Columnistas Regionales
César Salas Pérez
El presidente se está jugando su fracasado proyecto político y aquello de que se está perdiendo el control territorial por los violentos no es más que una estrategia premeditada y planeada con el objetivo de controlar votos en las próximas elecciones porque la gente amenazada sólo cumple órdenes.
Luís Alonso Colmenares R.
El departamento de La Guajira sigue metido en una especie de círculo vicioso de inestabilidad política del cual no ceo un fin cercano. La elección de alcaldes, un ejercicio democrático que debería asegurar liderazgo y progreso, se ha convertido en una farsa marcada por demandas y anulaciones, en algunos casos ridículas, y la sensación de que el desarrollo siempre resulta imposible.
Jorge Enrique Pava Q.
Dice el Consejo de Estado en su providencia: “…el Consejo Nacional Electoral tiene la facultad de imponer las sanciones administrativas a las que haya lugar contra el ganador de la campaña a la Presidencia, en caso de comprobar irregularidades previstas en la ley, excepto la eventual pérdida del cargo.”. ¿Dónde está entonces el cacareado golpe de Estado, cuando el CNE abre investigación en contra de Gustavo Petro y su campaña por hechos anómalos que ya son de público conocimiento?
César Salas Pérez
Tanto sabe el señor A. Benedetti de la campaña Petro presidente que bastaría con sincerarse y contar la verdad a las autoridades de quiénes la financiaron, la cantidad de dinero invertido, las personas que manejaron esa espuria plata y de quiénes se quedaron con el grueso de las sumas desviando su camino.
Luís Alonso Colmenares R.
Sin duda, La Guajira necesita inversión en infraestructura para fomentar su integración y desarrollo económico, que al mismo tiempo ayude a mejorar los indicadores sociales, en los cuales escasamente alcanza a ocupar el último puesto.
Jorge Enrique Pava Q.
La inseguridad en Colombia hace que los ciudadanos vivamos en un estado de temor constante y en una zozobra mental que nos agobia. Y no es para menos, pues los delincuentes hoy tienen las gabelas que les otorga la casa de Nariño, y las garantías de impunidad que les brinda una justicia cada vez más permeada por los amigos presidenciales. Esto es aberrante, doloroso y espeluznante.