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Néstor H. Martínez  

Chávez se acercó a las Farc desde comienzos de su gobierno, en medio del proceso de paz del Caguán.

Alrededor del reclutamiento de menores y del secuestro por parte de la guerrilla, hemos escuchado esta semana versiones de las antiguas Farc que rayan en el delirio. La compañera de ‘Tirofijo’ dice que los secuestrados vivían en hoteles cinco estrellas, y otros desmovilizados han acudido a la JEP para decir cínicamente que llevaban a los niños a sus filas para protegerlos, como si los campamentos fueran sala cunas. De seguir así, todo terminará en una parodia, como resultado de que mentir y callar es lo más ‘común’ entre comunes.

Sin verdad no hay justicia y sin justicia no se repara a las víctimas, nos enseñaron, pero la lección no llegó a todas las partes. Por ejemplo, es determinante develar en detalle el papel que jugó el régimen venezolano y que sigue jugando en el conflicto armado colombiano.

Chávez se acercó a las Farc desde comienzos de su gobierno, en medio del proceso de paz del Caguán. A los dos meses, ofreció asilo a columnas guerrilleras que pasaran la frontera y, en privado, inició un gran acercamiento político. El apoyo de Chávez fue escalando, al punto de que intentó el reconocimiento de la guerrilla como fuerza beligerante y facilitó su territorio, sin ningún escrúpulo, para que se fortalecieran militarmente en medio de esa negociación. Recuerdo una cumbre en Guasdalito, en la que el presidente Pastrana le entregó pruebas inobjetables de campos de entrenamiento de la guerrilla en territorio venezolano. La respuesta de Chávez, en presencia del canciller Fernández de Soto y del suscrito, alcanzó un cinismo extremo: “Esas son historias inventadas por la prensa burguesa de Colombia”.

¿Cuáles fueron los entendimientos a los que llegaron las Farc con la dictadura chavista y luego la de Maduro, para instalarse en Venezuela?, ¿cuáles los gestores políticos de esos acuerdos?, ¿de qué magnitud fueron los aportes financieros y el material bélico que recibió la guerrilla colombiana? y ¿cómo se formalizó la sociedad estratégica para producir coca en Colombia y exportarla a través de Venezuela, de la mano del cartel de los Soles?

stas preguntas deberían ocupar el interés de la Comisión de la Verdad. Abundan evidencias documentales, como los correos electrónicos del secretariado de las Farc que fueron publicados por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS). Y aunque no se cuente con ‘Raúl Reyes’, testigo estrella de esa relación, ‘Timo’ tiene el deber de ofrecer toda la verdad que conoció desde el bloque del Magdalena Medio, principalmente.

Esa documentación prueba que, desde el 2002, alias Timo daba cuenta a los “camaradas del secretariado” sobre sus estrechas relaciones con generales y jefes de inteligencia del vecindario (“to2”) e, inclusive, con un ministro de Defensa de Venezuela que “está planteando venir”. Esta permite concluir que era por su conducto que la oficialidad venezolana formulaba reclamos cuando los guerrilleros se tomaban confianza en su territorio y daban “mucho visaje”. Y como muestra de que allí siempre han gozado de impunidad, ‘Timo’ informaba de planes “para pistolear (AL ENEMIGO) en el lado venezolano”.

Es más, cuando en el 2004 las Farc asesinaron a seis soldados venezolanos y una ingeniera de petróleos de PDVSA, le correspondió a alias Timo restablecer las relaciones con las autoridades venezolanas, y cuando cambiaba el lenguaje del régimen hacia las Farc, por la presión internacional, ‘Reyes’ le pedía a don ‘Timo’ tratar el tema “con estos amigos, porque producen incertidumbre”.

Sería muy lamentable que el rol que ha jugado Venezuela en nuestro conflicto no se conozca por la Comisión de la Verdad, sino cuando canten en Estados Unidos los extraditables Álex Saab y el general Hugo Carvajal.

Taponazo. Ya habíamos olvidado el tema de la fumigación de cultivos ilícitos en Colombia, pero ahora se vuelve a mencionar por un proyecto de ley gringo que prohíbe el uso de fondos americanos para este propósito. Vivir para ver.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 25 de septiembre de 2021.

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