Pero en Colombia la ciudadanía no se puede dar “semejantes lujos”, como ocurrió con los vecinos del Pacífico, en razón a que el país tiene una frontera con Venezuela de 2.219 kilómetros y la dictadura de esa nación conspira en contra de nosotros desde hace años, dando cobijo a la narcoguerrilla del Eln y las Farc, asunto que hay que tenerlo en cuenta, debido a que esas bandas armadas se constituirían con el patrocinio de Miraflores y la complacencia del gobierno colombiano (si gana Petro) en parte del llamado “poder popular”, que tanto le fascina al castrochavismo o comunismo totalitario para consolidar eternamente la tiranía.
Además con un triunfo comunista en el 2022, las fuerzas totalitarias tienen bastante adelantado su proyecto absolutista, mediante la denominada Primera Línea que, a base de terror en contra de la población la amedrantará, para enajenarla y adocenarla, y de esa manera acabar con las libertades individuales y la democracia, atacando medios de comunicación, sindicalismo democrático, propiedad privada, Iglesias y otras instituciones que no sean del agrado del régimen, lo que significa que la Primera Línea en un eventual gobierno petrista se convertirá en analogía de los Comités de Defensa de la Revolución en Cuba o colectivos chavistas en Venezuela.
La izquierda y la derecha que son términos que se utilizan en la política, especialmente, en sana lógica se deben de tomar como simples formalismos, porque la verdadera contradicción en los países latinoamericanos es entre la democracia y el totalitarismo, representado el segundo por el anacronismo marxista, al cual los mamertos de la región no han renunciado, y por eso le cambian de disfraz, llamándolo alternativo, progresista, bolivariano, indigenista, socialismo del siglo XXl, Foro de Sao Paulo y otras hierbas; mientras que la democracia está representada por partidos y movimientos que tienen como principio a la libertad individual, que es la condición suprema de la humanidad.
El totalitarismo que también se hace llamar izquierda, por el oportunismo que lo caracteriza, utilizó las movilizaciones que comenzaron el 21 de noviembre de 2019 con un paro, que luego se radicalizó con saboteos y actos terroristas de la Primera Línea a partir del 28 de abril del 2021, promocionando desde diferentes sectores la candidatura presidencial de Gustavo Petro, quien ha buscado sacar dividendos políticos de las protestas, pues lo que le interesa por encima de cualquier consideración ética es su aspiración, que desde luego hace parte del totalitarismo. Sin olvidar que las etiquetas izquierda y derecha surgieron en la Revolución Francesa hace 230 años y actualmente se prestan para confusión e intrigas, como lo estamos viendo actualmente en Colombia.
Cabe nuevamente recordar que el sátrapa ruso de Lenin rechazaba de alguna forma el termino izquierda, en su texto titulado “la enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo” lo que demostraría que para el totalitarismo comunista las denominaciones izquierda y derecha no les preocupa y solo las usan como táctica de acuerdo a las circunstancias para la toma del poder, por ello los amantes de la libertad no se pueden dejar imponer las dicotomías del marxismo leninismo como son: izquierda o derecha y también capitalismo o socialismo.
Por el rezago ideológico de algunos pueblos latinoamericanos, se echa en el mismo costal al sindicalismo, la izquierda y el marxismo, claro que para el caso colombiano la situación es todavía más confusa, debido a que en los llamados grandes medios de comunicación hay “líderes de opinión”, cuyo desconocimiento en la materia es patético, con lo cual la falta de discernimiento no permite que estos temas se aproximen a la realidad.
La izquierda se consideraba en la Revolución Francesa como una corriente que buscaba las transformaciones sociales y el cambio de gobierno, luego el marxismo o comunismo totalitario que siempre pretende montar camarillas eternas en la dirección del Estado, de acuerdo a las enseñanzas de la Revolución Francesa no se puede ubicar específicamente en la izquierda, de ahí hay que reiterar que el marxismo por su obnubilación y superstición es antihistórico y no tiene ni vigencia ni defensa, y lo único que le ha aportado a la tierra son grandes tragedias.
En los asuntos morales que se ventilan en la mentada izquierda, como el aborto, la eutanasia, el matrimonio gay, la adopción de niños por parte de parejas homosexuales etc; son cuestiones que si las miramos desde el punto de vista de la democracia liberal, se deberían de tomar como comportamientos individuales en una actitud frente a la vida que la Sociedad y el Estado deben de analizar, buscando no perjudicar a otros, ya que la libertad de la persona acaba en donde comienza la de los demás; haciendo énfasis en la responsabilidad propia del individuo y la Sociedad en su conjunto; así que la conducta personal solo se restringe cuando afecta a otros, y el respeto y la tolerancia deben de ser premisas fundamentales para no agredir ni material ni moralmente al ciudadano.
La contradicción entre sindicalismo y marxismo es inocultable, sin dar lugar a encuentros, porque desde la aparición del engendro comunista totalitario, siempre este aspiró a tener el dominio de las organizaciones de los trabajadores, no para propiciar las reivindicaciones sociales y económicas de los obreros, sino para utilizarlos de masa de maniobra, buscando la toma del poder político para implementar una dictadura en donde a los primeros que se atropella es a los trabajadores, por ello fue que se repudiaron las tesis de Marx en la Primera y Segunda Internacional en el siglo XlX. Así que el destino del marxismo igual que el nazismo, el fascismo y el apartheid es el basurero de la historia, pues su carácter absolutista, cruel e inhumano no tiene cabida dentro de la civilidad y la ética.
La independencia y la democracia sindical es el centro de gravedad del accionar de los trabajadores, entonces no se puede permitir que sectas como el marxismo manipulen la lucha obrera, por ello no deben existir vínculos entre las organizaciones de los trabajadores y el comunismo totalitario, porque eso lleva a una situación absurda o como se dice tradicionalmente es revolver el agua con el aceite. Subrayando que repudiar al marxismo o ser anticomunista no es una herejía y se encuentra en la lógica y la razón.
Indudablemente para nuestros pueblos, la contradicción principal es entre la democracia y el totalitarismo, puesto que izquierda y derecha son formulas inanes que alucinan y dispersan.