En España no se supo que el Pacto Histórico pasó por Madrid para lanzar internacionalmente la candidatura presidencial de su líder, salvo por una marginal referencia que hizo al acto, paradójicamente, el diario de derechas ABC. No hubo un solo registro del candidato en la televisión española, ni el lanzamiento estuvo precedido de un reportaje en la gran prensa, pese a que el gobierno anfitrión le dio una acogida inusual.
Es cierto que el acto de lanzamiento, efectuado en el auditorio privado de la Unión General de Trabajadores de España, fue intrascendente en Madrid. Pero no por ello puede resultar irrelevante para los colombianos, por el entorno en que se desarrolló, sus protagonistas, los oradores y las ideas que allí se ventilaron.
El encuentro sirvió de telón de fondo para presentar las candidaturas del Pacto Histórico a la Cámara de Representantes, para la circunscripción de los colombianos en el exterior. Bajo la arenga de que “ningún ser humano es ilegal”, los postulados intervinieron para expresar que, una vez lleguen al Congreso, promoverán iniciativas para que nuestros diplomáticos trabajen por la legalización de los colombianos emigrantes. La frustración debió ser grande, porque cualquiera conoce que la regularización de los colombianos no depende de los consulados, sino de las políticas migratorias de los países receptores.
Los demás oradores, propios y “aliados” del proyecto “progresista”, provenientes de sectores sociales españoles, del partido radical Unidas Podemos y del Partido Comunista Español, destacaron que a América Latina le llegó la hora de las transformaciones sociales. Acusaron a Colombia de ofrecer resistencia al progresismo, que en los últimos años había sacado de la pobreza, en la región, a 70 millones de habitantes, lo que de seguro no se refería ni a Argentina ni a Venezuela. Todos pronosticaron, bajo vítores, que el Pacto Histórico alcanzaría la presidencia de Colombia, gracias al “estallido social” que promovieron con las marchas del año pasado. Es decir, se reconoció impúdicamente, como en su momento lo confesó un dirigente sindical, que el orden interno se subvirtió con fines electoreros, al amparo de que “la movilización no es desorden... es democracia”.
Uno de los elementos comunes a todas las intervenciones fue el lenguaje de lucha de clases. Volvieron los mensajes cargados de odio. Señalamientos permanentes a la “oligarquía criminal colombiana” y al “Estado narcoparamilitar”. Inclusive, la dirigente de Podemos Idoia Villanueva, famosa por un escándalo de corrupción al efectuar viajes falsos a nombre de la Unión Europea, llegó a afirmar que la violencia en Colombia está “vinculada a la oligarquía de las grandes empresas que operan en el país”. Una sincrética falacia o es que, de verdad, ¿el sector privado no genera progreso, sino muerte y desolación?
Hasta el candidato del Pacto Histórico, que se muestra moderado en Colombia, se desinhibió. Haciendo una analogía con la transición española de los años setenta, empezó por asegurar que su obra de gobierno consistiría en llevar el país del fascismo a la democracia moderna y superar el modelo económico “narcofeudal”, con “millones de propietarios”, sin decir explícitamente que lo hará a imagen y semejanza de las expropiaciones chavistas. Reveló que en el mundo de la globalidad liderará una gran coalición que confronte el fascismo internacional, del que forma parte la derecha colombiana. Y, llegado al éxtasis, afirmó que convertirá el “inmenso dolor patrio” que se vive hoy en Colombia en una gran ilusión social, para “amarnos, como decía Jesús”.
Al término del encuentro y a falta del tricolor patrio, el auditorio fue tomado por una gran bandera roja, con la hoz y el martillo. (confírmelo en https://www.youtube.com/watch?v=TNfG_ObthMU ) Así de claro: reapareció el temido y emblemático símbolo del Partido Comunista. ¡Estamos notificados... desde la madre patria!
Taponazo. A cuatro meses de la elección, los precandidatos están en el exterior o refugiados en Twitter. ¿Será esta una campaña de trinos? Pobre democracia.
https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 16 de enero de 2022.