significativo, declarar un gobierno popular de obreros y campesinos, una nueva república, que buscará imponerse en todo el territorio nacional.

d) Doctrinariamente hablando, el único capitalismo tolerable temporalmente es el que conduce al socialismo: el capitalismo popular, que en el campo es la reforma agraria como ellos la entienden: entregar tierras a los campesinos, lo cual crea propiedad privada como estrategia para ganar su apoyo, y pasar, una vez hecha, a los procesos de cooperativización -todavía propiedad privada- y socialización, tierra como propiedad del estado, como las comunas chinas o los koljoses soviéticos (que cuando fracasaron sus revoluciones, fue lo primero que desmontaron). El aparato productivo y financiero serán finalmente nacionalizados para ser controlados por el estado.

 e) Los idiotas útiles son indispensables para el triunfo de la revolución y son de dos clases, lo que se alían con las fuerzas revolucionarias para obtener ventajas particulares, que serán utilizados y tirados luego a la basura (Lenin dijo que los capitalistas fabricarán la soga con las que serán ahorcados, pero también están los que se prestan a su juego político, convencidos de que sobrevivirán políticamente con una gran tajada, que también serán usados y tirados); y los que creen que los revolucionarios no accederán al poder porque el estado existente es fuerte y sus contrincantes débiles y/o tontos.

Con estas tesis en mente, analizaré lo que piensan mis amigos, autodeclarados optimistas.

Ellos dicen que actualmente no hay guerrilla en Colombia, sino organizaciones narcotraficantes de origen guerrillero, OCDOG, para agruparlas en una sigla, que obtienen, además, rentas en la minería ilegal, el secuestro, el tráfico de personas, etc.; que  rivales entre sí, y se enfrentan en muchas ocasiones entre ellas por territorio; qué hay grupos como el Clan del Golfo, que no tienen origen guerrillero sino en las Autodefensas, OCDOA que también colisionan con las primeras, porque igual buscan apoderarse de territorio pero, en ocasiones han hecho alianzas.

En eso mis amigos aciertan. Lo que hay que resaltar aquí es son organizaciones armadas con vocación de poder. Buscan asentarse, consolidarse socialmente y gobernar, sobre la base de sus armas, las poblaciones que controlan militarmente aplicando las estrategias de guerra que establecieron los líderes de la guerra revolucionaria, ahora aplicables a este tipo de situaciones. No se necesita ser un revolucionario para aplicar los métodos de la guerra revolucionaria para enfrentar un ejército regular o a uno no regular.

Tampoco es necesario tener un proyecto político insurgente o contrainsurgente más allá de gobernar para mantener el negocio a gran escala y ampliarlo, lo que requiere un control férreo de la población que pude darse con el modelo de democracia directa radical bajo el control de la organización pensada por los marxistas, que desconozca y sustituya la democracia representativa plural. No es coincidencia que el ELN avale la constituyente que propone Petro, pues reproduce los métodos de democracia directa atada a su organización.

Por otro lado, está Petro, que declara una doctrina económica como la señalada en el ABC, que tiene la práctica política y ética reseñada y que tiene una estrategia de negociación -con altibajos, como los ocurridos en estos días con el EMC de alias Iván Mordisco- que se mantiene en el tiempo, y que incluye, como quedó claro el pasado jueves, al Clan del Golfo. Esta política ha llevado al abandono, por parte de las fuerzas militares, de zonas enteras del país, como se evidenció en Caloto y otros municipios  en el Cauca, en donde los indígenas develaron que su organización había acordado con el Estado Mayor Central , hacía ya tres años (ojo, en el gobierno de Duque, ya se estilaba esto, si es cierta esa afirmación, pero se consolido y extendió esa política estatal durante el periodo de Petro,) sacar de sus tierras a las fuerzas armadas del estado, cediendo el control a esa organización a cambio de que no les reclutara a sus jóvenes (condición que últimamente no cumplieron, lo que ha causado ataques a la población indígena por parte de esa organización). ¡Lo que tiene el EMC en esa parte del Cauca no es una zona liberada que se constituye en una base de apoyo para su proyecto político criminal!

 Téngase en cuenta que lo mismo hace el ELN en “sus” territorios en Chocó, Nariño, Norte de Santander, Arauca, Casanare, etc.; el propio EMC en Nariño y el Clan del Golfo en los suyos. Como antes del 2002, la geografía nacional, de hecho, ha aumentado su fragmentación territorial como consecuencia de la política del presidente. Hay en muchos lugares de su geografía en los que no se ejerce la soberanía interna por parte del Estado.

En caso de que Petro continúe en su estrategia de paz, las narco-repúblicas son posibles. La fragmentación del país como resultado de la confrontación de estas fuerzas es perfectamente posible. Es más, ya funcionan a una pequeña escala. No las percibimos desde nuestro sillón, pero ahí están.

 Si Petro logra su cometido de firmar la paz, con una o varias de estas organizaciones, que no van a renunciar a los negocios ilegales del narcotráfico, la minería ilegal, etc., quedarán plasmadas normas que modificarán definitivamente nuestro modelo democrático, exigencias que ahora incluyen la constituyente, no en vano avalada por el ELN porque reproduce los métodos de democracia directa atada a su organización.

Hay varias posibilidades en ese escenario: Podría ocurrir que se balcanice el país o que una de esas fuerzas se imponga a las otras a punta de fusil y con el soporte del gobierno de Petro; o que la mayoría o todas finalmente se unan para compartir el poder. Balcanización con pequeños estados criminales o un estado criminal en la totalidad de nuestra geografía. Para tranquilidad de mis amigos optimistas, NO estoy diciendo que ocurrirá necesariamente, sino que, en caso que las condiciones sigan siendo propicias para esos grupos y para Petro, existe una gran probabilidad de que ocurra.

Eso depende, en gran parte, de lo que Petro haga para imponer su proyecto. Se equivocan mis amigos cuando piensan que Petro no tiene tiempo para plasmar su proyecto y que su permeancia en el poder es imposible porque no cuenta con las mayorías en el congreso y se requieren amplias mayorías, que no tiene ahora, para que él o su sucesor designado (que es una posibilidad que nos enseñó Argentina y ahora, nuevamente, baraja México), gane unas elecciones en el marco de las reglas de nuestra Constitución.

No hay que olvidar que él apelará a métodos ajenos a la democracia liberal: la estrategia de la Primera Línea en las ciudades y en los campos y la presión armada de sus aliados de los grupos armados. Según sus cuentas, el sur occidente del país es su base de apoyo y, además de las fuerzas locales que tenga, usará, en la medida de lo posible métodos de presión violenta, como los que mostró en su manifestación de Cali.  Y no se necesita que actúe en todo el país.  La violencia de la primera línea enseñó que bloquear el puerto de Buenaventura prácticamente puso de rodillas la economía del país; pero sin duda, la movilizará en Bogotá, Medellín, etc. Bloquear el Transmilenio y atacar CAI no necesita de grandes marchas. Pensemos que su policía política de la SIC ya está yendo por el poder electoral; que el amedrentamiento a la CSJ pudo darles un resultado positivo (ojalá no). No olvidemos que puede causar caos, descontento y desorden, quebrando las EPS y negándose a autorizar la importación de medicamentos clave. En la medida que sus reformas no pasen o las dé por perdidas, aumentará la presión de la “democracia” directa y el poder “constituyente del “pueblo”, que es el conjunto de sus cada vez menos seguidores, pero cada vez más agresivos.

Mis amigos me preguntan: ¿y en su análisis cuáles son las salidas? No tengo más que fórmulas generales, porque yo analizo, no soy un activista o un político. Mas allá de recomendar que se fortalezca la presencia en la calle, la neutralización democrática y pacífica de la acometida de las primeras líneas, un frente unido de partidos, sociedad civil y ciudadanos para que planten cara a esta avalancha, no puedo decir más. Los que sí pueden porque tienen poder, contactos y recursos, tienen la palabra. Pero deben hablar pronto.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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