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Juan David Escobar Valencia

Stephen Mark Kotkin, un excelso conocedor del comunismo dice que “La principal amenaza para el comunismo, es el comunismo”, así quieran convencer a las víctimas y seguidores de ese régimen que el peligro real proviene de EE.UU., que paradójicamente aseguran desde hace décadas que está en decadencia y pronto morirá.

La sobrevivencia en el tiempo del comunismo, antes de su colapso definitivo, radica en ser un monopolio absoluto, que no puede permitirse discusión interna ni reformas, como le pasó a la URSS con Gorbachov; razón por la cual Xi Jinping “neutralizó” todas las voces disonantes en China en los últimos años con purgas supuestamente persiguiendo la corrupción. Esa necesidad de ser todo poderoso y absoluto hace al comunismo simultáneamente fuerte y frágil, como ciertos materiales que al ganar dureza pierden ductilidad e incluso resultan volviéndose quebradizos al recibir un impacto en el lugar indicado, más si viene desde su interior. Por eso la discrepancia, así sea superficial, es inaceptable dado su potencial destructor.

Cuando un líder comunista dice “aceptar” la presencia de la actividad y el capital privado, no puede entenderse como señal de alejamiento de la ortodoxia marxista y disposición a la coexistencia de sistemas. Para los comunistas la iniciativa privada es la fuente de todos los males sociales, y si por alguna razón la admite termporalmente, no es porque la considere un medio, sino un fin para luego consolidar el fundamentalismo marxista.

Cuando los regímenes comunistas enfrentan problemas económicos, resultado de los efectos propios de un modelo conceptual e históricamente fracasado, dicen que pueden tolerar la iniciativa privada, como ahora pregona la dictadura cubana con anuncios de liberación empresarial; pero lo hacen porque necesitan apagar un incendio económico, no como una evolución conceptual. Una vez la iniciativa y el capital privado resuelven la urgencia económica, los anulan y asfixian, como será el destino de la inversión extranjera en China, porque la presencia de riqueza no estatal es una amenaza existencial al poder y control absoluto del Partido. Lo mismo sucederá en Colombia con los empresarios privados, incluso los que por ingenuidad y/o complicidad apoyaron el acuerdo de “impunipaz” de Santos, presidente culpable de tener el gobierno que ahora tenemos.

El autócrata Hugo Chávez, todavía siendo candidato, decía que no era enemigo de los empresarios e incluso que los necesitaba, pero en sus 13 años de dictadura realizó casi 1.500 expropiaciones. El 5 de diciembre de 1998, en la víspera de las elecciones, dijo que: “estamos dispuestos a darles facilidades, aún más de las que hay, a los capitales privados internacionales para que vengan aquí a invertir en las más diversas áreas”. Tampoco olviden al presidente que el 19 de junio de 2022, embriagado de éxito dijo: “Nosotros vamos a desarrollar el capitalismo en Colombia. No porque lo adoremos. Sino porque tenemos primero que superar la premodernidad en Colombia, el feudalismo en Colombia, los nuevos esclavismos, la nueva esclavitud”.

Después no digan que no sabían lo que les espera.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 2 de abril de 2023.

Publicado en Columnistas Nacionales

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