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Juan Lozano           

El Equipo Colombia luce fuerte y en ascenso.

Sorpresivo el anuncio de Óscar Iván Zuluaga el sábado en la noche desde Barranquilla, de desistir en sus ingentes esfuerzos para ser admitido en el Equipo Colombia, la vigorosa coalición que con el Centro Democrático o sin el Centro Democrático puede ser la más votada en las consultas del próximo mes de marzo. La verdad es que el Equipo Colombia luce cada vez más fuerte en territorio, con una presencia significativa en el mapa nacional.

Se ve una coalición consolidada, de dirigentes con logros y ejecutorias probadas que conocen y entienden el país desde todas sus regiones, donde sus integrantes se respetan y se tratan bien, donde ninguno ‘malparidea’ a sus compañeros, donde hay una emulación democrática real, constructiva y equilibrada, donde no hay un ganador cantado, donde el consenso ha primado como método para llegar a acuerdos y donde incluso hasta los reparos frente a la entrada de Óscar Iván se tramitaron con altura y lealtad.

Pero, además de sorpresivo, digno, porque un hombre como Zuluaga no podía seguir suplicando de rodillas que lo dejaran entrar apoyado en matemáticas especulativas para tratar de probar que era más lo que sumaba que lo que le restaba a la coalición. Óscar Iván no se merecía el penoso rol de tener que demostrar que no se convertiría en un activo tóxico para esa coalición.

Y digo digno, también, porque ya no le tocará someterse a ese inevitable desgaste de tener que pedir aprobaciones tácitas o explícitas para aceptar las condiciones que le habrían impuesto para la entrada a la coalición, sometido al triple fuego amigo cruzado entre sus copartidarios que no quieren votar por él, sus copartidarios que no querían que entrara a la coalición y los miembros de la coalición que no lo querían allá adentro.

Óscar Iván se podrá enfocar ahora en ser un buen compañero de los aspirantes al Congreso y acompañarlos en sus campañas, lo que en simultánea suma puntos para la batalla presidencial. Aunque ha perdido votos, el Centro Democrático sigue siendo un partido muy fuerte, con organización política en todo el país y con un discurso claro hacia sus simpatizantes, liderado por el mismísimo Álvaro Uribe, a quien tantos quisieran ver tendido en la lona.

No se equivoquen: Uribe es infatigable, injubilable, incansable, y a pesar de tantas adversidades que lo han golpeado, las campañas lo tonifican y lo revitalizan. Ya lo vimos, carta en mano, caminando país de sol a sol y hablando con la gente, como si fuera un jovencito primerizo en busca de una curul como edil.

A pesar de que la lectura del anuncio del desistimiento parecía un velorio en el que solo faltaba que el doctor Zuluaga arrancara a llorar, el texto dejó abierta una puerta muy importante para seguir buscando la unión después de la consulta de la coalición y antes de la primera vuelta.

Ese es un imperativo para quienes no quieren que para la segunda vuelta, la derecha y la centroderecha se queden sin un cupo.

Y no es cierto que el único camino de unión era el ingreso de Óscar Iván a la consulta de la coalición. Esa unión deben seguirla buscando sin sacrificar la coalición ni la consulta, si quieren llegar a segunda vuelta. Y por eso debe ser antes de primera vuelta. Hay varios mecanismos posibles sobre la mesa que se podrían aplicar para asegurar esa unión.

Y la aritmética electoral en la historia reciente ayuda a entender el panorama. Hace 4 años, la lista del Centro Democrático que fue la base y el soporte del candidato Duque sacó cerca de 2,5 millones de votos e Iván Duque fue elegido con más de 10, lo que indica que de cada 4 votos de Duque en segunda vuelta, 3 no habían votado por la lista que encabezó Álvaro Uribe. Parte muy sustancial de esos 7 millones de votos son los que llegarán al Equipo Colombia. Son muchos, pero no suficientes. Petro, ‘remember’, sacó más de 8 millones.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 16 de enero de 2022.

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