Primero, como a Pablo de Tarso la luz de la verdad tendría que haberla derribado del caballo, para que se diera cuenta de que había estado en el camino equivocado y de aquí en adelante va a anunciar su renunciar a las bullosas y ostentosas fiestas con cinco orquestas, a un exhibicionismo cínico al lado de un dictador como Chávez y de un monstruoso asesino como Maduro, con el cual ha aparecido abrazada una y otra vez en los balcones del populismo, olvidando que a esta falta se la llama injerencia en la vida política de un país que no es el suyo y debe ser castigada. Bajar de esas tribunas, salir de las fiestas interminables del Cartel de los Soles, del encuentro con la dirigencia de las FARC, supondría que después de su descenso a los infiernos de la miseria, al lado de quienes deben abandonar sus hogares y convertir la carretera en su única patria, Piedad ha comprendido por fin lo que sería la entrega de Colombia a un régimen de torturas, ejecuciones extrajudiciales, desaparición de todo derecho a la libre expresión y vestida de pobre ha venido a predicar con su ejemplo su rechazo a estas ignominias. Sin embargo, sabemos que esto nunca llegará a suceder y el porqué de esta particular entrada y salida de Venezuela tampoco llegará a conocerse.
Pero también sabemos que ninguna de nuestras autoridades la llamará a dar explicaciones de su conducta ya que tiene, desde que se llamaba Teodora, el derecho a salir y entrar del país sin que ninguna autoridad le pueda llamar a cuentas por transgredir una ley de la República. Declarar como nulos por “un mal procedimiento” los discos duros de los computadores de Raúl Reyes, fue la estrategia para politizar la Justicia y ponerla por entero al servicio de un objetivo único para el Gobierno Santos: los Acuerdos de Paz. La otra, recurrir a una larga tradición de la justicia colombiana en el empleo de los eufemismos, para evitar castigar a los directos responsables de asaltos y masacres, con el fin de mantener bajo la mayor ambigüedad el concepto fundamental de terrorismo. ¿Cuál es la diferencia entre colocar una bomba que mata treinta civiles y asaltar un banco? ¿Entre alguien que lucha por sus supuestas ideas y un desalmado narcotraficante? ¿Por qué los autores de 32.000 secuestros y 14.000 niños reclutados, fusilados, andan en la calle?
En toda guerra las partes soslayan crímenes expresamente condenados por la Convención de Ginebra, pero en el caso de Colombia la laxitud de la justicia al respecto ha llegado a verdaderos desatinos, cuando se sigue considerando como guerrillero político a quien ya debía ser juzgado como un criminal de guerra. Piedad en cada ocasión en que aparecía involucrada al chavismo y a las FARC, rápidamente fue exonerada de culpas por un inexistente Partido Liberal y un dirigente sin credibilidad moral alguna como César Gaviria, y, desde luego, por esa justicia que ella había logrado acomodar a los intereses de los Acuerdos de Paz. ¿No es una agria broma el que hayan existido personajes del subsuelo como el Fiscal Montealegre y su Robin?
A estas alturas Piedad ha perdido realidad, en tanto no ha sido una defensora de su etnia ni de su pueblo, mantenido en la miseria. Si miramos hacia atrás el Caso 8.000, el Cartel de la Toga, los argumentos de la JEP para dejar en libertad a Santrich, personajillos como Roy Barreras, Benedetti, Gustavo Bolívar se constituyen en actores del friso de una gran farsa política, de la cual Piedad Córdoba ha sido la descarnada Hada Madrina. El “Pollo” Carvajal tiene los discos duros de Reyes para –según se anuncia- presentarlos como prueba de la colaboración de las FARC con el chavismo en el negocio del narcotráfico. ¿Lo que sigue a continuación será un giro lingüístico o una aurora de la verdad? Cuando la verdad la deje al desnudo ¿se aburrirá Piedad como las niñas grandes que nunca reprendieron y que no tuvieron amigos(as) en la tierra?