Es increíble el profundo silencio presidencial ante una espiral que puede generar un estado de acelerado caos social. Se han multiplicado los ajusticiamientos en vastos sectores de la geografía. Son muchos los casos que, por lo accidentado de los sitios, son desconocidos por la opinión pública. Es el nuevo ímpetu que adquirieron los recalcitrantes al saberse protegidos de los órganos del estado.
Los episodios violentos como el acontecido en Santa Fe de Antioquia son una prueba palpable de lo que sostenemos. El Alcalde Felipe Pardo se refirió en una reconocida cadena radial, de la falta de interés por parte del gobierno nacional, son siete ciudadanos colombianos asesinados y que merecen que este caso sea investigado. No es posible que la administración de Gustavo Petro se haga de la vista gorda. Es indiscutible el retorno del crimen con renovados bríos para hacer que la realidad de estas zonas sea verdaderamente convulso.
Igualmente, viene ocurriendo en el Caquetá y la Guajira, extendiéndose hasta la costa Caribe y más allá. Es el renacimiento de una espiral que amplía sus horizontes al saberse que nadie investigará estos casos que enlutan a los pobres. Aquellos que dijo serían reivindicados por la llegada de la izquierda al señorial palacio de Nariño.
Del cúmulo de errores y falencias que apretujadamente exhibe el gobierno de Gustavo Petro, la seguridad es uno de sus mayores desaciertos. El país se desangra ante sus ojos desvirtuados por su guerra espiritual con el mundo. Se ocupa de los grandes temas universales. Vive viajando, creyéndose un erudito en diversas materias, pero no se ocupa de los problemas que aquejan a los colombianos.
@alecambero
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