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María Isabel Rueda  

Hay que analizar qué fue lo que vio el Papa en la utilidad de recibir a Petro en plena campaña.

Gustavo Petro nos resultó como la canción de Jalisco: no se raja y nunca pierde. Hasta el punto de que el papa Francisco, rompiendo su imparcialidad, lo recibió en audiencia privada, así sea apenas un precandidato, y sin importar, aparentemente, que con ello se arriesgara a que lo acusaran de intervención en política interna de un país.

El equipo del Vaticano sabía perfectamente que tenía que tomar precauciones: el encuentro no debería propiciar de manera muy evidente una explotación electoral. Se prohibieron fotos y videos, y hasta le impusieron al precandidato colombiano no revelar lo conversado.

Nada de esto se cumplió. Porque un falso fotomontaje en las redes, en el que Putin aparece con la cara de Petro al lado del Papa, cumplió su cometido. A pocos les importó que la foto fuera falsa. Lo que evidentemente se veía es que allí estaba Gustavo Petro, al lado de su santidad. No importó que la prueba gráfica del milagro hubiera sido fabricada en el metaverso. Y sobre el segundo compromiso, Petro declaró que como no podía revelar lo conversado, se limitaba a resumir que hablaron de igualdad, de pobreza, de la paz y del cambio climático. ¿Qué más? A estas alturas, el propósito del encuentro ya estaba consumado.

El Vaticano tuvo que emitir un comunicado advirtiendo que serían recibidos todos los precandidatos colombianos que así lo solicitaran. Solo que el pobre Papa no sabía… que son más de 20. Si acaso, alcanzará a reunirse con Rodolfo Hernández, para disimular. Pero ya no sirve. Así como tampoco que Óscar Iván visite a la Virgen de los Remedios o que Barguil desempolve viejas fotos con el Papa.

Petro les llegó primero. Y en un arrebato de misticismo católico que poco le conocíamos, anda promocionando hasta encíclicas papales, la ‘Laudato si’’ y ‘Fratelli tutti’, que nos recomienda a todos leer.

Nada de esto pasa inadvertido en un país mayoritariamente católico. Es un hecho que el Papa no podía soslayar. Porque si Francisco anda de mano cogida con él, es porque Petro no puede ser ese ‘diablo’, como se lo ha querido caracterizar. Y ante esa ventaja con los votantes católicos, nada puede hacer para acortarla el candidato Alejandro Gaviria. Como se declaró ateo desde un comienzo, nada tiene que ir a hacer al Vaticano.

Además, fue evidente que esto se asemejaba más a una visita de Estado que a un encuentro pastoral. Hay que analizar qué fue lo que vio el Papa en la utilidad de recibir a Petro en plena campaña, desairando a los demás aspirantes colombianos a la presidencia. Y más raro aún, lo es viniendo de este Papa, que cuando Juan Manuel Santos andaba cazándolo entre Cuba y Nueva York para que le avalara el acuerdo de paz con las Farc, Bergoglio logró escapársele, en espera de que el acuerdo de paz estuviera firmado, para que no lo manosearan.

¿Qué llevó a Francisco a aceptar este encuentro tan ventajoso para Petro? A lo mejor, lo ve útil como el hombre para abrir los caminos de paz con el Eln. Desde hace rato se conoce que la Nunciatura en Bogotá y la Comunidad de San Egidio, una asociación católica dedicada al servicio social, y además especialista en negociaciones de paz, vienen explorando discretos diálogos que hasta ahora no han sido secundados por el Gobierno colombiano. Hoy no hay duda de que Petro, incluso, resulta de alguna manera interlocutor con las primeras líneas que han venido agitando a las ciudades y sobre las cuales el Eln ejerce influencia, según confirman las autoridades.

El otro cabo suelto de Francisco en la política latinoamericana es que él mismo perdió su interlocución con Venezuela. Las relaciones de sus obispos y cardenales con Maduro son muy malas. Y si no las recupera, es poco o nada lo que podrá influir el Vaticano en el futuro político y social del continente. Francisco puede creer que Petro es la llave que necesita para abrir esa puerta.

De manera que la visita de Petro al papa Francisco tiene una carga política durísima. Por donde uno mire, resulta evidente que el pontífice le encuentra interés a que esta sea la opción que gane las elecciones en Colombia. ¿Que si Francisco está interviniendo en política interna de este país? Pues claro que sí. Como lo está haciendo el Gobierno español, y “de frentolín”. Yo, en la denunciada conspiración de Petro con Indra, la empresa electoral española que asesora a la Registraduría colombiana en cómputos electorales, creo menos. Petro no viajó al Viejo Continente a robarse las elecciones, sino a ganárselas. Y está cerca.

Entre tanto… La única duda que me deja el periplo petrista es qué diablos va a hacer el Papa con la hamaca que le llevó el candidato de regalo. Me da susto de que si Jorge Mario Bergoglio se acuesta en ella a dormir la siesta, de pronto no se pueda volver a levantar.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 05 de febrero de 2022.

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