Mario Gonzales
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No fue tarea fácil la de poner fin a 17 años de permanente escrutinio de la CPI con su observación preliminar relativa a la comisión de crímenes de guerra en el marco del conflicto armado suscitado por la subversión de las Farc, después acrecentado por el Eln, el M-19 y por los contingentes contrainsurgentes que ellos provocaron.
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La captura de “Otoniel” entraña un importante logro político del gobierno y un extraordinario éxito operacional de la acción conjunta de la Policía y las Fuerzas Militares colombianas, pero no debe entenderse como el principio del final de la organización criminal del Clan del Golfo, ni como un paso decisivo en la recuperación de la seguridad que todos anhelamos. Situaciones similares en el pasado nos han enseñado que la muerte de los líderes del crimen organizado no implica el final de la organización, sino la reorganización de su liderazgo después de sangrientos ajustes de cuentas, o su fragmentación en estructuras nuevas al mando de liderazgos emergentes, Cualquiera que sea la variante resultante, incrementará la inseguridad en las regiones que padecerán el dantesco escenario de prevalencia entre las distintas organizaciones y carteles que se disputan el control territorial y los réditos del narcotráfico y la violencia.
Mario González
Unos de los efectos inesperados de la pandemia ha sido el de atizar el inconformismo creciente con las instituciones surgidas de los procesos de integración y cooperación en varios continentes. La insolidaridad de los estados miembros que mantuvieron la producción de tapabocas, ventiladores y medicamentos y de sus farmacéuticas, avivó esa desconfianza en unas instituciones que paulatinamente se fueron convirtiendo en vehículos de Ideologías de deconstrucción y no de creación, refugio dorado de activistas y militantes, y arúspice pretensioso de épocas traumáticas, que luchan por imponer a cualquier costo, incluido el de la fractura del sistema que han infiltrado.
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El informe del Panel de expertos conformado a instancias de Open Society Justice de Georges Soros, el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) y la Fundación para el Debido Proceso, contentivo de la evaluación de personas candidatas a la elección como miembros de la Corte IDH y de la CIDH, despierta serios interrogantes e inquietudes que no deben pasar desapercibidos por las cancillerías de los Estados Miembros de la OEA. Si bien sus opiniones no son vinculantes, los criterios que las fundamentan preocupan, porque apuntan al desconocimiento de la naturaleza, fines y propósitos de la OEA.
Mario González
En el mundo globalizado en el que vivimos resulta imposible escapar o sustraerse a la militancia de las corrientes ideológicas que se expresan y expanden sin consideraciones a fronteras estatales y ni siquiera a la diversidad de civilizaciones que coexisten en el planeta, a las que afectan con distinta intensidad, según sus diferentes particularidades.
Mario González
Aún antes del inicio formal de las campañas electorales del próximo año, el escenario artificial que se quiso construir se empezó a derrumbar estrepitosamente. La pretensión de hacer del denominado centro, de coordenadas y contenidos imprecisos, la congregación de los profetas del futuro no resistió los afanes, egos y ambiciones de sus diversos componentes, ni pudo, a pesar de sus malabares y artimañas, encasillar a los colombianos en un escenario de repudiables extremos y una nueva y redentora equidistancia.
Mario González
El inicio de nuevas negociaciones entre el gobierno de Maduro y una representación menguada de la oposición, bajo los auspicios del gobierno mejicano, ha despertado más suspicacias e inquietudes que las que acompañaron los ejercicios anteriores que nuca tuvieron vocación de fructificar. Pero esta vez, no porque se avizore un final improductivo, sino porque parecen dirigirse hacia la normalización y reconocimiento del gobierno de Maduro, con absolución incluida por los delitos continuados que lo mantienen en el poder.
Mario González
En el umbral de los procesos electorales del año entrante, los numerosos candidatos que se asoman a la contienda no deben eludir la creciente preocupación ciudadana por el brote de delitos perpetrados con violencia que sacude a las capitales y a muchas poblaciones colombianas.