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Pedro Aja Castaño   

“Muchas veces permitimos entrar en nuestro círculo más íntimo a los chismosos, a los envidiosos a gente autoritaria, a los psicópatas, a los orgullosos, a los mediocres, en fin, a gente tóxica, a personas equivocadas que permanentemente evalúan lo que decimos y lo que hacemos, o lo que no decimos y no hacemos.” Bernardo Stamateas, escritor.

Debido a la cita anterior, tarde nos damos cuenta que, ciertas amistades, son difíciles porque nos hemos relacionado con la mediocridad que abunda en todas partes. Esa es una verdad de Perogrullo. Y lo mismo sucede en la sociedad y las organizaciones.  Por lo que el sentido común, que nos dicen que es el menos común, pero no sabemos por qué, se supone que es la clave de muchas soluciones; o de problemas, si nos llega a fallar. Y nos rajamos cuando nos asociamos con mediocres.

Pareciera que la mediocridad fuera algo sobreentendido que variaría en las diferentes culturas políticas; algo en lo que no reparamos y que se va adquiriendo de manera imperceptible desde el día en que nacemos, lo que aprendemos en casa, el colegio o la profesión y que se especializa cuando entramos al ‘terreno de juego del diablo’ como algunos llaman a la política. Por lo que yo clasificaría la política como una gran colcha con la que la sociedad busca que quepan o se cobijen diferentes clases de gente mediocre:

LOS POLÍTICOS BUENOS Y MALOS DE SENTIDO COMÚN QUE CONFORMAN LA NORMALIDAD DE UN CONGRESO QUE SERÍAN:

  1.  Los amigos, copartidarios y familiares en último grado de consanguinidad.
  2.  Los que deben favores muy disimulados y justificados mediante papeles, préstamos, acuerdos, complicidades.
  3. Los de la preeminencia empresarial, ideológica, social o partidista; los del márquetin político que vendieron los productos que se llaman senadores. 
  4. Los representantes de lo pragmático que funciona de acuerdo con las intenciones conocidas o desconocidas del que tiene el poder.
  5. Los que José Ingenieros definió como el hombre mediocre que son las personas dóciles, maleables, ignorantes, carentes de personalidad, contrarias a la perfección, solidarias y cómplices de los intereses creados que las hacen borregos del rebaño social que no recibe nada a cambio. Viven según las conveniencias y no logran aprender a amar. En su vida acomodaticia se vuelven viles y escépticas, cobardes.

Los mediocres no son genios, ni héroes, ni santos. Viven de acuerdo con las intenciones conocidas o desconocidas del que tiene el poder. Sin embargo, son el aglutinante de lo que sería una ‘normalidad resignada’ que debe permitir cierta convivencia política con desventajas y ventajas aceptables, buscando siempre enchufarse en lo poquito o mucho que ofrece semejante sistema, por lo que le entregan su alma al régimen.

Ahora bien, en esta primera etapa de la operación PODER PERMANENTE que puede ser el de un partido o varios, en contubernio político indecoroso; una clase política, o una ideología contraria a la democracia, se debe permitir cierta convivencia política con desventajas y ventajas. Ahí se irán conociendo quiénes son los que pueden o no respaldar las verdaderas intenciones del gobernante, por lo que se propondrá un cambio constitucional que será respaldado y movido por una maquinaria de personas mediocres entrelazadas con esa política a lo largo y ancho de la sociedad.

LOS BELLACOS DE LA MEDIOCRIDAD

  1. Después siguen los bellacos que están en todos los estratos y pueden ser parte del congreso; los más peligrosos son los de la élite política porque tienen el poder para inmunizar y proteger a sus congéneres. Estos   esconden su deplorable condición moral, con títulos, diplomas, conexiones, arrogancia, imagen prefabricada, etc. Se esconden detrás de una profesión humilde o respetable; en los diversos oficios; se encuentran en las familias, colegios, instituciones. Como no tienen moral, o están enfermos, eso les impide adaptarse o imitar lo bueno.

Su personalidad no se desarrolla hasta el nivel corriente, viviendo por debajo de la moral o de la cultura dominante, y en muchos casos fuera de la legalidad. Esa insuficiente adaptación determina su incapacidad para pensar como los otros y compartir las rutinas tan comunes que los demás, mediante la educación imitativa, copian de las personas que los rodean para formarse una personalidad social adaptada.

LOS HÉROES HONESTOS RADICALES QUE COMBATEN LA MEDIOCRIDAD.

Finalmente tenemos al idealista capaz de usar su imaginación para concebir lo mejor para todos; se legitiman por su experiencia y ejemplo; se propone ideales de perfección muy altos, en los cuales pone su fe, para cambiar el pasado en favor del porvenir; por eso están en continuo proceso de transformación, que se ajusta a las variaciones de la realidad. Esa persona SÍ CONTRIBUYE a la evolución social. Es entusiasta, culto, respetuoso; a veces jovial, a veces serio; de personalidad diferente, generosa. Como un ser afín a lo cualitativo, puede distinguir entre lo mejor y lo peor; no entre lo más y lo menos, como lo haría el mediocre.

¿Por qué expongo esta variedad de personas? Porque se dan en todos los gobiernos, congresos y sociedades del mundo. Así que uno no debe ser engañado por el nombre de un partido o ideología, sino fijarse en la persona porque esa es la que va a negociar el futuro de un país. Según el modo de ser tan peculiar de esa colectividad que representa a la sociedad, el nuevo o viejo congresista tiene que funcionar mediante las enseñanzas o silencios que definen las reglas establecidas de lo que, PARA ELLOS, es aceptable, inaceptable, útil, inútil; lo que es experiencia de mostrar pero escondida en la cancha o marrullería, etc.

Sin ser sabios ni delincuentes, tienen la capacidad de ‘agradar’ o ‘desagradar’ según vayan o no con las ‘reglas’ de esa colectividad. ¿Quiénes, por lo general, desagradan? Los radicalmente honestos a los que respetan, pero en realidad temen o los envidian. Ese es el enemigo. Pero lo que esa persona de sentido común hace, generalmente, es juzgar razonablemente las situaciones de la vida cotidiana o política y decidir con acierto. Por eso lideran.

Una muestra de lo que he identificado como la naturaleza esencial de la clase política que conforma el congreso es la columna de Juan Lozano “Ni arrodillados ni enceguecidos” (El Tiempo, 07/18/22) en la que repudia ciertas conductas enalteciendo otras que identifico de acuerdo con el texto. He organizado el contenido textual en dos grupos que muestran las características de la mediocridad y el heroísmo en un escenario real, para darle sentido a lo planteado.

REPRESENTANTES DE LA MEDIOCRIDAD. Creo que se equivocan quienes viendo el triunfo de Petro, no habiéndolo acompañado en su campaña, se arrodillan indignos ante el nuevo presidente, suplicantes de migajas de poder. ¡Qué vergüenza!

El ingeniero regaló la presidencia entre primera y segunda vuelta y porque leen su decisión (sus votantes) de no hacer oposición como una traición a su compromiso de enfrentar a Petro

Hay más. Tercero, porque la tripleta de tigres expresidentes del Congreso que venían del uribismo y luego fueron entrenados por Santos en las técnicas para mantener las mayorías parlamentarias están trabajando desde la campaña para sumar apoyos, vengan de donde vengan.

En efecto, digan lo que digan, el aporte de Benedetti, Roy y, al final del camino, Lizcano fue importante pues, ante una opinión pública partida por mitades, ellos lograron sumarle unos votos decisivos de maquinaria a Petro y, en otros casos, “petrificaron” a algunos dirigentes políticos cuya forma más eficaz de apoyar a Petro fue “quedándose quietos”. El trío se convirtió en cuarteto con la llegada de Alfonso Prada, quien resultó ser un eficaz jefe de debate.

HÉROES RADICALES ANTE LA MEDIOCRIDAD. Pero también creo que se equivocan quienes, todavía furiosos ante su triunfo, se resisten a reconocer, enceguecidos, el funcionamiento de nuestra democracia.

Y encuentro que hay muchos de los casi once millones de colombianos que votaron por Rodolfo que hoy se sienten angustiados, molestos.

Ha empezado a dar vueltas una teoría constitucional, que no comparto, según la cual el único obligado a declararse en oposición en el Congreso es el candidato derrotado en segunda vuelta, si quiere usufructuar esa curul en el Senado. La registro porque el malestar de millones de votantes con Rodolfo es manifiesto. Dicen que, si Rodolfo quiere apoyar a Petro, bien lo puede hacer, pero desde la calle, no desde la curul reservada para el jefe de la oposición, tal como lo fue Petro en el gobierno de Duque.

Petro ya empieza a sentir la presión de inconformidad de algunos en su base ante el protagonismo que están cobrando en EL DESPERTAR DE SU ERA LOS NUEVOS PETRISTAS que han representado a la clase política tradicional, a los expresidentes y a los gobiernos del pasado que tanto criticó el propio Petro

Resulta indispensable desarrollar unos liderazgos ciudadanos calificados que permitan una deliberación democrática sobre las reformas que se propondrán.

Así las cosas, sin callar por temor ni por cálculo, sin regalarse a Petro y sin oponerse porque sí o por dogma a todo cuanto Petro proponga, se abre una oportunidad de oro para una deliberación ciudadana y de sociedad civil profunda, ilustrada, argumentada, constructiva, honesta, patriótica, justa, equitativa, futurista y generosa sobre los grandes temas del país. Las urgencias del momento y la defensa del bien común así lo exigen. Hasta aquí el texto de Juan Lozano.

Pues bien, el anterior es el escenario político complejo que percibe Juan Lozano. Ahora bien, las percepciones complejas hay que traducirlas en CONCEPTOS CLAROS para elaborar tácticas y estrategias políticas o morales; sociales o de convivencia que desemboquen en una CULTURA TRASNFORMADORA. Y en este caso los conceptos claros son MEDIOCRIDAD Y HÉROES CONTRA LA MEDIOCRIDAD. Si la sociedad se concientiza de esos conceptos, los promueve y practica, se podrá desarraigar, de origen, la mediocridad que rige al mundo actual. A eso le tienen miedo porque no es noticia. 

Porque hasta ahora los conceptos claros del conflicto colombiano son los relacionados con la violencia encarnada en la guerrilla; el narcotráfico corruptor; las injusticias; la verdad amañada; el papel de los medios. Y pareciera que ese fuera el único escenario que existe por lo que, para enfrentarlo, se han utilizado las armas y las opiniones variadas cuyo único norte es la peculiaridad, profesión o ideología de cada escritor de lo que resulta la confusión. PERO MEDIOCRIDAD Y HEROÍSMO SON CONCEPTOS CLAROS DESLIGADOS DE CUALQUIER CONFUSIÓN.

Por lo que la sociedad no ha tenido un liderazgo eficaz, pacífico y entendible para enfrentar este flagelo, mediante conceptos diferentes a los de los  violentos para  que sean entendidos por todos, sin rasgos ideológicos, partidistas o religiosos. Son conceptos civiles, sociales, los de mediocridad y heroísmo. Porque un acuerdo de paz con prebendas para personas mediocres pertenece a la MEDIOCRIDAD; y la prueba es que las disidencias de las FARC, el ELN  y varios grupos delincuenciales siguen haciendo la guerra.

¿CUÁL ES LA MORAL DE UN IDEALISTA QUE DEBE INSPIRAR A LA SOCIEDAD? Debe vivir y promover la emoción de un ideal fundado en la experiencia. Hay que diferenciar entre un idealismo romántico, el pragmático y el estoico que deben motivar o ser ejemplo para los hombres mediocres. Hay que señalar a la indiferencia ante la mediocridad social porque es el caldo de cultivo de los males sociales. Una nuestra preocupante de la mediocridad es la normalización de la vulgaridad, las malas costumbres que son la frontera sutil que antecede al delito. Esto es fácil de detectar.

Pero no tanto lo es la mediocridad intelectual, moral o funcional que pretende hacerse cargo de  la directriz de la sociedad. Esa es la principal lucha del idealista. Contra la normal maledicencia, la mala intención que no se asocia con la letalidad moral, los demonios de la estupidez que creen que con discursos se arregla la sociedad, cuando la realidad es que no son los discursos sino los ejemplos los que transforman.

Por otra parte, no existe ninguna educación sobre la importancia de obedecer las reglas iniciales de la familia que son el fundamento de la legalidad y la legitimidad, porque se cree que hay que ‘educar’ la mente mediante información, sin enseñar a pensar; y agregándole el olvido de educar la  voluntad, las emociones y la sensibilidad que son las bases de la civilización.

De lo anterior se debe deducir de manera cotidiana que para combatir la mediocridad se comienza inculcando valores morales, evitando la hipocresía. Al niño honesto debe cuidársele para no ser engañado por los atractivos de la deshonestidad; niños y niñas deben aprender la función social de la virtud que va a desarrollar posteriormente el talento moral sabio y apropiado para las situaciones difíciles que encontrará en la vida en lo que hoy se conoce como GUERRA CULTURAL que ya empieza a preocupar a la academia y las mentes de alto vuelo.

A los formados por una sociedad mediocre se les ‘educa’ enseñándoles dignidad, haciéndoles ver que uno de los problemas fundamentales de la sociedad es la VANIDAD con sus múltiples tronos de exhibición que pretenden ser los nuevos líderes. Esa falsa importancia genera envidias risibles, de tal forma que el mal gusto busca ser imitado; los héroes verdaderos son rodeados de los roedores de la gloria que se autoproclaman como ‘críticos’. Pero Dios se inventó un remedio contra todos estos desvaríos: la decadencia de la vejez y la muerte en la que todos quedamos nivelados y felizmente olvidados para muchos. Por eso muchos mediocres se imaginan que les harán estatuas; y seguramente las tendrán, pero las del desprecio y el miedo en la mente de las generaciones: Hitler y Lenin.

 Pero hoy los ‘hítleres’ y ‘lenines’ tienen otros disfraces para escenarios reales cuya guerra es la de la desinformación. Las víctimas son los individuos pensantes que lideran la sociedad, a los que pretenden confundir, no mediante discursos, sino escenarios manipulados, para que la ‘confusión’ se vea como un resultado espontáneo de la sociedad.

Ahora bien considero que la CONFUSIÓN ES EL FUNDAMENTO DE LA MEDIOCRIDAD  porque elude el debate, el raciocinio.  Estos son los escenarios de confusión creados artificialmente para desvertebrar lo bueno e instaurar como normal lo malo:  La cultura, la religión, los partidos, la mercantilización de la economía, la estatización de la política, la función del intelectual que se ha erigido en juez para remplazar a la autoridad legítima, la opinión pública manipulada, los medios al servicio de la contracultura de izquierda, el uso de las redes y la tecnología, la imagen vs la realidad de las personas, el espacio público digitalizado y las diferentes tácticas para desvertebrar la normalidad conocida. Estas son las estrategias más notables en este momento.

  1. Las diferentes olas del feminismo que llaman libertario que comenzó con Simone de Beuvoir y su libro El Segundo Sexo.
  2. El marxismo cultural de Gramsci
  3. Dizque los ‘pensadores’ del socialismo del siglo 21
  4. La ideología de género, el lenguaje inclusivo que pretende manipular las estructuras lingüísticas normales desarrolladas mediante la evolución de la lengua.
  5. Para confundir o dominar se impone una nueva identidad o actitud pretendiendo subvertir moralmente el fuero interno de las personas mediante siglas y palabras que deben aceptarse so pena de ser acusados por lo que se les ocurra.
  6. Y para someter la espontaneidad natural y cultural de las personas, esta es la NEOLENGUA  que debe utilizarse al estilo de la dictadura que George Orwell describe en su famosa novela 1984.  Si no lo haces… ¡Pailas!   Bifobia, bisexual, características sexuales, cisgénero, crimen de odio, expresión de género, género, heterosexismo, hombre gay, , homofobia, homosexual, identidad de género, intersexual, lesbiana, lesbofobia, LGBTI, orientación sexual, población clave (los más expuestos a enfermedades de transmisión sexual), transfobia, transgénero, travesti, VIH, violencia de género.

Con lo anterior se busca TRADUCIR la conducta normal de las personas al NUEVO LENGUAJE DE UNA IDEOLOGÍA DOMINANTE. ¿Qué se busca con eso? Confundir para destruir el alma de las personas. Ese es el propósito final del comunismo ateo que se logra mediante un nuevo liderazgo dictatorial disfrazado de progresismo. Mi observación final sería: no enfrentamos una guerra política, sino que existe el enfrentamiento entre la mediocridad y la excelencia. Y siempre ha sido así.

Publicado en Columnistas Nacionales

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