Lo que se barruntaba en los más altos niveles internacionales hace más de un año es hoy ya una realidad caliente. Politólogos y centros de pensamiento debaten en los últimos días sobre el afianzamiento de una segunda Guerra Fría, esta vez con China y Estados Unidos como protagonistas de un pulso por la hegemonía global repleto de peligros y amenazas, y con un incierto final.
El peligroso episodio de la rivalidad por la isla de Taiwán, que traté en un artículo anterior, sería un episodio más dentro de la envergadura de una nueva Guerra Fría, un concepto que hace referencia a la gran lucha titánica que implica que dos sistemas políticos incompatibles pongan en marcha todos los aspectos de su poderío en su rivalidad, con el resto de la humanidad en juego. La escalada del poder nuclear chino ha acabado por encender todas las alarmas.
El término ‘Guerra Fría’ fue acuñado por el gran periodista y escritor George Orwell en un artículo publicado en el semanario Tribune, en 1945. Predecía que una vez americanos y rusos hubieron conseguido la bomba atómica, se constituía un equilibrio de terror, un “estado permanente de guerra fría”.
Empezó sin ninguna declaración de guerra, incluso sin ninguna ruptura de relaciones diplomáticas, pero con un sentimiento creciente de inseguridad al más alto nivel: Estados Unidos y la Unión Soviética estaban en guerra en el plano ideológico y geopolítico bajo el riesgo de la “destrucción mutua asegurada” si alguien daba un paso. Esto garantizó la paz en el continente europeo, pero estallaron guerras en Asia y África que causaron millones de víctimas.
La Guerra Fría del siglo XX se dio en Europa y de ella salió victoriosa la potencia estadounidense, después de la implosión de la Unión Soviética tras la caída del muro de Berlín hace ahora tres décadas. En el siglo XXI la Guerra Fría se juega en Asia y con un nuevo aspirante en el tablero: China. Si en la primera todo giraba por el control territorial de Eurasia, ahora el eje del mundo global hipercomunicado es marítimo y ya no se halla en el Atlántico sino en el Pacífico, con Joe Biden, un presidente que se formó en la Guerra Fría, con el objetivo central de hacer fracasar al régimen chino, apelando a una alianza con las democracias del mundo.
En los últimos meses se ha detectado una frenética actividad de China para establecer una red de cerca de 300 silos para operar misiles transcontinentales con cabezas nucleares. Los medios internacionales revelaron hace unos días el lanzamiento chino de un “misil hipersónico” capaz de dar la vuelta a la Tierra antes de buscar y alcanzar un objetivo. Para el exsecretario general adjunto de Naciones Unidas, Jean-Marie Guéhenno, “el riesgo de un enfrentamiento nuclear es más elevado de lo que fue en la Guerra Fría”.
Según el británico Financial Times, “Hemos entrado en la Guerra Fría 2.0 (…) nuestro porvenir estará cada vez más dominado por la rivalidad chinoamericana”.
P. S. Mutilaciones. Se afirma el régimen talibán en el nuevo Afganistán. Las mujeres han sido apartadas de los programas de educación desde la secundaria, con la destrucción de cualquier autonomía y castigos físicos para las “rebeldes” que se atrevan a ir solas por las calles. Por su parte, el nuevo ministro de Prisiones, Nooruddin Turabi, ya ha anunciado la vuelta de los ahorcamientos y de los castigos de amputación de manos a los ladrones. También de los pies si el robo ha sido realizado en un camino. El debate nacional afgano ahora es sobre si estos castigos deben ser públicos. Las autoridades de Kandahar piden que se vuelva a la antigua práctica y que mutilaciones y ahorcamientos tengan lugar como prólogo a los partidos de fútbol en los estadios. Sorprende la falta de presión internacional, empezando por los colectivos feministas. Al contrario, se suceden conferencias para conceder ayudas económicas al gobierno talibán por parte de las democracias, sin poner como condición mínima el respeto de los derechos humanos. Increíble.
https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 21 de octubre de 2021.