El filósofo Jorge Santayana dijo en uno de los volúmenes de La vida de la Razón que: “Quienes no pueden recordar su pasado están condenados a repetirlo”. Puede que para algunos, 7 años no sea un período significativo en nuestra historia republicana, pero la naturaleza de lo ocurrido en 2016 exige no olvidarse de ello por los efectos que provocó y seguirá provocando en el destino de Colombia.
En pocos días se cumplirán 7 años de un evento importantísimo de la historia de la democracia colombiana, que no podemos permitir que los cleptomarxistas que ahora gobiernan, los que gobernaban en ese entonces y sus cómplices de algunos sectores de la clase política, empresarial, eclesiástica, académica y de las ramas del poder público, pretendan que olvidemos o entendamos de otra manera lo hecho por los narcoterroristas durante décadas, ni se les juzgue a los que patrocinaron una atrocidad, por ingenuidad o complicidad, como traidores a la patria.
Hace 7 años el gobierno aliado de las Farc de ese entonces, no el de ahora, propuso un plebiscito para aprobar o negar el pacto de impunidad extorsiva que confundía la paz con el apaciguamiento. Con trampas, retorciendo la ley y los presupuestos oficiales, impidiendo cínica y abiertamente la acción de quienes estaban en contra de ese engendro maligno, amenazaron a los colombianos de forma terrorista diciendo que, si no se aprobaba, la guerrilla se tomaría el país. Con todo en contra y amenazados de forma canalla por el presidente, los colombianos valientemente rechazaron esa inmundicia, a pesar del dolor de décadas y de ser las víctimas sistemáticas de un grupo narcoterrorista que viola niños, secuestra, mata, envenena y destruye el ambiente.
No pueden olvidar los colombianos que este triunfo es una de las más importantes, significativas y valientes demostraciones de cultura democrática y política de la historia de Colombia, que en otro país decente sería recordada por siempre y merecería un arco del triunfo más grande que el de París.
Pero al mismo tiempo de semejante logro de la democracia y de los colombianos de bien, el entonces presidente aliado de las Farc, y el comisionado de “apaciguamiento” de las Farc, el señor de la Calle, que habían dicho que si perdían el plebiscito el pacto se acababa; traicionaron, cosa común en su comportamiento, a los colombianos y a la democracia que con esfuerzo e imperfecciones tenemos.
Desconocieron el resultado, hicieron unas modificaciones cosméticas y mentirosas, y le dieron un golpe de Estado a la democracia colombiana. Se burlaron de la voluntad popular, las víctimas y los soldados que ofrecieron sus vidas por nosotros, convirtiendo a los victimarios en víctimas, disfrazándolos de actores políticos y dándoles el poder de diseñar su propia jurisdicción especial, o parajusticia, que los dejara impunes, inmensamente ricos, así como reescribir una amañada “verdad histórica” para que los colombianos del mañana no sepan quienes han sido los peores enemigos del país.
No olvidemos el 2 de octubre de 2016, el día de la democracia burlada de Colombia.
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 25 de septiembre de 2023.