Evidentemente el asalto fue a la democracia, en unas elecciones precedidas de la violencia terrorista de la primera línea, cuestionadas por la falta de garantías en la Registraduría, de estilo mafioso con pactos criminales en la Picota, financiación del hampa para comprar votos y amenazar poblaciones enteras para votar por Petro, y después consolidado el asalto, con la corrupción en el Congreso para imponer reformas para destruir nuestra institucionalidad y perpetuarse en el poder.
Los colombianos pues no podemos complacernos con la apariencia de democracia porque ya no la hay, y caminamos en plena anarquía mientras el gobernante bordea la dictadura gobernando con terrorismo económico, político y social. Amenazas van y vienen a los empresarios, a los mineros, a la industria petrolera, gas y carbón, a los territorios con su fundamentalismo ambiental, a las Fuerzas Armadas, a las EPSs y Fondos de Pensiones, en cada proyecto de ley pide facultades para legislar por decreto, y el miedo cunde ante la amenaza de sometimiento de nuestra vida al condicionamiento político de la salud y a la miseria como resultado del revés de la economía, al que nos precipita el dictadorzuelo. Eso es política de estilo criminal y el resultado ya lo estamos sintiendo en nuestra economía familiar.
Este gobierno cree que puede pasar por encima de todos pero debiera entender que solo tiene poder si se lo reconocemos. El poder se lo otorgó esa Registraduría que negocia curules, manipula datos, e impide la voluntad popular de revocar al Alcalde de Medellín. Es el poder de un papel falsificado!
Las protestas proliferan y el pueblo sale a la calle y se preparan paros nacionales, el Presidente gobierna sin autoridad porque no la tiene, en las poblaciones, en la periferia y en las grandes ciudades las bandas criminales empoderadas por el narcotráfico dominan barrios y municipios enteros, mediante la extorsión.
Esto no puede seguir así! El gobernante sigue en lo suyo y el pueblo sufre con la falta de autoridad.
El empresariado colombiano sí que menos está conforme, los gremios en su papel de interlocutores entre las empresas y el gobierno nada pueden hacer ante el amedrentamiento permanente, de un gobierno que los trata de enemigos pero que se sostiene con sus impuestos, los patrimonios de todos los propietarios han caído por la desvalorización de sus activos y los signos y las expectativas de estancamiento, la sostenibilidad de las empresas en este escenario político va a ser imposible, de modo que si los empresarios despiertan en su defensa y la del país, cuya institucionalidad es la condición necesaria para su progreso, pueden dejar sin piso a este dictadorzuelo, más rufián que caudillo.
Organizar una resistencia pacífica, creativa y decidida a impedir la destrucción de nuestro país, más que una oposición de opinión, es una necesidad inminente para todos nosotros los colombianos, al fin y al cabo se le pagan impuestos es a nuestro Estado colombiano, no a un gobierno que además se declara enemigo de quienes los pagan.