Alberto Velásquez Martínez
Alberto Velásquez Martínez
En el mundo americano no hay confianza en sus instituciones. Poco se cree en la aplicación y respeto por la justicia. Esta funciona con muletas cuando no condenada a moverse en silla de ruedas. Pocas veces llega oportunamente. Los países van cayendo en manos de gobiernos autocráticos, regidos por verdaderos déspotas que los disfrazan de legitimidades a través de elecciones fraudulentas.
Alberto Velásquez Martínez
El éxito electoral de las fuerzas de centroderecha el pasado domingo hace renacer las esperanzas de un país viable, de Estado no fallido. Y para lograr esa misión, ya no improbable, debe construirse una alianza entre las fuerzas de centro, derecha y las no petristas que derroten al candidato de la extrema izquierda.
Alberto Velásquez Martínez
Personas correctas como Sergio Fajardo, Luis Alfredo Ramos, Luis Guillermo Gómez, Ana Cristina Moreno tenían que superar el montaje que se les hizo para obligarlos a pagar exorbitantes sumas de dinero dentro del proceso de responsabilidad fiscal que, por siniestros presentados en la obra de Hidroituango, les abrió la Contraloría General de la República. Esta entidad cerró el proceso contra ellos y contra otros ciudadanos, implicados en el presunto detrimento patrimonial. Esto, por cuanto ya el valor de los daños en la construcción de la hidroeléctrica fue cubierto por las aseguradoras. Se le van agotando al actual alcalde de Medellín las municiones con las que dispara contra la honra de profesionales idóneos y decentes.
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Mientras el escritor y pensador mejicano Enrique Krauze destaca la urgente necesidad de los consensos políticos a través de la razón y del diálogo, en Colombia las divisiones y sorderas de quienes tienen más analogías ideológicas que distanciamientos y divorcios se agudizan. Todos los pueblos latinoamericanos, sostiene el intelectual mejicano, “son expertos en desprestigiarse a sí mismos”, hecho que se comprueba en Colombia en esta lucha política por el poder presidencial de hermanos transitoriamente separados, que insisten en dividirse para abrirle camino a los populistas de izquierda. Y esa sórdida actitud está poniendo en riesgo la seriedad y la esencia de la democracia.
Alberto Velásquez Martínez
Mientras en Colombia el sindicato del centroderecha le trancaba la puerta a Óscar Iván Zuluaga para que no entrara a esa coalición, en España el gobierno de izquierda recibía a Petro con honores propios de un jefe de Estado. Y la militancia de sus partidos populistas lo aclamaban con el lenguaje revolucionario de la lucha de clases. Cuentan que ese lanzamiento internacional estuvo presidido por la bandera roja con la hoz y el martillo, que no es propiamente la tricolor colombiana que se han cruzado sobre pecho y espalda sus jefes de Estado. ¿Será acaso aquel símbolo el augurio de lo que podría pasar en Colombia en las elecciones de mayo?
Alberto Velásquez Martínez
La actitud desafiante y mesiánica del alcalde de Medellín es ya insoportable. Nadie sabe si sus ataques son consignas que salen de su propio caletre o si son mandados que les hace a grupos políticos y financieros interesados en desprestigiar a la clase productiva de la región.
Alberto Velásquez Martínez
Si el vivir, como lo concibe el pesimismo de Schopenhauer, es sufrir, el morir “no tiene que ser traumático y sus últimos días pasarlos en medio de inhumano tormento”. Así, en medio del dolor, recorrió estos últimos dos años el caleño Víctor Alfonso Escobar, hasta que logró que esta semana le practicaran la eutanasia. Fueron dos años de vegetar sin dignidad alguna cuando ya la ciencia había sido derrotada por la enfermedad. Entendieron los médicos tratantes de Víctor que si la vida es una continua lucha y un persistente renacer, la muerte debe ser descanso del tormento y comprendida como solución racional. La vida es bella con esperanzas e ilusiones. La muerte no debe ser un martirio.
Alberto Velásquez Martínez
Tenemos muy claro que si los partidos y movimientos democráticos colombianos no se ponen de acuerdo en un candidato único, la Presidencia de la extrema izquierda se impondría en las urnas el año entrante. Ya el campanazo se dio en Chile. Y podría llegar hasta Colombia. Sería el comienzo de la agonía del sistema de libertades políticas, económicas y de pensamiento.