Claramente Bogotá no puede depender indefinidamente del pico y placa. La población de la ciudad no va a parar de crecer a futuro y la infraestructura vial de la ciudad no puede seguir siendo la misma de hace 30 años.
De hecho, uno de los puntos más graves del POT que Claudia López acaba de expedir por Decreto, un escenario que como candidata criticó a más no poder, es la suspensión de obras vitales para la ciudad como la ALO Norte y la extensión de las Avenidas Boyacá, Ciudad de Cali y Suba.
Además, al detener el crecimiento organizado de la capital hacia el noroccidente lo que termina generando este nefasto POT es un incremento marcado de la densidad poblacional, quizás uno de los mayores problemas estructurales que afronta hoy en día Bogotá y que implica que hay muchas personas viviendo en poco espacio, lo que, a su vez, explica las congestiones en movilidad.
Asimismo, esta dinámica causa un alza en el precio de la vivienda que cada vez es más escasa, lo cual genera que miles de familias se vean obligadas a mudarse a los municipios aledaños para tener un costo de vida más accesible, situación que se traduce en un mayor tráfico vehicular en las vías de acceso a la ciudad. Nada más para mencionar un ejemplo, ingresar a Bogotá por la Autopista Norte es un viacrucis que le hace perder a las personas, como mínimo, hora y media cada día.
Por eso, la ampliación del pico y placa a todo el día puede que descongestione algo la ciudad a corto plazo, pero no va a servir de nada a futuro, más aún cuando lo que puede terminar sucediendo, como aconteció cuando se implementó esta medida en la Administración de Samuel Moreno, es que las familias adquieran un nuevo carro para hacerle el quite a la medida, con lo cual se expande el parque automotor de la capital y se crea un problema peor.
Adicionalmente, es ingenuo pensar que las personas deciden voluntariamente dejar de usar carro para transportarse en bicicleta o transporte público. Por un lado, la calidad del servicio prestado por Transmilenio y el SITP es realmente mala. Entrar a una estación en hora pico es someterse a una aglomeración incontrolable donde la delincuencia hace de las suyas. Por otro lado, difícilmente los bogotanos acudan a la bicicleta como medio de transporte ideal cuando las condiciones de inseguridad son tan alarmantes en la ciudad.
Ahora bien, lo que sí es cierto es que no es justo que la ampliación en la restricción a la movilidad no vaya acompañada de una disminución proporcional en el costo del SOAT y el impuesto vehicular. Los conductores pagan como si pudieran usar su carro 365 días, pero en la práctica casi un tercio del año los vehículos no se mueven. Una realidad que perjudica sin fundamento alguno el bolsillo de las familias colombianas y que debería corregirse con urgencia.
@Tatacabello
https://www.losirreverentes.com/, Bogotá, 31 de diciembre de 2021.