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Luis Guillermo Echeverri V.* 

Como siempre, Santos le miente al país de manera brutal y descarada. Y si alguien tiene la culpa de que el narcocomunismo esté instalado en el poder, de la degeneración de la justicia y de que la producción, el proceso y comercialización de coca sean la fuente de todos los males en Colombia es Juan Manuel Santos.

Fui testigo presencial de todo esto que voy a relatar: Santos al decir que ayudó a Uribe, como en todo en su vida, sólo se vale del engaño y la patraña que es lo suyo. Santos es la reencarnación del “Bilongo” cubano, un ser al que nunca se le ha podido pillar en una sola verdad.

Gabriel Silva Luján, entonces Embajador, se negó por orden de Santos y por su condición traidora, a “ayudar” a Uribe que fue quien lo nombró Embajador a solicitud de Santos. Primero mandó la razón de que pagarían los abogados, otra trampa premeditada, a la cual Uribe con la honestidad que lo caracteriza se negó rotundamente.

Gabriel Silva Luján descaradamente, tras negar la ayuda diplomática que se le debe a todo ciudadano y más a quien los eligió y los llevó al poder, dijo que lo único que podía hacer era recomendar un abogado que le había ayudado a su familia en un lío de café. Un día en el aeropuerto de Miami cuando Uribe lo quiso abordar, corrió a esconderse como una niña para no dar explicaciones al expresidente.

Silva se lavó las manos como Poncio y Santos nunca defendió a Uribe, aunque si utilizó su legado a conveniencia propia para convencer a americanos y europeos de su utopía de paz.

Que no venga ahora el pastorcito mentiroso a decir que hizo una gestión de “alto nivel”, cuando él opera como la ley del embudo: todo “pa adentro y nada pa afuera”. Santos sólo usa las personas, jamás le ha ayudado a Uribe a nada, y como carece de carisma y no se unta de pueblo, todo en su vida gira alrededor de la mentira y el engaño en función de su propia figuración mediática.

Santos antes de 2010 iba a WDC, al igual que otro expresidente, a decir que Uribe era paramilitar. Yo eso lo sufrí cuando llegué al BID y ese era el chisme que habían armado Santos y sus áulicos.

Santos engañó a Uribe desde que noblemente lo ayudó a lucirse como ministro de Defensa, a cuenta de los logros del Presidente quien le hizo el ministerio.

Santos nada tuvo que ver con el primer mandato de Uribe. Trató ya, a finales de 2005, de acercarse a Uribe tratando de llegarle por medio de sus amistades, incluidos personajes como Luis Alberto Moreno y varios amigos y asesores.

A Santos se lo arrimaron a Uribe, entre otros, Luis Guillermo Vélez y Oscar Iván Zuluaga al formar la Unidad Nacional. Un partido que Santos transformó en la “U” y luego se quedó con él por medio de un saldo de parlamentarios voltearepas.

En 2006 Santos trató de meterse con el famoso J.J. Rendón a la campaña de Uribe, pero Fabio Echeverri los sacó por donde entraron con propuestas propias de su baja condición humana.

Santos usó todo cuanto pudo para engañar a Uribe, con tal de que lo nombrara ministro de Defensa. En ese entonces fingía ser el peor enemigo y contradictor de Chávez, pero por debajo ya tenía andando toda su lisonja.

Sin duda no fue limpia ni justa la manera como Santos preparó a los medios para que olvidaran sus responsabilidades como ministro de Defensa, y para que a su llegada al poder empezaran a desprestigiar a Uribe que fue quien, a pesar de sus limitaciones, lo llevó cargado hasta el poder.

Santos y su hermano, estrellas de la titulación lograron, una vez en el gobierno, mediática y socialmente convertir a Uribe entre las esferas del poder capitalino, en el diablo, para ellos poder pecar. Y así se confeccionó el estupro electoral recurrente del 2010, del 2014 y del 2016.

Santos engañó al país prometiendo la continuidad de la seguridad democrática (ver discurso de agosto 7 de 2010), cuando ya estaba en negociaciones clandestinas desde que era Ministro con las FARC-EP con Cuba y Chávez. Todo con miras a colgarse el Premio Nobel de la Paz, que Pastrana no fue capaz de comprar, pero él sí estaba determinado a conseguir a cualquier costo.

Santos y sus amigotes siempre envidiaron a Uribe, por su determinación de servir, su valor, su rectitud y su honestidad personal.

Y seamos claros: Santos desde que logró la candidatura puso a trabajar a su hermano Enrique, a Frank Perl, Silva, Villegas, Leyva, Eder, y a sus secretarios de “La oficina de Rosales”, con los asesores españoles, el juez Baltasar y Enrique Santiago, y engatusó a Naranjo y otros uniformados con el fin de ablandar las fuerzas armadas.

Todo esto lo presencié siendo director en el BID. Si algo de lo dicho es falso que me lo desmienta alguien en la cara. Ahí están los vídeos, las entrevistas y confirman la secuencia de los hechos relatados.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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