Facebook

     SiteLock

Última hora
Los paragestores de paz - Miércoles, 20 Noviembre 2024 04:06
Intervención Foro Cd sobre energía - Miércoles, 20 Noviembre 2024 04:04
Petro va por CC y Registraduría - Miércoles, 20 Noviembre 2024 04:02
La idea de “justicia” de Petro - Miércoles, 20 Noviembre 2024 04:01
Gobierno necesita aprender mucho - Miércoles, 20 Noviembre 2024 03:34

Alfredo Rangel*      

Por su obsesión ideológica y sus tendencias autoritarias, Petro podría verse ante un dilema.

Una dura apuesta política ha hecho el presidente Petro al presentar al Congreso una reforma de la salud tan radical, tan ideológica y tan estatizante. Esta tozudez se le puede convertir en un tiro en el pie. Sobre todo porque está advertido de que esa reforma tiene duros opositores en tres escenarios: en su propio gabinete, en el Congreso y en la opinión pública.

Por su obsesión ideológica, su hostilidad contra el sector privado y sus tendencias estatizantes y autoritarias, Petro podría verse ante los cuernos de un dilema: que su reforma sea rechazada en el Congreso, lo que sería una derrota política que podría marcar de impotencia el resto de su mandato; o que sea aprobada, en contravía de la voluntad del 70 % de los colombianos que apoyan el actual sistema de salud, y por efectos de la reforma muy pronto empecemos a padecer masivamente problemas de acceso, caída en picada de la calidad de los servicios, desatención mortal a pacientes críticos, además de ineficiencia, burocratismo, corrupción, despilfarro y manipulación política, todo lo cual derrumbará sus índices de aprobación y pondrá en riesgo su gobernabilidad.

Su reforma va a echar por la borda los enormes avances de Colombia en la atención de casos de mediana y alta complejidad, una cobertura universal que cubre al 98 % de la población, garantiza el 97 % de los procedimientos médicos y suministra el 92 % de los medicamentos; estos logros no los han alcanzado muchos países ricos y desarrollados que hoy ven nuestro sistema como un modelo que fue calificado en la revista inglesa The Economist como el noveno mejor del mundo. La reforma nos hará retroceder varias décadas y echará a perder esos logros que tal vez nunca veamos recuperar.

Por esto, en el gabinete al menos tres ministros han manifestado su oposición a la reforma: Hacienda, Educación y Agricultura. A estas alturas es posible dudar de la continuación de algunos o de todos estos altos funcionarios en sus cargos si llegara a aprobarse la reforma tal y como se ha presentado al Congreso. La ética y la honestidad intelectual se los impediría. La salida del ministro de Hacienda sería calamitosa para la economía nacional por su gran impacto negativo en el índice de riesgo país que provocaría.

En el Congreso las cosas no se ven fáciles para el Gobierno. Al menos el Partido Liberal, el Conservador y el de ‘la U’, entre los partidos de gobierno, han manifestado previamente su rechazo a esa reforma radical. Sin esos apoyos, los aspectos más problemáticos de la reforma –como la extinción de las EPS, la eliminación del sistema de aseguramiento, la supresión de la competencia entre prestadores de salud, entre otros muchos– podrían ser rechazados y reducir la reforma de algunos ajustes necesarios al actual sistema, pero sin afectarlo en su estructura, ni en su funcionamiento ni en sus logros.

Este caso es muy factible si tenemos en cuenta la cercanía de las elecciones regionales, lo que les permite a las directivas de esos partidos, si así lo deciden, imponer disciplina a sus parlamentarios so riesgo de que sus candidatos a alcaldías, gobernaciones, concejos y asambleas no tengan el aval de sus partidos y dificultar así su elección. Pero, todo hay que decirlo, contra esa decisión atenta el deseo del botín de decenas de miles de empleos públicos y decenas de billones en recursos públicos por la estatización de la salud, y sobre los cuales alcaldes y gobernadores tendrían manejo discrecional.

Finalmente, la aprobación de la reforma radical le daría satisfacción provisional –mientras sufren sus consecuencias– al núcleo más duro de seguidores de Petro, jóvenes izquierdistas, sindicalistas y maestros entre ellos. Pero la inmensa mayoría de la población les volteará la espalda al Gobierno y a sus aliados políticos cuando las calamitosas consecuencias de la crisis de la salud, la desesperación y la agonía sean para ella el pan de cada día. Por lo pronto, el Gobierno ya perdió la calle.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 16 de febrero de 2023.

Publicado en Columnistas Nacionales

Compartir

Opinión

Nuestras Redes