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Juan David Escobar Valencia

Uno de los mejores jefes que he tenido en mi vida profesional, como persona y porque enseñaba con el ejemplo, Jairo Uribe Jaramillo, me dijo que los negocios debían hacerse con “Ética y Estética”. Tenía y tendrá siempre la razón.

Te habrá ocurrido que alguien interesado en comprarte algo, por ejemplo tu carro, se aparece con un “amigo” con ínfulas de experto, que se empeña en hacer comentarios como: “yo lo veo como descuidado”, “este rayón siempre está grandecito”, “este modelo salió con problemas en la suspensión”, y otras aseveraciones “malaleche” que tienen la intención de demeritar el vehículo, para que supuestamente concluyas que el precio que te proponen no es una oferta, sino un misericordioso favor por el cual deberías estar agradecido.

La “semana” anterior en medios capitalinos salieron algunos artículos que no se destacan por la higiene, referidos a la compra hostil de un considerable paquete accionario de una importante empresa del sector de alimentos. En el mundo de los negocios, que puede ser un deporte rudo pero no sucio, este tipo de operaciones es legal y común, aunque uno preferiría otras maneras. Pero lo que no es grato al olfato, es que se tenga que demeritar lo ajeno para adquirirlo, y menos con argumentos más que dudosos. Desear algo, pero simultáneamente descalificarlo, es una incoherencia de quienes sufren de “disonancia cognitiva”, en la que las creencias y el comportamiento no concuerdan.

Me parece ruin la insinuación, a través de comparaciones forzadas y sin razón, del artículo “Moros en la costa” que intenta que concluyamos, no muy subliminalmente que digamos, que la empresa que se quiere adquirir está: “dormida en los laureles, recostada en una cómoda posición de mercado, con unos ejecutivos más interesados en conservar sus puestos y en recoger gruesos bonos al final del año que en generar valor”. Si tienen pruebas de ello, que las muestren para que los accionistas no sigan “perdiendo” plata. Si la empresa fuera una porquería y sin futuro, y por ello sus dueños actuales quisieran salir de ella, la operación hubiera sido solicitada voluntariamente por ellos y no una toma hostil de otros, como ha ocurrido.

También se insinuó en otro artículo que los accionistas de esta empresa prácticamente vienen perdiendo dinero desde hace tiempo y si lo hubieran puesto en otras cosas tendrían verdaderos beneficios. Si realmente están tan interesados en el bienestar de los accionistas actuales, que son miles, y sabían que estaban perdiendo plata desde hace 10 años, ¿por qué lo vienen a decir apenas ahora? Como raro ese repentino arrebato de buen samaritano.

Si considerando todos los factores involucrados, no solo financieros sino también de principios, esta operación se va a dar y es beneficiosa para dueños y consumidores, que sea con ética y estética. Quién tenga interés genuino, y no solo financiero, en el sector de alimentos, debería saber que este requiere que “todos” sus procesos sean “higiénicos”

https://www.elcomobiano.com/, Medellín, 22 de noviembre de 2021.

Publicado en Columnistas Nacionales

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