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Vanessa Vallejo      

Estados Unidos se convirtió en mi hogar hace un par de años después de que recibí una carta de un cabecilla de las FARC intimidándome, varias amenazas contra mi vida, y una sentencia de un juez obligándome a retractarme por decirle violador a un violador de las FARC. La situación de Colombia para ese momento ya era bastante grave, pero hoy, con Gustavo Petro en el poder, puedo decir que definitivamente me quedé sin país.

Lo que viene para Colombia son tiempos muy difíciles, gran tristeza llegará a ese país. Muchos aún no alcanzan a entender, incluso dentro de la derecha hay quienes piensan que este será un Gobierno malo y ya está. En Colombia el poder está tomado por una camarilla de delincuentes de todos los tipos. Para llegar al poder, Petro buscó el apoyo de presos a punto de ser extraditados, narcotraficantes, guerrillas, terroristas urbanos (conocidos en Colombia como «Primera Línea»), y la peor calaña de la casta política.

Petro será la cabeza del socialismo del siglo XXI en Iberoamérica y tendrá el dinero de la cocaína para financiar sus planes

Lo de Colombia no se trata solo de una cuestión de izquierda extrema, sino de delincuentes, de conexiones con el crimen internacional y de narcotráfico. Hay quienes creen que el nuevo presidente de Colombia fue a hablar en la ONU en contra de la «guerra contra las drogas» porque algo entiende de libertad. En absoluto se trata de eso. Petro está haciendo lo mismo a lo que se dedicó durante toda su vida política, defender a las guerrillas, guerrillas que no serían nada si no fuera por el narcotráfico. Su plan es utilizar el dinero de las drogas, manejado por las guerrillas, para implantar el socialismo y hacerse ricos, él y sus amigos.

Petro está avanzando en reformas a la salud, a las pensiones, a la educación, reforma laboral y una reforma política extremadamente peligrosa. Todas apuntando a implementar extremos niveles de estatismo, no hay forma de que las cosas puedan salir bien si estos planes se llevan a cabo. Lo que va a ocurrir en Colombia es la pobreza y la falta de empleo que siempre tiene lugar ahí donde el socialismo se aplica. Sumado a eso, el de Petro será un Gobierno lleno de dinero —por cuenta del narcotráfico— y con la capacidad para comprar políticos, conciencias, crear amplias redes clientelares y al tiempo reprimir a quien se oponga.

El otrora cabecilla del grupo terrorista M-19 se ha preparado toda la vida para ser presidente, ese fue siempre su sueño, no va a desaprovechar esta oportunidad y sacará adelante todos sus delirios de extrema izquierda. Petro tiene además un discurso que emociona, ha leído de teoría marxista, sabe despertar emociones, eso lo convertirá en una especie de nuevo Hugo Chávez. Será la cabeza del socialismo del siglo XXI en Iberoamérica y tendrá el dinero de la cocaína para financiar sus planes.

Si hace un par de años era un riesgo para mí volver a Colombia, hoy es simplemente imposible

Como buen marxista, está convencido de que el fin justifica los medios. Nunca ha condenado la lucha armada, de hecho, se ha referido a la toma del Palacio de Justicia —donde murieron más de 100 personas—  llevada a cabo por la guerrilla a la que perteneció, como una «genialidad». No tendrá problema en usar la fuerza cuando lo necesite.

Si hace un par de años era un riesgo para mí volver a Colombia, hoy es simplemente imposible. El violador de menores por el que terminé exiliada no solo está en el Congreso sino que hace unos días fue elegido por la izquierda para dar un discurso en representación de todos ellos. Se han pasado todos los límites en Colombia. Si no somos capaces de ponernos de acuerdo en que un violador de menores debe ser absolutamente repudiado por la sociedad, no queda nada. Colombia tiene una clase política en su mayoría asquerosa, pútrida. Una casta política que ya se entregó a Petro y su camarilla de delincuentes amigos.

Por ahora me he quedado sin país, lo que viene es una tragedia, pero tengo la confianza de que los buenos podremos recuperar a Colombia en algún momento.

https://gaceta.es/, Madrid, España, 22 de septiembre de 2022.

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