El capitalismo no se encuadra rígidamente dentro de los parámetros de una determinada escuela de pensamiento político o económico. Muchas escuelas de pensamiento confluyen en la configuración de distintas formas o matices de organización capitalista. La libertad de mercados, la propiedad privada de los frutos del trabajo, y entornos donde se respetan las libertades individuales y se protegen los derechos humanos son algunos de los aspectos centrales de lo que hoy en día se entiende por capitalismo.
En política, quienes defienden al capitalismo tienden ser partidarios de gobiernos eficientes; de gobiernos que no dispersan ni despilfarran sus recursos sino que antes bien los concentran en sus funciones básicas; de gobiernos que se financian con sistemas de impuestos lo menos perniciosos posibles para las actividades económicas y sus emprendimientos; de gobiernos que defienden el valor adquisitivo de las monedas; y de gobiernos que no asfixian la iniciativa de personas naturales y jurídicas con regulaciones innecesarias y engorrosas.
No se sabe muy bien por qué estas políticas despiertan tan abierto rechazo entre socialistas/comunistas. Ese rechazo se extiende a otras políticas que también hacen sentido desde un punto de vista pragmático como por ejemplo la eliminación de privilegios y monopolios que otorgan los gobiernos a intereses específicos en perjuicio de los intereses generales de la población, y el diseño de programas eficientes de ayudas y subsidios a grupos vulnerables de la población.
Un tema tabú entre ellos es el de las privatizaciones en áreas como la educación y la salud. A quienes defienden el capitalismo los inquieta las muy malas experiencias en términos de calidades y corrupciones de los monopolios estatales en estas y otras áreas. Por eso exploran caminos para un mayor involucramiento del sector privado en la prestación de estos servicios, incluyendo esquemas mixtos y de concesiones.
A pesar de los buenos resultados que ha traído el capitalismo en avances económicos y que su evolución ha ido de la mano de la protección de libertades y derechos humanos, sus enemigos, lejos de reconocer esos logros y en lugar de formular críticas constructivas, se han dedicado a desprestigiarlo con el falaz argumento que no ha resuelto problemas que surgen en cualquier entorno porque emanan de una imperfecta y disfuncional naturaleza humana. Y terminan por culpar de las desigualdades y pobrezas al sistema político y económico que mas ha contribuido a abolirlas y eliminarlas.
La evidencia es abrumadora. Las zonas del planeta mas avanzadas económicamente, donde se originan la gran mayoría de las innovaciones que impulsan el progreso humano, donde la calidad de vida ha alcanzado los niveles mas altos, son aquellas en las que prevalecen un capitalismo con reglas que protegen las libertades y derechos fundamentales de quienes ahí residen.
Estamos hablando de Estados Unidos, Europa Occidental y Países Nórdicos, Australia, Canadá, Israel y Nueva Zelandia. Un capitalismo que ha generado excedentes de riqueza suficientes para financiar de manera creciente el sostenimiento de grupos que no están en capacidad de aportar a la economía. A estos países se agregan otros como Japón, Taiwan, Corea del Sur y Singapur, que han alcanzado unos relativamente altos estándares de vida con un capitalismo adaptado a unas milenarias tradiciones culturales.
Todos estos países poseen marcos institucionales hasta cierto punto democráticos y republicanos. Aunque sus trayectorias políticas y económicas no han estado exentas de altibajos, una característica que los distingue es la continuidad en los hilos conductores de esa institucionalidad. Ahí políticos e intelectuales no “están inventando la pólvora todo el tiempo”.
Las demás zonas del planeta, donde predominan sistemas de gobierno tribales y anti capitalistas, donde imperan las dictaduras y totalitarismos, simplemente se han quedado a la zaga en creación de riqueza y en avances en calidad de vida. No podemos menospreciar esta realidad como lo hacen los socialistas/comunistas, expertos todos ellos en discursear sobre los problemas de los países con los que no simpatizan, pero mudos y ciegos a la hora de analizar las difíciles situaciones que enfrentan los países con los que simpatizan.
No hay que dejarse engañar por estos sofistas, traficantes en ideas que no han arrojado buenos resultados en ninguna parte del planeta. ¿Dónde están los ejemplos de países donde se han aplicado las políticas anti capitalistas que pregonan? Acaso estamos hablando de Rusia, China comunista, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Irán u otras dictaduras y tiranías donde los gobiernos son omnipresentes y hostiles a las libertades que anhelan la gran mayoría de los seres humanos.
Son innumerables los sermones y las arengas en contra del capitalismo de estos socialistas/comunistas. A pesar de ello, no presentan ejemplos de la vida real cuyos resultados se aproximen a los del capitalismo. No lo pueden hacer porque sencillamente los logros de sistemas alternativos han estado muy por debajo de las expectativas que ellos mismos han creado.
Lo mas fácil es criticar. Lo mas difícil es trabajar y producir para satisfacer necesidades ajenas, en lo que el capitalismo ha probado ser insuperable. Cuando se trata de decidir sobre políticas lo importante son las comparaciones de realidades concretas y no la de realidades imaginadas.
Las críticas a una situación son útiles pero no son determinantes. Lo clave es introducir mejoras, y sobretodo no ocasionar empeoramientos. Se puede estar inconforme con situaciones existentes, pero para cambiarlas hay que evitar “darse tiros por la culata” con la adopción de alternativas que solo traen devastaciones y retrocesos.
El atraso en lo político y en lo económico se refleja en la implementación de ideas anacrónicas de manejo de los recursos disponibles. Nadie salva a un país que no acierta en sus decisiones políticas. Lo anterior lleva a una definición de “subdesarrollo” y es la incapacidad de una comunidad para organizarse bien, para administrar con una creciente eficacia sus recursos, y para perseverar en esos esfuerzos.
Nunca un país saldrá del atraso si la mayoría de su población se engaña a sí misma y considera que los avances pueden ser superiores con cambios organizativos disparatados e insensatos. Tampoco se superará el atraso cuando es incontenible la envidia hacia los mas exitosos y donde reina la hostilidad hacia esquemas que priorizan la competencia de inteligencias y esfuerzos.
Los socialistas/comunistas “pobretean” a las poblaciones de los países. Es una de sus tradicionales estrategias para conseguir apoyos y simpatías. Presentan a las poblaciones como víctimas en lugar de tratarlas como responsables de su propio destino.
Esta victimización se convierte en enemiga de su progreso. Desvía la atención hacia chivos expiatorios que nada tienen que ver con unos resultados que dependen exclusivamente de los esfuerzos propios. Genera confusiones en relación con lo que se requiere para salir de atrasos y precariedades.
El subdesarrollo es fenómeno endógeno. No hay que ir lejos para encontrar sus causas. Viene acompañado de una población fantasiosa en sus objetivos, propensa a pensar con el deseo, y que se hace a la idea que la falta de resultados no se origina en su comportamiento sino en chivos expiatorios como los mas ricos, la globalización, el imperialismo y tantos otros que figuran en el recetario socialista/comunista.
Pero los chivos expiatorios no son mas que fantasmas que se utilizan para justificar fracasos y elevar artificialmente las auto estimas. No son mas que excusas para no emprender las arduas tareas necesarias para avanzar y progresar.
Por eso es tan perniciosa la victimización de la población. Distrae de lo que debe ser prioritario: la superación a base de esfuerzos productivos mejor enfocados. No se ha descubierto otro sistema que aventaje al capitalismo en la idónea disposición y ordenamiento de estos esfuerzos. Ante esta incontrovertible realidad, la estrategia de los socialistas/comunistas es la de redoblar sus tendenciosas explicaciones, peroratas y retahílas, y mantener así en estado de confusión e ignorancia a sus adeptos y a la población en general.
https://lanota.com/, Bogotá, 21 de febrero de 2022.