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Gabriel Rodríguez   

La izquierda colombiana, Petro, Robledo, ‘Teodora’, Iván Cepeda, Roy Barreras, Claudia López y señora, y un largo etcétera, donde se incluyen los verdes, los liberales de izquierda, y hoy también las Cortes, con muchos miembros adeptos a esa doctrina, no pueden sustraerse de lo que ellos llaman “la corrupción de la clase política tradicional”, porque ellos mismos son parte de esta.

Todas sus vidas han vivido del Estado como funcionarios públicos, en cargos tan relevantes como la Alcaldía de Bogotá, el Senado, la Cámara de Representantes, jueces y magistrado de las Cortes. Ellos hacen parte de esta “clase”, tanto como los liberales y conservadores con sus respectivas variantes: Cambio Radical, partido de la U, y no son una opción desprendida de esta premisa: “clase política tradicional corrupta”.

Sin embargo, el vulgo no da cuenta de esto, y el discurso populista que tiene la solución a todos los problemas en lo que la misma izquierda ha sido partícipe, no los incluye y aparentemente los prefiere. Y han sido tan corruptos que, por ejemplo, ‘Teodora’ se atreve a jugar caprichosamente con la vida de los secuestrados por la delincuencia, hoy más poderosa que nunca por fuerza del narcotráfico, que además el Acuerdo de La Habana propicia. A esto se suman otros ejemplos, como los desmanes de la alcaldía de Petro, el bandidaje de Roy Barreras, el ilícito de los Moreno Rojas en Bogotá, los desastres de la alcaldía de Ospina en Cali y Claudia López en Bogotá. En fin, están tan ‘untados’ que no pueden llamarse una “nueva opción política”.

Pero aparte de esto, Colombia es un país sui generis, es una de las democracias más viejas y solidas del continente americano. El colombiano detesta la izquierda, así se presenten como una opción diferente. Los colombianos no somos como los cubanos, que es un pueblo vencido; solo hasta 1898 se independizaron de España, porque son un pueblo dependiente, además arropados por el odio de los Castro.

Los venezolanos, que en sucesivos gobiernos dictatoriales han estado por décadas marchando para salir de ellos y no pueden, para la muestra el Chavismo tiene ya 20 años. Eso en Colombia no es posible, los colombianos no lo permitirían tanto tiempo. Bolívar bien señalaba que Venezuela estaba hecha para ser un presidio, como decía que Quito fuera un monasterio y Colombia una universidad.

Las encuestas, casi todas muy emocionales, dan ganador a Petro, que en tantos años de campaña, y cuatro años después de la campaña pasada, ha subido tres puntos, es decir de 24 en el 2018 pasó a 27 en 2022. No pasa de allí, porque en Colombia a pesar del resentimiento y la inequidad existente, votan con el cerebro, como siempre ha sucedido, y se va demostrar el 13 de marzo para el Congreso y en mayo y junio para las presidenciales.

¡Colombianos, a votar con la razón y no con la emoción!

https://www.eluniversal.com.co/, Cartagena, 28 de febrero de 2022.

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