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Alexander Cambero                                                                                     

En las barbudas intenciones de Fidel Castro se fue deslizando la azarosa suerte de una nación que caía pulverizada por una ideología que aniquiló su futuro. En Oriente se desarrollaba una batalla que era la genética de la confrontación. La medicina contra el régimen burdelero era el totalitarismo amasado con el lirismo de unos sombríos personajes que retoñaban en la Sierra Maestra. La familia Rubio comprendió que aquella manifestación traía entre las huestes de la pólvora al comunismo disfrazado en redención ceremonial de los pueblos. Un buen día, entre dejos de tristeza, dejaron atrás toda una vida para emprender otra en donde la libertad no estuviera comprometida. Un destino no adulterado por el martirio de un disparo en la sien. El anclaje perfecto estaba a noventa millas. Fue una decisión cónsona con una realidad que se asomaba como tormentosa.

A Florida llegaron en agosto de 1956 Mario Rubio y su esposa Oria García con el deseo de emprender una nueva vida que garantizara paz y estabilidad económica. Lo primero que hicieron fue acudir a un servicio religioso católico para encomendar a DIOS todos los sueños que habían enjuagado con las lágrimas del desarraigo. 

Desde niño, Marcos, el segundo hijo del matrimonio Rubio, destaca por su inteligencia. Es un líder nato que deslumbra en el aula por su capacidad para exponer sus ideas. Una particularidad es que le gustaba utilizar el inglés y el español. Jamás se desvinculó de sus raíces antillanas. Nacía un político desde la gestación inicial de su tránsito estudiantil. 

Con tan, solo diez años se inclinaba por el partido Republicano. Le gustaba escuchar los discursos del presidente Ronald Reagan. Aquel granítico protagonista de avasallante personalidad, sabía persuadir hasta lograr imponer su ideario. El halcón nacido en el Condado de Whiteside en el estado de Illinois, ejercía un magnetismo especial en las nuevas generaciones. Cuando por la enorme participación de Ronald Reagan lograron derribar al comunismo años más tarde, ya Marcos Rubio había tomado la decisión.

En el año 2010 es electo Senador por el estado de La Florida. Siendo el primer latino que ostenta ese cargo. Su gran trabajo comienza a proyectarlo como una figura emergente. Se convierte en un persistente adversario de los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Desde su privilegiado escenario, su voz se escucha para denunciar las persistentes agresiones en contra de los derechos humanos de estos gobiernos. Es punzante hasta imponer en la agenda parlamentaria este espinoso tema. Las fuerzas democráticas reciben el apoyo decidido de este hombre. En particular, Venezuela obtiene un respaldo que da aliento y abre las grandes puertas de la política en Washington.

En el año 2015 anuncia su precandidatura a la nominación republicana. Marcos Rubio sabía que no ganaría, pero era una forma de darse a conocer más allá de Florida. Inclusive no pudo lograr la victoria en la entidad en donde era Senador al perder con Donald Trump. Aquello fue una importante lección para ir construyendo una carrera política.  Con nuevos bríos incrementó el trabajo parlamentario. Propuso leyes que condenaban a los regímenes totalitarios del continente. Se hizo una piedra en el zapato para todos ellos. Desde esas entrañas fue naciendo una pieza política fundamental para los republicanos.

Su nombramiento como Secretario de Estado es una enorme señal que envía el presidente electo. Vendrá a contrarrestar la influencia de China, Rusia y algunos santuarios del terrorismo en América. Para ello necesita un funcionario comprometido con esta visión. De alguna manera es el retorno a la inflexibilidad republicana. Marcos Rubio nos recuerda al temible Alexander Haig. El militar fue Secretario de Estado en la administración de Ronald Reagan. Se dedicó a limitar el predominio soviético en Centroamérica. Su labor fue frenética en favor de lograr la supremacía norteamericana. La diferencia está en qué Rubio— por instrucciones de Trump— irá por Venezuela, Cuba y Nicaragua en la búsqueda de una solución definitiva. No para limitar su influencia. Donald Trump quiere pasar a la historia resolviendo definitivamente este inconveniente.

@alecambero

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