Se trata de un atentado criminal dirigido contra quienes piensan -pensamos- distinto a Petro y sus aliados, hecho que siembra un delicado precedente y que nos permite ver con físico terror de lo que son capaces los seguidores de quien ha forjado su vida pública a través del uso de la violencia y el terrorismo.
La expresión de uno de los conferencistas internacionales, el diputado español del parlamento europeo Hermann Tertsch, es perfectamente esclarecedora. Exhibiendo una roca gigantesca que fue lanzada contra el hotel en el que se encontraban deliberando, expresó: “Estos son los argumentos de Petro”.
Y sí: el discurso de Gustavo Petro es el de la violencia, el del odio, el del atentado personal contra quienes con ideas y argumentos nos oponemos a que la democracia colombiana sucumba ante los cantos de sirena del ‘socialismo del siglo XXI’.
Los militantes de la Colombia Humana han hecho en esta campaña política todo lo posible por eclipsar las ideas a punta de insultos y de agresiones personales. Empezaron en las redes sociales, luego se volcaron a las calles y ahora emprenden acciones dirigidas como la del viernes de la semana pasada contra el ‘Foro de Madrid’.
Yo, que estoy en las calles de Antioquia hablando con mis conciudadanos, construyendo con ellos las propuestas e iniciativas para hacer de Colombia un mejor país, no me dejo amedrentar por las amenazas y los ataques. Como persona, siento que estoy asumiendo un riesgo inmenso, pero lo hago con convicción y con ardentía. Nuestra nación no merece el futuro que ofrece el petrismo.
Por eso, mi invitación a todos los amantes de la libertad, independientemente del partido político al que pertenezcan es a que no dejen que su voluntad sea doblegada por la brutalidad de los neocomunistas. Ellos creen que lograrán ponernos de rodillas y que el pánico que producen sus acciones demenciales neutralizará nuestra capacidad de lucha política. Que las rocas que ellos nos lancen se conviertan en vitamina para alzar nuestra voz mientras continuamos recorriendo el país, de extremo a extremo, con ideas y proyectos que construyan y que fortalezcan nuestro modelo republicano.
Lo anterior no significa que dejemos de exigir acciones concretas por parte de las autoridades para garantizar un mínimo de seguridad física en esos difíciles meses que tenemos por delante. Este no es un asunto de menor importancia. Ya hay personas que han perdido la vida por cuenta de las acciones vandálicas de la tal “primera línea”, grupo que ha sido adoctrinado, alentado y hasta financiado por el petrismo. El terrorismo es el peor enemigo de la democracia y Gustavo Petro no podrá salirse con la suya, creyendo que apelando a la violencia logrará llevar a que la mayoría de ciudadanos le abran el camino hacia la presidencia de la República.