Gustavo Petro no se sale de la primera página de todos los periódicos y noticieros de radio, televisión y redes sociales.

No da tregua.

Sus ocurrencias, agresiones y trinos no dejan descansar a los colombianos.

¡Es fatigante!

Pero sin duda está rodeado y arrinconado por todos los flancos, como dicen en la milicia.

Enredado en su propia telaraña.

Un Presupuesto desfinanciado y negado por las comisiones económicas del Congreso.

Un país invadido por terroristas y paracos en una guerra total en 18 departamentos.

Una fuerza pública impotente, desarmada y totalmente desmotivada.

Hoy es la que pone todos los muertos.

Unas masacres que ya superan de lejos todos los registros anteriores.

Un sector privado hoy enfrentado, indignado, asfixiado, frenado y entrando en crisis.

Una situación de caja lamentable; se acabó el dinero.

Unos escándalos tan vulgares y evidentes como el de su hijo Nicolás y el de los carrotanques de la Guajira.

No le pagan a nadie; enormes filas de proveedores y contratistas que no reciben su pago hace varios meses.

Alcaldes y gobernadores enfrentados, como en Antioquia, Medellín y Bogotá.

Un poder judicial, ofendido, y maltratado, por Petro, cada que un fallo le es adverso.

Una Reforma tributaria sin respaldo y sin futuro.

Ha perdido, y ya el CNE va a fallar sobre la ilegalidad de la campaña

La intervención televisiva e intempestiva en la noche del 12 de septiembre, muestra a las claras esa situación.

“¡Me van a matar, o me van a dar un golpe!”

¿Quién?

“El poder y el dinero de este país! “

“¡Los dueños de las revistas y los periódicos de este país!”

“¡Y tengo que denunciarlo y convocar multitudes a las calles!”

¿Para qué?

Para desviar la atención de sus seguidores hacia la lucha de clases que es el único lánguido argumento que le queda.

Para tapar la penosa situación de un gobierno que no ha conseguido ninguna transformación y que ni siquiera sabe ejecutar su presupuesto

Un gobierno de doctrinarios e incompetentes.

Un gobierno que ataca a la empresa privada por todos los frentes, marchitando así los ingresos de la nación.

Pero ha derrochado en burocracia y han robado sin límites en todos los ministerios.

Un gobierno fallido.

Que no logró ninguna reforma.

Pero que desbarató todo el sistema de salud colombiano y lo metió en crisis, impagos, intervenciones, reestructuraciones y quiebras.

Y puso en crisis el sistema pensional.

Y no logra pasar una reforma laboral.

Y su popularidad ya está por debajo del 25%.

Dejó muy claro que solo el caos y otra “explosión social”, lo pueden salvar.

Desautorizó al Consejo Nacional Electoral, y lo calificó de “oficina administrativa”.

Desconoce naturalmente su autoridad y sus funciones.

Previendo que lo puede retirar del cargo por la descarada violación de topes de su campaña.

¡Chambones!

Así calificó a sus críticos que presentaron las pruebas que demuestran que si violó los topes y por mucho dinero.

Y puede ser declarado indigno y separado del cargo.

No quiere entregar el cargo.

¡Ni ahora ni después!

¡Pero tampoco sabe cómo quedarse!

¡Que despelote!

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