Mario Gonzales
Mario González
Las elecciones que tendremos este año no pueden abordarse y desarrollarse con las mismas características de las que hemos vivido en el pasado. Si bien persisten los desafíos a la seguridad ciudadana, la amenaza cierta y actual del cambio climático y la enconada relación que ha venido apoderándose de los líderes y organizaciones políticas, no es menos cierto que en el mundo se debaten nuevas formulaciones culturales e ideológicas que por su naturaleza impregnan cualquier debate electoral en la actualidad.
Mario González
El atentado terrorista del ELN contra agentes de la Policía Nacional en Cali, merece una nueva reflexión sobre las estrategias de seguridad en Colombia. El esquema que prevaleció en la lucha contra la insurgencia no es aplicable, porque ya no se trata de derrotar en combate a organizaciones militares, sino de enfrentar milicias rurales y urbanas que controlan territorios y comunidades mediante amenazas y terrorismo, que se valen de la corrupción de autoridades locales y se enriquecen con las rentas del narcotráfico y la extorsión que les dispensa el ejercicio de la criminalidad. La inseguridad en Arauca, el Catatumbo, el Bajo Cauca y el Pacifico Nariñense y Chocoano obliga a una revisión de las estrategias de seguridad y control territorial que se han aplicado en los últimos años.
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El año inicia en medio de grandes incertidumbres provocadas por los disensos entre potencias susceptibles de amenazar la paz mundial. El incumplimiento reiterado de Irán del acuerdo firmado en el 2015 con los cinco estados miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, Alemania y la Unión Europea, y la parálisis de las negociaciones que recientemente se reanudaron, aunado a la tensión en la frontera rusa-ucraniana y las amenazas de la China a la soberanía de Taiwán y sus miras hegemónicas sobre el denominado Mar de China, justifican las inquietudes de conflictos que podrían escalar hasta el uso del arma nuclear.
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Las últimas encuestas traducen las ventajas de las que goza Gustavo Petro y que poco inquietan a sus relegados competidores. Mientras el candidato del Pacto Histórico acumula propuestas irrealizables, pero de buen recibo en una ciudadanía incrédula en las bondades de las instituciones, los demás aspirantes se engarzan en disputas de mecánica electoral que acentúan sus vanidades y también sus incapacidades para conectar con una ciudadanía inmersa en angustiosa incertidumbre sobre su futuro. No han entendido que no es hora para la mecánica hoy desfalleciente, sino momento para inspirar y convocar a un nuevo país.
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El abundante despliegue mediático que acompañó al denominado cónclave no alcanzó a ocultar el humo gris oscuro con el que se anunció su pobre resultado. Los acuerdos no respondieron a las expectativas que los medios de comunicación habían creado y presentado como el renacer de una esperanza que no hallaba sendero cierto ni objetivos claros. En doce horas de intensas discusiones únicamente lograron convenir en dos decisiones: recibir a Alejandro Gaviria, pero sin contar tras bambalinas con el apoyo del partido liberal; y acuñar su nueva denominación, coalición Centro Esperanza. Poca sustancia para quienes aspiran a transfigurarse en personeros únicos e insustituibles del cambio que demandan las instituciones y al que aspira el país.
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La presencia y activismo del secretario general de la ONU en Colombia, Antonio Guterres, expresidente de la internacional socialista, suscitó nuevamente el debate cada día más candente que sacude hoy al mundo, relativo a la coexistencia de la soberanía nacional con la que correspondería a las organizaciones internacionales.
Mario González
La política es un escenario de confrontación de ideologías, visiones y soluciones que son propias de las sociedades democráticas. En ellas, resulta posible y fructífera la diversidad de opiniones cuando apuntan más a la búsqueda de convergencias que a la simplificación del debate en dos extremos contrapuestos e irreconciliables. Esa ha sido siempre la fortaleza de la democracia y la razón de los avances, sociales, económicos, científicos y tecnológicos que se prodigan en su seno.
Mario González
Dos recientes fallos de tutela de la Corte Constitucional acrecentaron las sospechas y temores de que la Rama Judicial, y en especial esa Alta Corporación, no obedezca en su actuar a los principios de independencia e imparcialidad que son sustanciales al reconocimiento de su legitimidad. Sustituir esos principios por los imperativos de la contienda ideológica y política corroe los fundamentos de la democracia y atenta contra la vigencia y respeto de los DD.HH.