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Alfonso Monsalve Solórzano

En los cien días que lleva el gobierno de Petro, 35 lideres sociales han sido asesinados, según HRW, pero van 43, de acuerdo a Indepaz. Petro, detenga la matanza, haga algo para proteger a estos ciudadanos, y no diga que para eso son las negociaciones con los violadores de los derechos humanos en lo que llama “paz total”, porque la impunidad que se abre con la negociación mientras se realiza sin condiciones previas, y la que habrá, cobijada legalmente después, cuando se logre el acuerdo, con el diluvio de gabelas, lavado de activos, y de acceso al poder, hará que no solo estas muertes queden impunes, sino que arrecien.

De gobierno de la vida, nada, mientras los dirigentes populares caen bajo las balas asesinas como la cuota de sangre que el gobierno paga para consolidar su proyecto de empoderar los criminales y gobernar con ellos. Nunca, con esta negociación, podrá detener el cáncer del narcotráfico, porque es como poner el queso al cuidado de los ratones, y usted lo sabe y por eso lo hace.

Petro detenga la destrucción de las Fuerzas Armadas y absténgase de dar forma a su guarda pretoriana y su fuerza de choque de la primera línea, su versión de los colectivos del régimen venezolano.

Petro, detenga el saqueo de los colombianos, especialmente los más pobres, de quienes dice son los destinatarios de la reforma tributaria. Ya se la aprobaron, sin decir en qué la va a invertir, caso único en el mundo. Pero sabemos en qué lo hará: ya tiene el botín que necesitaba para comprar su futuro político a punta de subsidios. Detenga la inflación, impida que los colombianos no puedan mercar y tener acceso a los servicios básicos. No empobrezca más a la clase media, no castigue más a quienes generen empleo, en un año que será de recesión en el mundo y que, con la tributaria, la errática política de combustibles -a la que me referiré más adelante- será muy difícil para todos. Petro, detenga el camino acelerado a las bolsas de comida a cambio de lealtad, como hace su amigo de Venezuela.

Petro, detenga el fundamentalismo ecológico. Que usted haga el ridículo ante la comunidad internacional posando de presidente, no de un país, sino de una ONG ambientalista, que compita por salir en los medios con Greta Tintin Thumberg, es su problema. Que diga que si Colombia explota todo el carbón que tiene, la humanidad muere, es una payasada que causa risa y vergüenza ajena, porque hasta usted sabe que las reservas carboníferas de Colombia constituyen apenas el 1%, por lo que si nos las explotáramos no pasaría nada en el mundo. Fue una escena inolvidable. Lo dijo en serio y en tono de discurso. Prolongó la “s” final, asentó el codo ante el estrado, golpeó con un lapicero la superficie de este, mientras Maduro sonreía sibilinamente cuando Petro agregaba “Si Venezuela explota todo su petróleo, la humanidad muere”. Me imagino que el dictador pensaba: “Sí, dejen de producir petróleo y gas, que nosotros se los vendemos. Qué buen vecino nos tocó en suerte”.

Haga todo eso y mucho más, pero que su fundamentalismo no destruya el ingreso con el que principalmente se genera riqueza en Colombia; se financia, en gran medida, el estado colombiano y genera empleo. Lo que necesitamos es que permita la exploración y explotación de combustibles fósiles, no que diga que” posiblemente” lo hará, que “tal vez sí”, que “depende”, etc., para generar seguridad e independencia energética durante el tiempo que se requiera mientras el plan de sustitución de estos energéticos, se acuerda y se pone en marcha, acorde con las necesidades del país.

Petro, detenga la destrucción del sistema de salud, ya. No más mentiras, “datos” inventados, posturas ideológicas, que le impiden ver la realidad. No quiebre el sistema, que funciona, según todas las fuentes nacionales e internacionales, muchas de las cuales están más allá de toda sospecha de ser agentes del capitalismo. No genere desorden y caos para saltar al vacío y llevar al país a un retroceso incalculable en el derecho a la salud de los colombianos. Construya sobre lo construido - frase que parece un cliché-, aunque solicitarle tal cosa es como pedirle peras al olmo.

Petro, detenga la reforma política y el código electoral. No cree un superpoder de bolsillo, como en Venezuela, que diga que partidos pueden existir y cuáles no, que diga que resultados se admiten y los que no; en fin, que facilite la perpetuación del poder en la casta gobernante, como Venezuela, ya sea a través suyo, lo más probable, porque cada vez que usted o un áulico suyo lo niegan, más suena al pastorcito mentiroso; o de la señora Alcocer, o de un títere que obedezca, sin chistar, las cuerdas que usted mueve.

Si esto es en cien días, no me quiero imaginar los 1360 restantes.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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