La realidad nos demuestra de manera abrumadora que la industrialización está vinculada al aumento de la educación, a una mayor esperanza de vida, a un aumento de los ingresos nacionales e individuales, al empleo digno y a una mejora en la calidad de vida en general.
Después de la Segunda Guerra Mundial, muchos países, incluyendo Colombia, presentaron un proceso de industrialización más o menos acelerado. Insisto, en 1979 alcanzó Colombia que su industria le aportara cerca del 30% de su PIB. Ahora en 2021, no nos alejamos mucho de que la industria aporte el 10% de nuestro PIB. ¡Nos hemos desindustrializado!
Recuerdo algunas pocas entre las numerosas empresas multinacionales que continúan abandonando el país por las razones que esbozaré más adelante: Phillip Morris, Citibank, Banana Republic, Gillette, Bayer, Icollantas-Michelín, Esso, Mobil, Jenos Pizza, GAP, Chiclets Adams, Compañía Colombiana Automotriz, Prodeco, Lloyd´s TSB Bank, Minera Anglo American, Ropa Mango, Krispy Kreme…
Comienzo por observar que todas las empresas multinacionales tienen un grupo integrado de tiempo completo por unos pocos de sus más destacados directivos, dotados de conocimientos y experiencia tanto sobre sus negocios como sobre las economías de sus países respectivos. Estos selectos grupos se encargan de analizar en cada país si se justifica cerrar su empresa y, más bien, proceder a importar sus productos.
Los dólares baratos generados por nuestro narcotráfico les permiten, tanto a las empresas multinacionales como a las domésticas, importar productos baratos, más baratos que los producidos por ellos en Colombia. El lavado de estos dólares se realiza por medio del contrabando, la subfacturación y la declaración tramposa del bien en posiciones arancelarias más ventajosas. Nadie se anima a exportar si le pagan con dólares baratos.
La Globalización, con su Libre Comercio montado en competencias desleales, con sus monedas devaluadas hasta un -34% como en Rusia. Algunos países nos compiten con sus salarios de hambre. Nos compiten otros con su ´dumping´, esto es, vendiendo aquí a precios tan bajos que quiebran nuestras empresas domésticas.
Pero la peor competencia proviene de las exportaciones que nos llegan con subsidios, a saber: subsidios directos y tributarios para los exportadores; menores costos de la energía eléctrica y los abonos para los exportadores; con seguros estatales para los eventos climáticos inesperados para los agricultores exportadores.
El milagro de la industrialización de Hong Kong, islas de 1.000 kilómetros cuadrados se debe a que numerosas empresas extrajeras se sintieron cada vez más atraídas para operar allí, donde los impuestos eran bajos, donde no existen leyes de salario mínimo, donde la población habla inglés como segunda lengua y donde no había aranceles para el comercio internacional.