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No puede haber confusión ante la dictadura que se avecina

Ariel Peña               

Se pretende hacer creer que así como en el Perú ganó la presidencia de ese país Pedro Castillo, un comunista confeso, y en Chile triunfo en los comicios del 19 de diciembre el también marxista Gabriel Boric, entonces según los seguidores del Pacto Histórico en Colombia, se puede elegir a un candidato con ideología totalitaria, que para el caso nuestro sería Gustavo Petro; lo cual es alejado de toda lógica, puesto que las situaciones de Chile y Perú son bien diferentes a la colombiana, porque en esas dos naciones el electorado se equivocó y más adelante se verán las consecuencias.

Pero en Colombia la ciudadanía no se puede dar “semejantes lujos”, como ocurrió con los vecinos del Pacífico, en razón a que el país tiene una frontera con Venezuela de 2.219 kilómetros y la dictadura de esa nación conspira en contra de nosotros desde hace años, dando cobijo a la narcoguerrilla del Eln y las Farc, asunto que hay que tenerlo en cuenta, debido a que esas bandas armadas se constituirían con el patrocinio de Miraflores y la complacencia del gobierno colombiano (si gana Petro) en parte del llamado “poder popular”, que tanto le fascina al castrochavismo o comunismo totalitario para consolidar eternamente la tiranía.

Además con un triunfo comunista en el 2022, las fuerzas totalitarias tienen bastante adelantado su proyecto absolutista, mediante  la denominada Primera Línea que, a base de  terror en contra de la población la amedrantará, para enajenarla y adocenarla, y de esa manera acabar con las libertades individuales y la democracia, atacando medios de comunicación,  sindicalismo democrático,  propiedad privada,  Iglesias y otras instituciones que no sean del agrado del régimen, lo que significa que la Primera Línea en un eventual gobierno petrista se convertirá en  analogía  de los Comités de  Defensa de la Revolución en Cuba o colectivos chavistas en Venezuela.

La izquierda y la derecha que son términos que  se utilizan en la política, especialmente,  en sana lógica se deben de tomar como  simples formalismos, porque la verdadera contradicción  en los países latinoamericanos es entre la democracia y el totalitarismo, representado el segundo por el anacronismo marxista, al cual los mamertos de la región no han  renunciado, y por eso le cambian  de disfraz, llamándolo  alternativo, progresista, bolivariano, indigenista, socialismo del siglo XXl, Foro de Sao Paulo y otras hierbas; mientras que la democracia está representada por partidos y movimientos que tienen como principio a  la libertad individual, que es  la condición suprema de la humanidad.

El totalitarismo que también se hace llamar izquierda, por  el oportunismo que lo caracteriza, utilizó las movilizaciones que comenzaron el 21 de noviembre de 2019  con un paro, que luego se radicalizó con saboteos y actos terroristas de la  Primera Línea a partir del 28 de abril del 2021,  promocionando desde diferentes sectores la candidatura presidencial de Gustavo Petro,  quien ha buscado sacar dividendos políticos de las protestas, pues lo que le interesa por encima de cualquier consideración ética es su aspiración, que desde luego hace parte del totalitarismo. Sin olvidar que las etiquetas izquierda y derecha surgieron en la Revolución Francesa hace 230 años y actualmente se prestan para confusión e intrigas, como lo estamos viendo actualmente en Colombia.

Cabe nuevamente recordar que el sátrapa ruso de Lenin rechazaba de alguna forma el termino izquierda, en su  texto titulado “la enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo” lo que demostraría que para el totalitarismo comunista las denominaciones izquierda y  derecha  no les preocupa y solo las usan como táctica de acuerdo a las circunstancias para la toma del poder, por ello los amantes de la libertad no se pueden  dejar imponer las dicotomías del marxismo leninismo como son: izquierda o derecha y también capitalismo o socialismo.

Por el rezago ideológico de algunos pueblos latinoamericanos, se echa en el mismo costal al sindicalismo, la izquierda y el marxismo, claro que para el caso colombiano la situación es todavía más confusa, debido a que en los llamados grandes medios de comunicación hay  “líderes de opinión”, cuyo desconocimiento en la materia es patético, con lo cual la falta de discernimiento no permite que estos temas se aproximen a la realidad.

La izquierda  se  consideraba en la Revolución Francesa como una corriente que buscaba las transformaciones sociales y el cambio  de gobierno, luego el marxismo o comunismo totalitario que  siempre pretende  montar   camarillas eternas en la dirección  del Estado, de acuerdo a las enseñanzas de la Revolución  Francesa  no se puede ubicar  específicamente en la izquierda, de ahí  hay que reiterar que el marxismo por su obnubilación y superstición es antihistórico y no tiene ni vigencia ni defensa, y lo único que le ha aportado a la tierra son grandes tragedias.

 En los asuntos morales que se ventilan en la  mentada  izquierda, como el aborto, la eutanasia, el matrimonio gay, la adopción de niños  por parte de parejas homosexuales etc;   son cuestiones  que si las  miramos desde el punto de vista de la democracia liberal, se  deberían de tomar como  comportamientos individuales en una actitud frente a la vida que la Sociedad y el Estado deben  de analizar, buscando no perjudicar a otros, ya que la libertad de la persona acaba en donde comienza la de los demás; haciendo énfasis en la responsabilidad propia del individuo y la Sociedad en su conjunto; así que la conducta personal  solo se restringe cuando afecta a otros, y el respeto y la tolerancia deben de ser premisas fundamentales para no agredir ni material ni moralmente al ciudadano.

La contradicción entre sindicalismo y marxismo es  inocultable, sin dar lugar a encuentros, porque desde la aparición del engendro comunista totalitario, siempre este aspiró a tener el dominio de las organizaciones de los trabajadores, no para propiciar las reivindicaciones sociales y económicas de los obreros, sino para utilizarlos de masa de maniobra, buscando la toma del poder político para implementar una dictadura en donde a los primeros que  se atropella es a los trabajadores, por ello fue que se repudiaron las  tesis de Marx en la Primera y Segunda Internacional en el siglo XlX. Así que el destino del marxismo igual que el nazismo, el fascismo y el apartheid es el basurero de la historia, pues su carácter absolutista, cruel e inhumano no tiene cabida  dentro de la civilidad y la ética.

 La independencia y la democracia sindical es el centro de gravedad del accionar de los trabajadores, entonces no se puede permitir que sectas como el marxismo manipulen la lucha obrera, por ello no deben existir   vínculos  entre las organizaciones de los  trabajadores y  el comunismo totalitario, porque eso lleva a una situación  absurda o como se dice tradicionalmente es revolver el agua con el aceite. Subrayando que repudiar al marxismo o ser anticomunista no es una herejía y se encuentra en la lógica y la razón.

Indudablemente para nuestros pueblos, la contradicción principal es entre la democracia y el totalitarismo, puesto que izquierda y derecha son formulas inanes que alucinan y dispersan.

Publicado en Columnistas Nacionales

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