Indignidad: porque quien haga parte de un gabinete donde predomina el vicio, las malas maneras, la desfachatez, la improvisación y la nulidad de valores, el personaje no puede tener un ápice de dignidad personal.
Corrupción: porque es el requisito indispensable en un gobierno donde todos los días estalla un escándalo diferente, y donde los desfalcos económicos y la pérdida o desviación de dinero hacia el terrorismo y los grupos de izquierda son el pan de cada día.
Incapacidad: porque al jefe de gobierno no le interesa personas con capacidad real, pues esta le genera independencia al individuo, y el gobierno necesita lacayos y kamikazes que se inmolen ante la sociedad y la justicia.
Sibaritismo: porque quien haga parte de esta caterva debe ser un sibarita que tenga experiencia en ese ambiente de vicios extremos, violación de derechos personales, misoginia, machismo, violencia contra la mujer y comportamientos desbordados en todos los campos.
Ridiculez: porque aún no sabemos si el ridículo que hacen a cada rato los ministros de Petro son producto de un plan degradante de medios, o si obedece a defectos personales que tengan que ostentar para soportar sin vergüenza alguna el escrutinio público.
Prontuario delictivo: porque es el común denominador en los funcionarios del Estado colombiano. Son pocos los que pueden decir que no cursen investigaciones en su contra y mucho menos los que estimen su inocencia dentro de las probabilidades de verdad judicial.
Desvergüenza: porque nadie, con un mínimo de decencia personal, podría hacer parte de un gobierno empañado por sus propias porquerías, salvo que compartan los mismos intereses pestilentes de su jefe. Porque a cada segundo se destapa un nuevo escándalo y una nueva actuación indecente, procaz, deshonesta y perversa en el gobierno nacional, y solo compartiendo esos procederes puede alguien permanecer en esa inmundicia.
Resumamos: el ministro que se busca debe ser indigno, corrupto, incapaz, sibarita, ridículo, procesado judicialmente y desvergonzado. Todos estos atributos apuntan a una persona como la que padeció Manizales durante cuatro años en la alcaldía; apunta a un ser mezquino que parece estar buscando entrar al gobierno nacional desde antes de terminar de desfalcar nuestro municipio; apunta a un ser como Carlos Mario Marín, quien reúne esos y otros atributos más bajos aún, y encajaría perfectamente en ese circo que nos gobierna.
No sería de extrañar que sobre ese individuo recayera un nombramiento nacional, pues como el propósito del gobierno parece ser el arrasar con la decencia en todo el país, nadie tan adecuado como él. Hoy afronta un dilatado y complicado proceso penal, por lo que encaja perfectamente en esa bacanal gubernamental. Marín lo quiere y Petro lo necesita.