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Tatiana Cabello       

Afortunadamente se hundió esta semana el proyecto de ley que pretendía desmontar el Esmad. Una peligrosa propuesta que fue contenida por las mayorías de la Comisión Segunda del Senado y que habría implicado un quiebre insubsanable a la institucionalidad del País.

Desde siempre ha habido sectores enemigos del Esmad. En el proceso de La Habana, por ejemplo, las Farc en repetidas ocasiones intentaron acabar con este escuadrón y cada vez que hay protestas salen los mismos actores políticos a exigir su eliminación. Es prácticamente una obsesión a la que se han ido montando Alcaldes, Congresistas y candidatos para obtener réditos electorales.

Y claro, qué mejor discurso para capturar la atención de cierta parte de jóvenes que cercenar el uso de la legitima autoridad del Estado. Que vivas las revueltas, que bloqueen las carreteras y que destruyan los medios de transporte sin que nada pase. El reinado de la anarquía en su mejor esplendor.

Sencillamente eso es algo que no podemos permitir. Así algunos se nieguen a reconocerlo, la labor del Esmad es vital para mantener el marco constitucional, dado que es la dependencia del Estado que preserva el orden público ante los disturbios. Algo que tienen completamente claro los más de 100 países que tiene su versión de Policía Antidisturbios o Riot Police.

¿Se imaginan lo que sucedería en Bogotá o en Cali si no existiera el Esmad? ¿Quién protegería a los comerciantes, trabajadores y habitantes de las ciudades frente a las agresiones de la minga del Cauca o las bombas molotov de los encapuchados? ¿Cómo se desmontarían los bloqueos que paralizaron el Portal Américas durante varias semanas?

Quedaríamos inmersos en el caos total.

Además, pretender que la solución a los problemas que hay es cambiar el Esmad por una unidad especial de diálogo, como proponía el proyecto, es algo tan ingenuo que raya con la estupidez. Eso equivaldría, en términos prácticos, a promover a nivel nacional los gestores de convivencia de la Alcaldía de Bogotá que no lograron contener en lo más mínimo los infames ataques que se perpetraron contra la infraestructura de la ciudad durante mayo.

Y con esto no estoy diciendo que no haya que tener abiertas las puertas al diálogo. Por supuesto que ese camino siempre debe existir. Sin embargo, cuando las manifestaciones cruzan la línea de la violencia el Estado no puede actuar con debilidad. El ejercicio de la legitima autoridad es un elemento inherente a la institucionalidad a través del cual preserva los derechos de la comunidad y al que no se debe renunciar en ningún momento.

Así muchos quieran ver su fin, somos millones los colombianos que estamos agradecidos con los uniformados que exponen su vida para cumplir una de las tareas más difíciles y que no vamos a permitir su eliminación.

Larga vida al Esmad.

@Tatacabello

https://www.losirreverentes.com/, Bogotá, 11 de noviembre de 2021.

Publicado en Columnistas Nacionales

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